La familia Bansbach; entre el tiempo y la música…
La música… actividad humana que ha servido de puente entre generaciones distintas y distintas culturas.
El tiempo… que transcurre siempre; y dentro del que nos movemos los humanos en grupos: pueblos, familias, parejas; y, a veces, individuos.
En el marco de la música y el tiempo se ha desarrollado esta historia que vamos contar: la familia Bansbach en Costa Rica.
El viernes 25 de marzo de 2022, a partir de las 3 p.m. realizamos la primera entrevista con esta familia, para empezar esta serie de crónicas sobre la empresa Juan Bansbach Instrumentos Musicales y sobre la familia Bansbach en este país. Para dejar testimonio escrito de sus aportes al desarrollo de Costa Rica en el ámbito de la música, en todos sus géneros, en tanto proveedores de instrumentos musicales y de servicios relacionados con éstos. Así también, como pioneros de la enseñanza privada de música y de la interpretación de diversos instrumentos, tales como acordeón, piano, flauta dulce, órgano, violín, entre otros.
La entrevista se realizó en la casa de la familia Bansbach Steinvorth, en San Pedro de Montes de Oca. En un ambiente sobrio y tranquilo; una sala con un ventanal que da a un patio interno, con vegetación muy bien cuidada, algunas aves domésticas y, de fondo, el sonido del agua que cae de una pequeña fuente, complementado con el sonido de varios relojes de péndulo que hay en el lugar. Esos relojes evocan el paso del tiempo y cómo, en el tiempo, se van logrando resultados en las vidas de las personas y de las familias. Esos logros se construyen con esfuerzo, trabajo y tenacidad para vencer obstáculos.
En la salita, alrededor de una mesa redonda de sala, nos sentamos en cómodos sillones los presentes: don Hans Bansbach, doña Marlise Steinvorth, Stephan Bansbach, Werner Bansbach y nosotros, como cronistas: Eric Díazserrano y Hannia Hoffmann.
La familia Bansbach tiene sus orígenes en la migración de don Hans Bansbach, padre de don Hans Bansbach Miller, a Costa Rica. Él fue traído a este país por la Iglesia Católica costarricense, concretamente, por la Curia Metropolitana…
Nos cuenta don Hans, hijo menor de este inmigrante alemán, que
-” Papá se vino a Costa Rica en el año 37. Él había estudiado, para ser organero. Se había preparado como constructor de órganos tubulares, de los que hoy todavía se utilizan en las Iglesias. Principalmente en las iglesias. Y trabajó varios años para una fábrica en el Sur de Alemania.
Él contaba siempre que, un buen día que llegó a la fábrica a trabajar, se encontró en la pizarra una solicitud por parte de la Iglesia Católica de Costa Rica que buscaba a un técnico que arreglara y afinara órganos de Iglesia. Entonces él recogió aquel papel y le dijo a su jefe que le interesaba irse para Costa Rica, a hacer ese trabajo”.
Don Hans Bansbach – que ese era su nombre, nació en la Selva Negra, en Alemania, el 02 de mayo de 1911. Tuvo tres hermanos: dos varones y una mujer. Una de ellos, la hermana, era empleada en un Banco ahí en ese pueblo. Los dos otros hermanos, hombres, eran maestros. Y Hans era el único que trabajaba como constructor de órganos de iglesia. Decidió formarse para esa profesión porque amaba la música de iglesia.
“Mi abuelo –nos cuenta don Hans- fue trasladado de donde trabajaba a otra ciudad más grande en Alemania, que está a las orillas del Lago de Constanza. Ahí mi padre empezó a trabajar en esa fábrica, donde encontró la solicitud de un especialista en órganos, que se hacía desde Costa Rica”.
Y continúa su narración, mientras se escucha el suave canto de algunos pájaros que habitan en los árboles de la casa:
“Entonces el jefe le dijo a papá:
-Primero hable con su papá y hable con su mamá, para ver qué opinan. Porque: ¿Usted sabe dónde queda ese país?
Él respondió:
-¡No! Yo no sé dónde queda ese país.
-¿Usted sabe qué idioma se habla en ese país?
- ¡No! Tampoco sé qué idioma se habla; pero yo quiero ir a viajar por el mundo. Y conocer: conocer el mundo.
