Ciudad San José
Capital de la República de Costa Rica

Con dos mil quinientos nuevos árboles en avenidas, carreteras y parques en el Cantón Central de San José se continúa la siembra de las especies de roble de sabana, dama, calistemo, corteza amarilla y negro, con altura aproximada a los 2 ó 3 metros; también con ánimo de hospedero y comedero para las aves.

Del pueblo y su historia

Conviene recordar que el nombre de la capital de la república proviene de la colonia, cuando el cabildo de León, Nicaragua, gestionó ante el de Cartago para edificar una ermita en el paraje conocido entonces como la Boca del Monte, aduciendo que a los vecinos de Aserrí, Pacacua y Curridabat les quedaba difícil trasladarse a la población de Cartago para participar en oficios religiosos.
En el centro del continente americano, la ciudad San José goza de una situación de privilegio por estar en el centro del Valle Central, rodeado de cadenas montañosas en donde destacan protuberancias volcánicas como el Poás, Barva e Irazú y muchos cerros tales como Las Tres Marías y Zurquí frente a El Tablazo y al Macizo de El Cedral y los cerros de La Carpintera.


Teatro Melico Salazar

En el Edificio de la Maternidad Carit, Hospital de la Mujer, estuvo localizada la escultura Maternidad de Francisco Zúñiga que, por su belleza espacial humana se considera como punto de partida (hito) de la escultura moderna.




Teatro Nacional en San José, Avenida Segunda, Calle Tres.


En la cercanía de la Plaza de la Cultura, el Teatro Nacional y Museos de Oro y Jade, el Museo Nacional y el "Museo Viviente de la Educación" situado en el Colegio Superior de Señoritas, creado por la escritora Hannia Hoffmann en el año 1979 cuando fue estudiante de ese plantel.


Dibujo plumilla, Colegio Superior de Señoritas en San José. Detalle del uniforme de la institución, blusa con rayas verticales albiazules.



San José antaño; detalle del libro Tipilambi
de Eric Díazserrano
.

Mucha de la riqueza acumulada
durante los años de crecimiento
económico de finales del siglo diecinueve,
fue invertida por la clase alta
en el progreso material de todos
y rompió a su vez el característico
aislacionismo, pues la prosperidad
permitió viajar y cursar estudios
en otras latitudes. Para los de menores
recursos, la reforma educativa
de Mauro Fernández, estableció
una educación mediana universal
impartida en el colegio de las palomas
y en un liceo para pichones.
Estas y otras prácticas dieron
una nación ejemplar.



Señoritas y liceístas reían
gritaban, alborozaban o simulaban
ligero cambio en la faz,
a causa del rubor,
al escuchar el bom bom bom
de los músicos, que tocaban
en las cuatro esquinas
de la Plaza Principal de la Capital
llamando a los vecinos
para la retreta dominical.

Ese bom bom bom se oía por el este
hasta la cuesta de los Mora,
la parte más alta del poblado
en donde estaba el Cuartel Bellavista.
Bom bom bom por el oeste
hasta lacalle del llano
de la sabana. Por el Norte
hasta el río, en donde,
en la misma boca del monte
el río ofrecía un paso angosto,
llamado El Paso de la Vaca
y por el sur, se oía ese bom bom bom
hasta más allá de los lavaderos
públicos en donde estaba
El Paso Ancho.

Se escuchaba bien porque era
un caserío sin ruidos.
Casas de adobes con buenos
cimientos de piedra, cuyos poblanos
aseguraban que durarían mil años.

En los corredores de las casas,
canastas de zuncho con begonias,
petunias, sanrajeles, violetas o jazmines.

En el interior de las viviendas
un fogón de piedra,
horno grande para dorar el pan,
cazuelas de Barva
y ollas tejareñas (de El Tejar de El Guarco).

Los perros echados en las calles
debían suspender la pereza
sólo allá una vez perdida,
para dar paso a algún carruaje
de los modelos Tílbure o Berlina.

En esos tílbures, berlinas
o diligencias tiradas por caballos,
se pegaban los bandos
o comunicados del gobierno,
así como en las esquinas
más importantes de la población.

Otros comunicados eran
a manera de estandarte
que portaba un guarda
seguido de un tambor y cornetas
que se detenían en cada esquina
de la población; tocaban
sus instrumentos
y mostraban la enseña.
Luego un hombre, en voz alta,
leía para que enteraran
los que no sabían leer:

Farí fará... bom bom bom...

"Se comunica a todos los vecinos
que para colaborar con la sanidad,
el municipio pagará a centavo
cada rabo de rata que sea
presentado ante esta comuna.

De ahí vendría un decir popular
aplicado a quienes despedían del trabajo:
"no valés un centavo
pues te cortaron el rabo".

