|
|
Un día fue así... Eric Diazserrano
Sí, fue aquella vez en la casita rural con un aroma de miles de flores entre ellas las llamadas alegrías y jazmines, calabazas, chayotes, miel de ayote, árboles repletos de limones mandarinas y kikirikíes de gallos que escuchábamos a lo lejos cuando Histrio monologó sobre la vida humana, nos llevó en un ir y venir por nuestro desarrollo intelectual, que algunas personas elegimos como causa para vivir y dar sentido a nuestra vida pletórica de el más simple premio por tener conciencia de cuanto somos y en el camino que juntos andamos.
Es tener, decía Histrio ese día, un principal lleno de capítulos efervescentes mediatizado por simples preocupaciones imbuidas en nuestra existencia como algo central a la vista siempre como objetivo en el horizonte de nuestra vida. Pueda que eso lo haga mucha gente, dijo Histrio ese día, pero no lo hacen todas las personas.
Sin ese haber, sea sin plantearte un objetivo o una causa, la sociedad de mercado te hace pasar toda tu vida pagando cuotas para ser funcional a la mecánica del mercado, sin equilibrio alguno en tu vida, creyendo que ser es poseer, sí, tener cuanto está en las vitrinas de la ciudad o en los supermercados.
Si vives en esa maleza, misma que de mi vida siempre aparto, tendrás que trabajar siempre más y más y más porque tu maleza crecerá siempre más y más y más porque todo está hecho para que gastes más y más y más pagando con tu tiempo/vida, que lo gastas para producir valor para poder pagar.
Se trata de la subcultura subliminal que induce a las personas para que sean compradoras compulsivas desde antes del nacimiento de cada quien, en el desesperado crecimiento de la economía mundial porque todos los economistas del mundo siempre viven y respiran para que la economía pues, crezca, crezca y siga creciendo día con día.
Aquí en mi comunidad rural, así como en todos los campos rurales, vemos que desde gusanitos y lombrices a las aves que trinan desde buena mañana, nos es fácil amar nuestra tierra en disfrute de propia compañía, sí, la de uno mismo.
El dualismo de la constante oposición de polaridades contrarias y al mismo tiempo interdependientes y complementarias tales como orden y desorden, luz y oscuridad, vida y muerte, armonía y caos, hombre y mujer, activo y pasivo son ambos lados de una misma realidad. El cosmos es constante en oscilación permanente entre las polaridades como equilibrio general e inestable que aúna fuerza, energía ritmo y armonía en la tácita melódica del universo como un proceso esencialmente artístico. Así, el cosmos se crea y recrea en frágil universo mediante estado cíclico de flujo y reflujo a la vista de nuestra humanidad.
En mi siembra intelectual en donde estoy aporcando retoños y apartando maleza, vemos que los recursos que tenemos no tienen conciencia alguna de lo que son ni por lo que existen; somos cada uno de nosotros mismos quienes poseemos cultura, subculturas e intercultura con alma y vida para hacer todo bien, con aprendizaje y pluralidad, para ahondar hacia nuevos descubrimentos en beneficio propio y de los demás.
Pensemos en que el desarrollo tecnológico y científico proporciona que los logros sean menos complejos sin aconteceres parlamentarios de estado o de un equipo de gobierno porque un sistema representativo no puede atender la complejidad de la sociedad comunal. Las necesidades de los políticos no son las necesidades del conglomerado humano que dicen representar.
Cuando un ciudadano emite un voto a un candidato, este ya fue elegido con anterioridad por quienes apuestan en el respaldo económico para enfrentar la faena de su candidatura que asegura así su pensión vitalicia, viáticos y buenas entradas económicas al ganador, y también al perdedor quien continúa como jugador de futbol y, como es sabido, gane o pierda con su quipo siempre cobra y recibe haberes en dinero efectivo; es una forma de vida a la vista de las gradas donde el público que aplaude y paga la taquilla para sus vítores necesarios, unas veces para cuido paliativo, otras para regocijo de alegrías y desencantos pasajeros en efímera vivencia.
Similar la promesa jurídica siempre lejos de concretarse, en el decir que somos iguales ante la ley, al par que no somos iguales ante la vida y, algunos muchos más, que poseen igualdad compartida generalizada. Así también en el oficio religioso por el diezmo que mantiene viva la cena, el almuerzo y la dormida de quien conduce y preside el salmo de alabanza efímero.
El amor conyugal es la más bella costumbre que perdura en la vejez que se convive siendo compañeros y enfermeros en todo y para todo al final del trillo y siempre dentro o fuera de concurso como gran premio al fin.
Conscientes de que la historia como tal no existe mas que historietas escritas en la visión de tal o cual artista, por lo que la historia es relativa a la práctica admitida de manera tácita, según responda a precedentes o costumbre humana.
Y continúo aporcando retoños, apartando maleza para invertir mi tiempo/vida en lo que a mí me gusta, en lo que a mí se me antoje, porque eso es lo mío. Por eso lo único que hago es sembrar. Y en este momento les informo que me refiero a lo que he sembrado para comer y, les invito a pasar a la mesa para que compartamos comiendo parte de lo sembrado en mi huerta, y termino diciéndoles que es lo usual aquí en mi casita como lo es en la de todos ustedes haciéndoles esta remembranza:
Lo vemos en el efímero día luego de sentarnos juntos al desayuno o al cenar o bien, salir a comer con amistades y en esas fiestas y reuniones en las que solemos excedernos. En nosotros ha sido y es habitual desde el origen de nuestra especie, tal como observamos entre chimpancés y bonobos que también comparten la comida con sus grupos sociales, y no implica el hábito de dar de comer a las personas más cercanas porque tal práctica no semeja nuestra costumbre social de comer juntos.
Pero tal vivencia también está presente al encender un fuego para cocinar luego de recolectar alimentos, ya sea al par de las personas de la casa o del restaurante, que ayudan en esas tareas de este proceso en que ejercemos como vínculo social en torno a la comida.
Sí, pensé... esto es posible entre personas que comparten la mesa o la fogata en la montaña o la playa solo por disfrute sin comentarios tortuosos, solo esgrimimos comentarios de bien social. Y así lo hicimos, fue un día así.
|