El jefe le dijo:
- Bueno, primero hable con su papá y con su mamá.
Entonces,-continúa don Hans- él contaba como anécdota que llegó en la noche a la casa y le enseñó la carta al papá. El papá le dijo que él no tenía, tampoco, idea de dónde quedaba ese país. Estamos hablando de 1936, más o menos. Papá contaba que sacaron un Atlas… bueno, uno todavía usa Atlas de los de antes, donde estaba todo el mundo. Y empezaron a buscar a Costa Rica. Y , también, buscaron en enciclopedias: ¿qué idioma se hablaba?; ¿ cómo era el país? ; ¿qué sistema político tenía? y cosas por el estilo. Y, realmente, tenían muy poca información, en general”.
Don Hans, o don Juan, como se le llegó a conocer en Costa Rica, ya era mayor de edad para ese momento. Ya tenía entre 24 y 25 años. Así que dijo: - ¡Yo quiero ir y voy a ir!
Al día siguiente fue donde el Patrón, con el documento de la solicitud y le dijo:
-“Yo quiero que usted me mande ahí”.
Estando todos de acuerdo, se prepararon los detalles para el largo viaje...
Don Hans comenta:
“En aquella época todas las cartas y todas las correspondencias eran por barco. No había correo aéreo. ¡No! Nada de esas cosas. A principios del 37 ya él se embarcó en Alemania. Traía su equipo de herramientas para reparar ese órgano. Eso fue, más o menos, me imagino, en marzo del 37. Porque el día que llegó a Costa Rica, que, llegó a Limón y él se bajó ahí, era el 20 de abril de 1937. Y esa es una fecha que siempre hemos mantenido como inicio de la empresa Bansbach en Costa Rica.
Ahí lo estaban esperando unos padres alemanes que tenía la Iglesia Católica situados en Limón. Ellos estaban esperando que llegara ese barco para conducir a papá al tren que lo iba a llevar a San José.
“Werner, su hijo menor interviene:
-“De esa llegada hay una foto, verdad”
Su padre, don Hans, afirma:
-“Sí. Hay una foto”.
Y don Hans prosigue con su narración:
-“ Papá contaba, que cuando él se bajó del barco, las únicas palabras que sabía en español eran: “mantequilla “ y “ferocaril”. Lo pronunciaba así siempre: “ferocaril”. Y entonces tal vez es interesante porque, en realidad, papá, pues hablaba el español -claro con cierto acento siempre- pero lo hablaba bien”.
Don Hans Bansbach viajó en ferrocarril, desde Limón a San José, durante muchas horas. Contemplando un hermoso paisaje desde su asiento.
Cuando llegó a San José, en la estación del tren, lo recibieron de parte de la Curia Metropolitana. En la Estación del Atlántico.
Lo hospedaron en una pensión diagonal a la Catedral Metropolitana. Muy cerca de la Arquidiócesis, que estaba a un costado de la Catedral. Ahí vivió don Juan los primeros meses o tal vez hasta año y medio desde su llegada al país.
Ahí tenía dónde dormir, dónde desayunar, almorzar, comer. Ese fue su hogar durante ese tiempo.
Doña Hilda Miller en Costa Rica
La familia Bansbach, en Costa Rica, fue fundada por don Hans Bansbach y doña Hilda Miller. Nos cuenta don Hans que:
“Mamá nació el 31 de diciembre de 1908 en el Sur de Alemania. Dos de sus hermanos, don Bruno y don Otto Miller, ya vivían en Costa Rica y estaban establecidos. Ellos se hicieron amigos de papá. Con el tiempo, llegaron a ser tíos míos. Los Miller.eran de Tres Ríos.. Eran del mismo pueblo de donde venía mamá. Y entonces al ser sureños ellos, a papá le convenía, al principio, porque hablaban el mismo dialecto del Sur de Alemania, y la comida que hacían las señoras de estos dos tíos, también era típica sureña alemana A papá lo invitaban, a veces, el domingo, para ir a almorzar o a otras actividades familiares. Así, se fue fortaleciendo su amistad”.
Doña Marlise interviene:
Pero doña Hilda no había venido, todavía. No se conocían, ella no se sabía, aún, que existía, por decirlo así.