Los rosarios eran la moda
para las citas de amor,
los martes para la limosna
y los domingos para atender al novio.

Las viudas debían permanecer
tres años tristes y lo demostraban
viviendo con ventanas y puertas cerradas;
velos negros sobre los espejos,
camas y taburetes; en las cortinas
luengos lazos también negros, amén
de que no podían reir ni hacer
visitas sociales, salvo a la iglesia.

Hombres a la derecha,
mujeres a la izquierda
caminaban y daban vueltas
alrededor de la plaza.

Las bancas eran para los muy respetables;
un pueblerino ni por broma
se podía sentar ahí cuando
los músicos tocaban con sus penachos
rojos sobre sus cabezas, a excepción
del director (con penacho blanco),
y todos con su uniforme azul
de raya roja a los costados.

En esa misma plaza, pero nunca
en domingo, si un hombre había
cometido una falta se le daba de palos.

trajes de crinolina, peinados "de atado"
y redecillas, camisola de gola ancha,
enaguas largas de dos o tres colores,
bordadas en encaje y los vuelos
caracterizaban a las damas
de buena posición social.

Se bailaban cuadrillas, chotís
valses rápidos y lentos, bambucos,
pasillos, pasacalles y joropos
al son de quijongos, violines y vihuelas.

El teatro municipal no tenía sillas;
la gente acomodada traía
a sus criados para que portaran la silla.
Este teatro se cayó en un temblor,
y el nuevo, al que llamaron nacional,
de arquitectura clásica renacentista
y colmado de obras de arte,
se convirtió entonces
en el rascacielos de la ciudad.

En la costrucción de este teatro,
nacido del trabajo de los picapedreros,
una gran rampa daba inicio en la plaza
principal (hoy parque central)
situada a unos doscientos metros.

Sobre la rampa subían, tiradas
por bueyes, carretas cargadas
con grandes piedras y mármol;
delante de cada carreta un boyero
y atrás un peón poniendo calzas
o cuñas en las ruedas.
El alumbrado público era de faroles
sobre postes de hierro.
Los serenos prendían los faroles
a las cinco de la tarde y luego,
tocaban un pito cada quince minutos.

Una cadena de pitos unía a la pequeña
ciudad. A las nueve de la noche
el último pitazo convertía
a los serenos en relojes ambulantes
que daban la hora cada quince minutos.

"Ave maría purísima
sin pecado concebido
son las diez, son las diez...
Ave maría purísima
son las diez y quince
son las diez y quince".

Algunos vecinos colgaban
letreros en sus puertas:
"Sereno por favor
despiérteme a las tres".

Entonces el sereno al pasar
por esa casa decía en tono amable y fuerte:

"Vecinoooo,
son las tres de la mañana
son las tres de la mañana
Ave maría purísimaaaaa".


Videofilm: Ciudad de San José en el año 1950

La ciudad San José fue capital por primera vez entre mayo y agosto de 1822 a raíz de la primera constitución provisional, conocida como Pacto de Concordia, con la rotación capitalina entre las poblaciones de Cartago, San José, Heredia y Alajuela.

Luego de la Guerra civil de Ochomogo en que heredianos y cartagineses consideraron adherirse al Imperio mexicano de Iturbide, josefinos y alajuelenses apoyaron el sistema republicano cuando en aquella etapa, por la Ciudad San José existían rutas comerciales entre Cartago, Heredia, Alajuela y el puerto de Puntarenas entre grandes sembradíos de café y gran indsutria tabacalera la ciudad San José fue Capital de la República por segunda vez de 1823 a 1834 tras mediar el liderazgo de Gregorio José Ramírez.

En el año 1838 hubo nueva propuesta sobre la capitalidad de la nación cuando Braulio Carrillo Colina emitió por ley la confirmación de la Ciudad San José "por siempre" como capital de Costa Rica,.

En el año 1850, en la presidencia de Juan Rafael Mora Porras Sanjosé cambió notoriamente de pequeño conglonerado pueblerino a mediana urbe y eso consolidó a la ciudad San José como centro político, económico y social de la nación aunada a la prosperidad económica de la exportación del café a Europa.




En esos años las nuevas edificaciones afirmaron la urbe, entre ellas el Palacio Nacional, ubicado donde actualmente se encuentra el Banco Central de Costa Rica, el Teatro Mora, predecesor del Teatro Nacional, la Fábrica Nacional de Licores, instalación que en la actualidad alberga el Ministerio de Cultura, así como la construcción del Hospital San Juan de Dios, que figura aún activo entre los nosocomios más importantes del país.

