Mientras pasa la lluvia...
La Historia de Lydia. Presentación \ Capítulo 1 \ Capítulo 2 \ Capítulo 3 \ Capítulo 4

Hannia Hoffmann
Mientras pasa la lluvia...
Capítulo 2.
Por el pan de cada día...

Las sillas están colocadas en los diversos aposentos de la casa. La nieta busca lugar entre aquellas más alejadas de donde se van a sentar la Rezadora y el grupo musical.

Junto a una de sus amigas, se sienta en el cuarto de Lydia, donde también han sido colocadas otras sillas.

Se escucha un barullo y se dan cuenta de que han llegado los músicos. Lydia les saluda y les acomoda. Y, con el aguacero como marco acústico, El Rosario da inicio.

Rezadora: ' EnelnombredelpadredelhijodelEspírituSantoAmén. Los misterios que hoy vamos a contemplar son los misterios gloriosos.

Llegó hasta María del Ángel la voz;
serás tú, le dice, la Madre de Dios.

Ave, ave, ave María
Ave, ave, ave María
(cantaron los músicos)
En tanto se escucha la primera canción, la mente de la nieta se aventura en pensamientos relacionados con la vida de Lydia y sus ojos se fijan en un adorno tejido, que está sobre la consola que hay en el cuarto…

Y piensa: -Un tapete es un adorno tejido que antaño, en las casas, se acostumbraba poner sobre muebles o mesas. De forma cuadrada, triangular o redonda, se teje con dibujos o figurillas preconcebidas que van surgiendo lentamente... como van surgiendo los logros en las vidas de las personas. Tejer exige, como la vida, paciencia y tiempo. Primero, se teje el centro de la pieza. Se toma el hilo, con una mano. Con la otra, la aguja. Se aprisiona el hilo con la cabeza de la aguja y se forma, así, el primer ganchillo. Luego, se hala nuevamente el hilo a través de ese primer ganchillo y así se forma la primera cadeneta. Se continúa haciendo una y otra cadeneta hasta unir la primera con la última, formando la base del tapete. Se inicia, entonces, la segunda vuelta de la pieza, montando, de uno en uno, los pilares que serán la base de la pieza tejida. Al hecho de pasar a una próxima vuelta se le llama subir. Y se sube de vuelta a vuelta mediante dos o tres cadenetas adicionales, según se quiera un tapete cuadrado o redondo...

Con paciencia, cuidado y mucho trabajo pueden hacerse tapetes con figuras de hojas, flores, rombos, triángulos, círculos o cuadrados. De uno solo o de varios tonos, según los colores de los hilos que se utilicen.



PadreNuestroqueestásenloscielosSantificadoseatunombre…
Mientras la Rezadora prosigue con el ritual, la nieta recuerda las vivencias que Lydia le ha contado sobre su vida… La que evoca con ternura, es la historia de amor con Miguel, el abuelo.

Y, abstraída, cree oír a la abuela cantando: "¡Que dulce vaivén de las olas tranquilas del mar!
¡Que lindas se ven en la playa gentil resbalar!
Su grato rumor forma un canto de mágico son…"

El trabajo de muchas, muchas horas tejiéndote ese sueño… Delicado paisaje bañado en luces de oro. Troncos dorados de árboles fantásticos… Celeste techo con adornos blancos, suaves y delicados. En tus horas de insomnio, construiste esos lugares. Fue para tu reposo. En aguas espumosas reflejaron las extrañas e inmensas piedras tus sueños de colores… de colores distintos, misteriosos - como las lanas con las que tejías aquellas bellas y delicadas piezas- colores que natura no pone en sus lugares… luminosos, intensos, que fueron los reflejos de todas esas horas…

A mi abuelito, Miguel Ángel Brenes Acuña, mi abuelita lo conoció en un baile, y cuando lo vio dijo : qué hombre más guapo, parece un Dandy. Moreno, alto, de ojos almendrados. De inmediato se enamoró de él…

El vals Ensueño de Amor, de Juventino Rosas, sonaba en aquel ambiente cuando Miguel se acercó a Lydia para pedirle que bailara con él. Se acostumbraba, en aquel tiempo, que las muchachas tuvieran una libreta o carnet, en el que iban anotando a los jóvenes que bailarían con ellas.