Y aprovecha para ofrecernos a todos una tacita de café, acompañado con bocadillos dulces y salados, que nos sirve en un juego de café color rojo.
En la sala, además de los relojes y piezas varias de artesanía, pinturas, esculturas, se puede observar varias fotografías de los hijos y los nietos de doña Marlise y don Hans. Estas fotografías ofrecen agradable contraste, por su color y forma de estar enmarcadas, con el resto de objetos que hay en el lugar.
Seguimos con la historia…
Conforme el tiempo transcurre, en el año 1937, don Hans Bansbach se integra a la comunidad costarricense. Trabaja en el encargo por el que vino desde Alemania, que es el órgano de la Catedral Metropolitana. Pero aprovecha su tiempo libre para hacer trabajos por cuenta propia. Así, empieza a trabajar en el órgano de la Iglesia de San Pedro. Ahí hace su primera factura, como empresario.
Werner, nieto de don Juan, nos muestra la imagen de la oferta de ese primer trabajo de don Juan en Costa Rica.
Don Hans nos cuenta que:
-“Y ahí el firma Hans Bansbach, organero. O sea, en esa época él todavía se llamaba Hans Bansbach. Después, él contaba como anécdota que, en esa época, el idioma alemán en Costa Rica , no es que era desconocido –porque ya había una fuerte colonia alemana en Costa Rica y todo- pero la gente le preguntaba:
- Mire, ¿Cómo es que se llama?
- Hans Bansbach. En español, Juan.
- ¡Ah, don Juan!
Y así, se quedó con el nombre don Juan. Se quedó Juan. De manera que, un buen día, él dice: - Le voy a poner a la empresa “Juan Bansbach Instrumentos Musicales”. Manteniendo el apellido, pero para la gente era más fácil llamarle don Juan que el Señor Hans Bansbach. Entonces, de ahí viene el cambio a Juan”.
La amistad de don Juan Bansbach y los hermanos Miller se fortalece cada día. Ellos tienen, en Alemania, una familia de muchos hermanos y hermanas. Una de ellas, Hilda Miller, se convertiría en la esposa de Juan Bansbach.
Don Hans nos lo cuenta así:
“Varios meses después de la llegada de papá , vino mi mamá Hilda Miller, a visitar a sus hermanos Bruno y Otto Miller. Uno vivía en Tres Ríos y el otro vivía en la casa donde estuvo hasta hace poco Fridays , cerca de la Universidad de Costa Rica.
En esa casa vivía don Otto Miller con la esposa y tres hijos. Y don Bruno Miller vivía en Tres Ríos con su esposa y cuatro hijos.
Mamá era la menor de trece hermanos Y ellos dos ya se habían venido a trabajar aquí. Don Bruno fue el primero que vino y trabajaba con don Max Koberg, el Almacén Koberg. Él era Ingeniero. Instalaba plantas hidroeléctricas pequeñas para fincas y otras un poco más grandes, también. Cuando él se independizó para trabajar por su cuenta, se trajo a su hermano Otto a trabajar con él”.
En el Sur de Alemania, Hilda Miller, hermana de Bruno y Otto Miller, amigos de don Hans, estaba dispuesta a iniciar los preparativos de su boda con un novio de allá, alemán. Por cierto, también llamado Hans.
Un día, su madre le dijo que si ella se esperaba a que el hermano mayor se casara y asumiera la empresa de ellos allá, que era una estación de gasolina y un almacén, una tienda de electrodomésticos y cristalería .
A decir de don Hans:
“Era una empresa pequeña. La estación de gasolina era una bomba con un tanque abajo . Un solo dispensador y nada más. Pues vivían en un pueblo muy pequeño”...
Su madre le dijo a Hilda Miller que si ella se esperaba hasta que el hermano mayor se casara, ella le iba a regalar un tiquete para que fuese a Costa Rica a visitar a los hermanos. De esta manera, cuando Hilda regresara y le contara a la abuelale podría contar a su madre acerca de la forma en la que vivían don Bruno y don Otto y detalles sobre las características del país.
“Y entonces – prosigue don Hans- mamá ni lerda ni perezosa le dijo:
- Yo me espero. Y de seguro que le dijo al novio que se esperara, que ella iba a ir a Costa Rica. Aunque había un compromiso con el noviecillo por allá. Pero ella decidió que se iba a esperar y que iba a venir primero a Costa Rica”.
