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Thais Solano nos dice que fue a finales de los sesentas cuando pidió a su familia su deseo de matricularse y entrar al Colegio Superior de Señoritas y, así, según sus propias palabras, hice realidad lo que hasta entonces era mi gran sueño.

Recuerdo vivir intensamente la gran conciencia social que nos inculcaba el profesorado en aquellos tiempos y eso fue para mi vida una gran bendición porque despertó en mí un deseo de servicio que pude canalizar a través de vocación como enfermera; primero como auxiliar de enfermería y luego cuando me gradué en la universidad y ejercer como enfermera profesional.

Siento que durante mi estadía en el Colegio Superior de Señoritas el país y la sociedad en general vivimos épocas convulsas porque fue de grandes cambios, entre ellos, el inicio de la libertad sexual, que hasta ese momento, al menos aquí en Costa Rica era todo un tabú inmerso, además, entre los partidos políticos socialdemócratas y el Partido Comunista. Así entonces, recuerdo que los profesores nos incentivaban a buscar y ampliar conocimiento.

Para nosotras era meritorio pertenecer a este colegio, era como un orgullo intelectual. En la actualidad vivo mi vida como pensionada y, después de todas las vueltas que me dio la vida, hace diez años me convertí al Islam que, considero, más que una religión es una forma de vida y siento que es algo que ahora me define como persona y como mujer en mi posición ante la vida.

Poema de Thais Solano:
Sus manos (la magia escondida)
Así como logran trasmutar el duro hierro
en objetos útiles y bellos como baten
con energía la mezcla que une blocks,
afinan estructuras o pegan las lozas
a los pisos; igual que como empuñan
con vigor los instrumentos que transforman
la madera y le dan vida; o la pala
que abre surcos en la tierra y la prepara
para recibir la invasión urbana, también
llenan de color y texturas las paredes
como un lienzo donde se plasma el arte
del rejuvenecimiento.
Siempre al terminar la jornada ya cansadas,
secas y rotas ordenan y acarician
las herramientas cómplices .
El agua y el jabón lavan la suciedad
pero no pueden borrar las cicatrices
de la historia que forjan cada día.
Y al llegar la noche frente a un piano
logran con ternura parir hermosas melodías
que brotan de un corazón llenito de nobleza.
Del trabajo más rudo a la expresión sublime
es el trayecto cósmico que eligen; y aún
les queda amor para acariciar, de vez
en cuando, la canosa cabeza de su madre.







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