Lydia vestía un traje largo y botines. Llevaba su cabello largo, recogido en un moño. Y Miguel se veía muy elegante, con aquel traje entero gris, de saco cruzado. Usaba un sombrero, también gris. En la mesa principal, había ponche de frutas y algunos bocadillos.

Ella estaba ya casi recuperada de las heridas que le había dejado su reciente experiencia con Esteban Valdelomar, que le había causado un dolor aun más intenso que la pérdida de su Padre y de su abuela. Suspiró…

Entre sueños, despierta, tejiste el escenario… la luz, en el paisaje, se siente tibia, acaricia tu piel. Y tus cabellos vuelan entre el paraje silencioso, movidos por el viento cálido, que baila entre las hojas de verdes tonos y diseños varios que recubren los árboles. Y caminas desnuda entre la tarde que cae sobre el paisaje. Esperas, sin saberlo, el agua suave que te calme la sed de tantas tardes. Llevas los pies descalzos, y la tierra acaricia tus plantas; delicada, se asoma entre tus dedos la verde yerba. Suspiras en tus sueños… El aroma de suaves flores se roza con tu aliento. Tu corazón se agita… y no comprendes de dónde fluye toda esa fuerza que tu cuerpo siente, que te recorre… Sigues despierta. Dormida, nunca sueñas en cosas bellas. Esta vigilia de tantas, tantas noches, que te reanima, te lleva por lugares que no dominas. Los domina esa fuerza que te lleva en silencio a tus fantasías. Añoras otro aliento, un tibio cuerpo que camine desnudo junto a tus sueños. ¡ Y tal vez no lo sabes! Requieres unas manos que te recorran, que acaricien tus formas. Buscas, en el paisaje, alguna mirada que contigo comparta la fantasía: unos ojos que sueñen lo que tú sueñas; una lengua que juegue sobre tu boca.



Suavemente, se extingue la música del vals y comienza otro, también de Juventino. Ya es el turno de bailar con Miguel.

"¡Qué dulce vaivén de las olas tranquilas del mar!
¡Qué lindas se ven en la playa gentil resbalar!"
A Miguel, los muchachos de Cartago le tenían de apodo Rodolfo Valentino. Además de ser muy bien parecido, tenía un trabajo estable. Zapatero de oficio, pertenecía a una familia de clase media de Cartago. Dominaba el vals y en su movimiento, Lydia y Miguel se complementaron casi de forma mágica.

"Su grato rumor forma un canto de mágico son,
Y su color de esperanza es emblema de amor."

Era el Vals sobre las olas… que sería su canción de pareja…lo bailaron completo y, luego, salieron al jardín a tomar un refresco…

La intempestiva caída de un rayo, que ilumina el ambiente, saca a la nieta de sus pensamientos. Y regresa al entorno inmediato, donde se escucha el trueno.

La Rezadora dice : -MaríaMadredeGraciayMadredeMisericordia…

Los presentes le responden: -enelcieloyenlatierraampáranosGranSeñora.

Los aromas de los bocadillos invaden cada vez más la pequeña casa y, los invitados,francamente, ansían que el rezo termine pronto, para degustar aquellas delicias hechas por Lydia, para ellos. Y corona el espacio el olorcito de café recién chorreado… café que había sido comprado la víspera, por Lydia, en un tramo del Mercado Central. Los granos eran tostados y molidos frente a ella. Así los demás ingredientes usados en la preparación de todas las viandas. Uno a uno, habían sido escogidos por ella con gran cuidado, durante la compra, mientras conversaba con los chinameros, como cada semana, al adquirir los alimentos para la casa.