En el año 1884 la Ciudad San José inauguró su iluminación eléctrica por lo que fue una de las primeras ciudades del mundo en contar con este beneficio que a la fecha nos favorece a todos. Y ya 1890 la Ciudad San José tenía alumbrado público, tranvía, telégrafo, escuelas para educación primaria y secundaria como el Liceo de Costa Rica, el Edificio Metálico, el Colegio Sión y el Colegio Superior de Señoritas.

Así también por estos años, se construyó la Biblioteca Nacional de Costa Rica, su primer director Miguel Obregón Lizano; el Teatro Variedades, aún el más antiguo de la capital, el Teatro Nacional, que los costarricenses admiran como la joya arquitectónica de la ciudad.



En 1890 se inaugura la Estación del Ferrocarril al Atlántico que incluyó la construcción de la Avenida Tercera llamada Paseo de las Damas por su gran cantidad de árboles de dama donde donde se paseaban las damas y caballeros de sociedad desde el Parque Morazán hasta el Parque Nacional donde el 15 de septiembre de 1895, se inauguró el Monumento Nacional de Costa Rica, que rememora la victoria centroamericana contra los filibusteros de William Walker en la Campaña Nacional de 1856-1857.

A inicios del siglo veinte se yerguen los edificios de Correos y Telégrafos, el Teatro Raventós (actualmente Teatro Melico Salazar) y el Cuartel Bellavista en Cuesta de Moras, en la actualidad Museo Nacional. Desde aquí hubo un intento de golpe de estado contra el gobierno de Cleto González Víquez recordado como el Bellavistazo. También rememora la abolición del ejército nacional en 1949 tras la Guerra Civil de Costa Rica.

En el año 1919 hubo un movimiento cívico estudiantil cuando estudiantes del Liceo de Costa Rica, Colegio Superior de Señoritas y Colegio Seminario protestaron contra la dictadura de Federico Tinoco Granados que sucumbió ese mismo año por lo que, la Calle Nueve de la Ciudad San José fue denominada Paseo de los Estudiantes; hoy se afinca en ese lugar desde el año 2012 el conocido asentamiento comercial barrio chino con su arco representativo de la Dinastía Tang.

Vale destacar la construcción del Templo de la Música en el año 1920, lugar ameno de la Ciudad Sanjosé así como en 1924, en que se inauguró la construcción del primer Estadio Nacional de Costa Rica, remodelado en 1941 y derribado en el año 2008 para dar paso a la construcción del actual Estadio Nacional de Costa Rica.

Los barrios Amón, Aranjuez y Otoya también se afincaron a principios del Siglo Veinte cuando intelectuales, políticos y acaudalados de entonces adquirieron terrenos de los inmigrantes Amón Fasileau Duplantier, Juan de Dios Aranjuez y del embajador peruano Francisco Otoya.

Data de ese entonces la construcción del Ferrocarril al Pacífico que, junto con el Ferrocarril al Atlántico quedó establecido el canal seco que unió los puertos de Puntarenas en el Pacífico y Limón en el Atlántico y la Ciudad de San José como su epicentro.

Durante estos mismo años se construyó la Penitenciaría Nacional que semeja antigua fortaleza española, misma que fue cerrada en el año 1979 y desde 1994 es el Museo de los Niños.



El primer aeropuerto de Costa Rica tuvo como escenario el llano de La Sabana hasta 1955; el edificio es actualmente sede del Museo de Arte Costarricense. En el año 1972 se construyó el Aeropuerto Tobías Bolaños en Pavas.

En el año 1941 quedó establecida la Universidad de Costa Rica en los terrenos que hoy ocupan los edificios del Circuito Judicial. Este complejo arquitectónico del Poder Judicial data de 1966 donde destaca la Corte Suprema de Justicia.

En la actualidad la Ciudad San José tiene un crecimiento acelerado en sus zonas periféricas con áreas residenciales y grandes conglomerados comerciales y es obvio el congestionamiento del tránsito vehicular y el poco ordenamiento urbano municipal y estatal por lo que hay muchas iniciativas en pro de un orden sostenible amigable con la comunidad.

Estas iniciativas presentan a menudo muchas trabas burocráticas producto de la férrea estructura estatal impuesta por la admnistración Figueres Ferrer desde el año 1970 y continuada por la oligarquía cafetalera a finales del Siglo Veinte y principio del Siglo Veintiuno. Es como una excesiva institucionalidad impuesta desde hace cincuenta años.

En el campo de la salud se observa reducción de nacimientos y expansión superior de las personas mayores a los 75 años de edad lo que significa envejecimiento de la población amparada a un auge en la expectativa de vida.
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Santa Ana, Provincia San José
Del pueblo y su historia:

Santa Ana es una de las 10 ciudades del anillo periférico que bordea el casco de la Ciudad de San José y hereda su nombre de la antigua "La Hacienda Santana". Con el paso del tiempo los vecinos le llamaron Santa Ana o Santana.