Así fue como doña Hilda Miller vino a Costa Rica a visitar a sus hermanos.
“Y – nos dice don Hans- ahí conoció a papá – o papá a mamá- porque él iba los domingos a almorzar donde uno de los Miller. Y ahí también siempre estaba mamá”.
Hacían actividades en las dos casas de los hermanos Miller. Tanto en Tres Ríos como en San Pedro. Don Otto tenía una moto grande con Side Car y ahí se llevaba a su hermana Hilda y a su esposa para Tres Ríos, según nos cuenta don Hans.
En esas actividades de los hermanos Miller, Hilda Miller y Hans Bansbach se conocieron, se enamoraron Y, como resultado de esto, se casaron y decidieron quedarse en Costa Rica.
Doña Marlise le recuerda a su esposo:
-“Y tu mamá le mandó la carta a la mamá…
Don Hans responde:
-“Sí. Mamá le mandó una carta a la mamá de ella, diciéndole que se iba a casar aquí. Que ella no iba a regresar.
Recuerdo también que la hermana mayor le mandó también una carta, muy enojada. Lo que pasa es que cuando llegó la respuesta, ya había pasado mucho tiempo y ya mis papás estaban casados y esperando a su primer hijo”.
En este momento, doña Marlise nos recuerda que:
Eso fue ya en tiempos casi de guerra…Ya había tambores de guerra…
Y don Hans responde:
-“ Sí. Ya había tambores de guerra.
Exacto. Esto fue ya en el año 1939 ó en el año 1940.
Después, cuando llegó la carta de la mamá de doña Hilda, desde Alemania, decía: que de e ninguna manera ella autorizaba esa boda.. Y otras cosas más… pero ya, para ese momento, como duraban tanto en ir y venir las cartas, ya mamá estaba casada , yembarazada de mi hermano mayor, que nació en enero del 41.
Werner interviene:
Y entiendo yo que el comprometido de la Oma en Alemania …
Don Hans termina la frase:
Se llamaba Hans…
Werner: Sí, se llamaba igual…
Y es que esa carta decía algo así como: - ¿Usted qué cree, que Hans es Hans? ¡Es otro Hans!
Y era alguien muy amigo de la familia, era hijo de unos muy buenos amigos de los bisabuelos.
Mujeres fuertes
Continuando con la narración, don Hans nos cuenta que:
-“ Después de mi hermano mayor, nace mi hermana Clara, en 1942. Ella es Profesora de Kinder.
Y Werner agrega:
-“Es interesante porque yo siento que “Tante Clara” o tía Clara tiene, no sé, como un ADN parecido a la abuela. Porque es una persona, igual muy fuerte. Es una persona -tal como la abuela siempre lo fue- no sé, muy de armas tomar y muy de vanguardia. Entiendo que doña Hilda fue como la primera mujer,o la segunda mujer en todo el condado de la zona de Alemania , con licencia de conducir. Y que, incluso los bisabuelos conversaron con el padre de la Iglesia, para ver si la podía convencer, diay, con el tema este de no manejar y así. El Padre les dijo algo así como: - No, hablen ustedes con esa muchacha , -se refería a mi mi abuela”.
Tanto don Hans como doña Marlise asienten y ella agrega:
-“También manejaba moto”.
Don Hans:
-Ella andaba en bicicleta, en moto, en carro, en chapulín. De todo, manejaba.
Werner continúa su comentario sobre Tante Clara:
-“Tante Clara tiene esa personalidad así como muy fuerte. Ella ha subido, sin exagerar, sesenta veces o más, la montaña del Chirripó caminando.
Hans:
-Todavía está yendo, lo hace a cada rato.
Werner:
-Tiene como 80 años y sigue subiendo.
Mi esposa conoció a mi tía, que al mismo tiempo es mi madrina, en el Chirripó. Ya llevábamos tiempo de estar saliendo y de ser novios y nunca había conocido a mi tía. Subimos al Chirripó y ahí estaba.
Después de estos comentarios, quedamos en que vamos a conversar con Tante Clara para realizar una próxima crónica.
La casa de La Paulina