Yamileth y Flor se acercaron a la cocina, a ayudar en los preparativos para repartir a tiempo a los visitantes las bebidas y la comida.

En la calle, la lluvia sigue con su canto monótono. Y, en la sala de la casa, el Rezo continúa…

DiostesalveMariallenaeresdeGracia…
Benditaeresentretodaslasmujeres…
Yamileth susurra: - tan lindo que ha sido siempre el Rosario que hace doña Lydia. Te acordás cuando éramos pequeñas y lo hacía en la casa de Tibás , la de techo de tejas, a la par de donde nosotros?

Flor responde: -Yo sí me acuerdo. Y desde muchísimo antes… De cuando Marlen, Marinette Brenes y yo éramos jovencitas…

Yamileth: - Ah, doña Mary. Tan buena gente que era… Ella era la mayor?

Flor:
- Sí. Aunque tienen otro hermano mayor, Alejandro, que vive en Colombia. Pero esa es otra historia. Marinette Brenes Lacroix nació en Cartago, estando doña Lydia muy jovencita. Ella y don Miguel se conocieron en un baile…

"En la inmensidad de las olas flotando te vi,
Y al irte a salvar por tu vida la mía perdí.
La dulce visión en mi alma indeleble grabó
La tierna pasión que la dicha y la paz me robó."
Lydia y Miguel se enamoraron en forma instantánea y de su relación nació una niña: Marinette. Morena, de hermosos ojos negros y dulce sonrisa. Pronto se convirtió en la razón de ser de la joven pareja.

La nieta, en su abstracción, imagina la infancia de su madre: En uno de estos días, hace un tiempo, vi sonreír la vida. Llevaba un camanance profundo en las mejillas y brillaban sus ojos: era una niña La tarde era lluviosa, la calle se bañaba. La vida se asomaba y sonreía, profunda. La niña sonreía y aplaudía a las gotas. Los ojos le brillaban: eran dos mariposas que de pronto volaron para volverse eternas. En dos pupilas negras, dulces, pequeñas, la vida se asomaba.

Benditaeresybenditotuvientre
Lydia se hospedaba, con su hija, en casa de una amiga. Una tarde, la llegaron a buscar dos mujeres francesas; Adeline y Adelaide Lacroix, hermanas de su padre, quienes la habían abandonado en el Orfanato cuando sólo tenía nueve años. Se habían enterado de que había nacido una niña y querían conocerla. Además, tenían la intención de hacerse cargo de ambas. Pero Lydia no aceptó recibirlas.

Mientras tanto la nieta, en el cuarto, encuentra un antiguo ropero de madera. Tiene la llave puesta en la cerradura de la puerta. Con sumo cuidado, la abre para revisar el contenido; ropa delicadamente doblada. Vestidos de diversos colores, de algodón, bien planchados y colgando de ganchos de madera.. y un pedacito de tejido que Lydia hizo cuando tenía 10 años, en el Convento.

Recuerda que su abuelita le comentó que , de niña, hacía encajes tejidos para venderlos a las niñas ricas del Colegio, que sí podían pagar. Ellas los cosían, a manera de adorno, en su ropa interior. Ese pedacito de tejido, es el resto de uno de aquellos encajes, con los que Lydia hacía algunos cinquitos, como ella decía, para comprarse sus cosas. Pues no tenía a nadie en el mundo que velase por ella. Al decir de Lydia, las monjas no fueron buenas con las huérfanas. La comida estaba muy racionada. Algunas noches, se levantaban a comerse los recortes de hostias, que aderezaban con pedazos de mantequilla que también tomaban sin que las monjas se diesen cuenta. Y las niñas huérfanas eran obligadas a trabajar en tareas domésticas para ganar el sustento que se les daba. A ella le tocaba, una vez por semana, lavar una gran cantidad de ropa blanca. Engomarla, también. Y , luego, cuando estaba seca, plancharla con gran cuidado. Una vez una compañera que se peleó con ella, le tiró toda la ropa blanca al suelo, para que se ensuciara. Ella tuvo que lavarla de nuevo…