Se dice del lugar que es El Valle del Sol por su clima agradable y sano. Desde el Alto de las Palomas la pintoresca ciudad queda expuesta al pie, a ojos del transeúnte. Es lugar de ríos, riachuelos, pozas y lagunillas, artesanos, sembradíos y ventas de cebolla y tomate. En la actualidad es la gran urbe que fuera proyectada para la continuidad y salida al mar de la Ciudad Capital. +




Tarrazú, Provincia San José
Del pueblo y su historia:

Tarratzú: Voces indígenas; tzu, lugar o sitio; tarra, planta o arbustos. Tarrazú deriva su nombre de lengua indígena. Y es que este cantón se extiende por el camino de los indios de las montañas Dota, Candelaria y estribaciones de la Cordillera de Talamanca.

Es terreno montañoso con vallecitos que ofrecen sinúmero de "quiebres y requiebres" y algunas pequeñas planicies. Bellísima selva que atraviesa el río Pirrís o Parrita.

Agricultores que ofrecen su producto entre los mejores del mundo; dada la vegetación gozan de un clima fresco en estas tierras. +



Tibás, Provincia San José
Del pueblo y su historia:

Tibastzú fue el nombre con que los indígenas conocieron este lugar, al Cerro Tibás y al río afluente del Río Virilla (ni el cerro ni el afluente pertenecen al territorio actual del cantón).
Ti (lengua indígena) significa agua; Bas-tzú (tzú: lugar) es unión de monosílabos que puede significar lugar de agua abrigada o encubierta (subterránea, manto de agua).

En tiempos de Braulio Carrillo Colina, presidente de la república a principios del siglo XIX, se hizo el trazo de lo que sería la nueva capital. Al ser derrocado por Francisco Morazán, sólo quedó el trazado de las calles y la distribución clásica colonial; plaza (después cancha para jugar al fútbol y hoy parque), iglesia y terrenos municipales.

A mediados del siglo XX, Tibás era una muy pequeña población alrededor de la plaza. Esta plaza estaba totalmente rodeada de hermosos árboles higuerones y su uso dominical era el fútbol. El sol se hacía presente sólo en la media cancha mientras los espectadores veían el partido a la sombra fresca de aquellos inmensos árboles.

Por esta época, los mejores futbolistas del país vivían en Tibás o venían, por diversión, a jugar a esta plaza. En la colonia este lugar se conoció como San Juan del Murciélago o Valle del Murciélago

Hoy es una de las diez poblaciones que se encuentran en el anillo periférico de la ciudad de San José. Su calle central es una prolongación de la calle central de San José. No obstante esta cercanía, Tibás pasó, de ser una comunidad estrictamente rural, a finales de 1960, a ser uno de los lugares de mayor desarrollo urbano con millares de habitantes. Cruza su territorio la vía hacia el Caribe por una zona en donde hay comercio las 24 horas.

En el parque de la localidad aún se encuentra el pozo de agua (tibastzú) que sirvió a los vecinos del siglo 19 y parte del siglo 20, cuando no había cañería municipal. Uno de los colegios de la localidad lleva el nombre de Mauro Fernández Acuña el reformista educador quien aportó las bases para la educación popular.

Antonio Rodríguez (el sanjuadeño) y Enrique Hoffmann Venegas (abuelo de la escritora Hannia Hoffmann) figuran como los máximos fondistas costarricenses de todos los tiempos.

En Tibás el Estadio Ricardo Saprissa Aymá, empresario, jugador y dirigente del fútbol con el azulgrana del Orión FC y en Cataluña, Barcelona. En 1936, unos jóvenes le solicitaron poner su nombre a su recién formado equipo. Don Ricardo aceptó y les obsequió un uniforme morado, producto de un sobrante de hilaza de su fábrica de textiles. En la actualidad, este estadio vibra bullicioso pues recibe a una de las mayores hinchadas nacionales.

Entre los jovencitos que llegaron al Deportivo Saprissa y que jugó de mediocampista entre los grandes de los "Chaparritos de Oro" (denominados así porque casi todos los jugadores eran de baja estatura y fueron los "amos de la región centroamericana y México" que se cotizaron en grande durante la década de los años 1950), destaca la figura de Marvin Rodríguez, que luego se convirtiera en uno de los entrenadores (sino el más) gloriosos del elenco de la Selección Nacional de Fútbol de Costa Rica. Fue Marvin Rodríguez el Director Técnico quien clasificó a la primer escuadra futbolística mundialista en calidad de entrenador (Italia 1990).


Expofoto Tibás: Madera vieja
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