No todo fue tristeza y sinsabores… Tuvo una buena amiga. Eloise. Hija de padres franceses, interna en el Colegio pagado. Eran muy cercanas y se divertían haciendo cosas juntas. Tanto, que Eloise pidió a su familia que se llevaran a Lydia a Francia con ella. Los padres de Eloise accedieron. Les dijeron a las niñas que primero se iría Eloise y después, en unos meses, regresarían por Lydia. Al parecer, a Eloise y a su familia les sorprendió en Europa la Primera Guerra Mundial , por lo que no pudieron regresar a Costa Rica.

Nuevamente el dolor de una pérdida… Otra esperanza que se derrumbaba. A pesar de su vida tan dura y triste, Lydia se mantenía firme en sus creencias y esperaba que, algún día, se hicieran realidad sus sueños de ser feliz y de formar parte de una familia…

Alguna que otra vez una monja intentó maltratarla físicamente, pero ella, con firmeza, no lo permitió.

Era muy triste estar tan sola en este mundo… Siendo tan pequeña y sin comprender por qué se habían ido sus seres queridos.

Primero fue su padre. Estaba enfermo. Tuvo que ir a Colombia a practicarse una operación… muy delicada en aquel tiempo. Murió en la operación.

Después, su abuela. Decidió viajar a Francia a visitar a la familia que allá vivía. Murió en el barco, cuando venía de regreso a Costa Rica.

Cuando dejaron de llegar las mensualidades al Colegio, la niña fue trasladada del internado, al orfanato. Y ahí empezó a enfrentarse con la cruel realidad de estar sola en el mundo y tener que luchar por el pan de cada día…

Las Reglas del Orfanato dictaban que las niñas debían irse al cumplir los 13 años. Así que Lydia fue entregada como empleada doméstica a una familia de clase alta, los Valdelomar.

Ahí uno de los hijos, llamado Esteban, la sedujo y ella quedó embarazada. Nació un varón y la familia de él se llevó al niño para Colombia. Lydia sufrió tanto que duró tres días dormida de la depresión en la que cayó. El padre del niño le inventó historias diciéndole que su mamá lo había regalado, que nunca lo quiso, entonces el niño la llegó a aborrecer hasta que ella nunca volvió a verlo, muchos años después se supo que continuaba viviendo en Colombia, se contactó a la familia, vinieron las hijas de él a ver a su abuelita, él iba a venir pero se puso muy mal de salud y murió sin que ambos se pudieran conocer.

Danoshoynuestropandacadadía…

Terminada su relación con Miguel y otra vez sola, pero con su hija en brazos, consigue un trabajo en un poblado cercano a Cartago. La niña ya tiene unos meses.

El trabajo consiste en colaborar en una pequeña fábrica de tamales. Lydia se instala con su hija y empieza a trabajar. Todo transcurre muy bien hasta que… La señora que la contrató le dijo que, además de hacer los tamales, ella tendría que irlos a vender. Lidya se negó a ser la vendedora de los tamales y la señora se enojó por eso: la despidió sin pagarle ni un centavo.

Así, sin dinero y con su pequeña hija en brazos, tuvo que regresar a Cartago. Caminando junto a la línea del tren… pues no podía pagar el tiquete.

Cada paso que doy me resulta más difícil que el anterior. Voy escuchando el ruido de mis pasos y mi respiración se dificulta. Los músculos de mi espalda se ponen tensos y me causan dolor. Mis pasos me recuerdan el obligado tránsito por este camino que se me figura una selva eterna en la que acechan muchos peligros. Escucho grillos, pájaros. Ruidos extraños que me causan desasosiego. Aparece ante mí la Ciudad de Cartago. Al fin he llegado y me encuentro con la amiga que me dará hospedaje por unos días y me ayudará a encontrar otro trabajo…



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Hannia Hoffmann - Mientras pasa la lluvia... - La Historia de Lydia. - Capítulo 3