Si bien somos producto de la docencia corporativa tanto vivencial como tecnológica y filosófica, a muchas personas les agrada saber sobre nuestro desenvolvimiento intectual al respecto, principalmente por conciliar creencias ideológicas aunadas al mayor alcance humano. Y, aún mejor, por ser encantadoramente verosímiles por el alto contenido procedente de las más diversas existencias humanas adquiridas mediante armonías, estilos e ideas que obtenemos como información complementaria en la creación de novedades adaptables a nuestra realidad existente.

Hoy vivimos en lo que fuera el sueño de los pioneros espaciales. Levantarnos desde nuestro propio suelo y alcanzar el espacio con habitual ligereza, dejando atrás tal utopía, para alcanzar nuestra sociedad perfecta y justa, sin conflictos y en armonía, sin emocionarnos sobre nuestra realidad porque es algo habitual, salvo las ligeras emociones que sentimos personalmente al elevarnos y ser ligeros cuando nos trasladamos de un lugar a otro en sólo nueve nanosegundos.

Y es que, para quienes no nacimos en esta civilización espacial, como es mi caso, fuimos rescatados por quienes nos observaron en profundo análisis y descubrieron las bondades de nuestro individualismo racional tomando, de cada uno de nosotros, lo más acertado para organizar nuestra nueva vida aquí, en la comunidad espacial, porque constataron que éramos personas abiertas a escuchar y aprender diferentes posturas, con ánimo de apropiarnos de lo que mejor se ajustara a nuestro criterio profundamente analítico y práctico con idoneidad para alcanzar mejores vivencias en amplio desarrollo. Fuimos rescatados en los últimos nueve nanosegundos de nuestras vidas pasadas y, poco a poco, con la ayuda de nuestros rescatistas, fuimos emergiendo a la vida, a nuestra nueva vida en esta comunidad espacial.

Elasy y yo corrimos al encuentro de nuestras vidas para vivirlas plenamente juntos y, al hacerlo, llegamos a La Unión donde nos esperaban Histrias y Sol Titlania, sin nosotros saberlo porque nunca en nuestra vidas los habíamos visto, quienes, tras observarnos durante mucho tiempo atrás, asumieron nuestros hechos como fenómenos modelados ciertamente verdaderos de personas sanas física y espiritualmente con un paralelismo acorde con nuestro libre quehacer y pensar.

Juntos Coney y yo pasamos por una puerta que para nosotros era verdadera pero que luego, algún tiempo dspués nos vinimos a dar cuenta que tal puerta, aunque existía realmente, al entrar en ella, pasamos a otra dimensión totalmente descononocida. Para nosotros fue como entrar en un recinto de oficinas propias de una gran empresa, de una gigantezca empresa que nos ofrecía todo cuanto necesitábamos en aquel entonces. Habíamos encontrado trabajo, ropa, casa, comida, en fin, felices en la vivencia de iniciar nuestra gran aventura de econtrarnos en La Unión y, luego, nuestra nueva y más feliz gran aventura que nos deparó convivir y compartir con la comunidad espacial de la que hoy somos parte. Si bien no nacimos aquí, en verdad sentimos que nuestras vidas felices nacieron aquí.

Para Histry y para mí era la continuidad de otra gran aventura consistente en más humanos, muchos más y más y más; prontos al viaje interespacial trasladándonos a cualquier lugar del universo en sólo nueve nanosegundos. Así fue como les empezamos a explicar que nos encontrábamos en otra dimensión, concretamente en el espacio exterior del Planeta Tierra, en una labor plena docente corporativa con miras más allá de los tiempos terrenales porque el planeta donde habitaron antes de llegar a La Unión es ahora un parque espacial serendipias

Afortunadamente Élasy y Coney son poseedores de buen ojo perspicaz: percibían todo tipo de detalles a distancia corta, media y lejana; superveían y submiran, prevían y percataban entornos inadvertidos para las demás personas de su pasado terrestre, como ya lo habíamos observado desde antes de conocernos físicamente. Queda claro que aunque podemos ir al pasado nos está negado, por la naturaleza misma, influir de manera alguna porque tal acontecimiento sucede en nuestra vida presente; pero sí podíamos esperarles en un futuro próximo a ambos y eso fue lo que hicimos. Les esperamos en La Unión, ahí nos conocimos físicamente. Hoy compartimos con Élasy y Coney su alto grado de intuición- Es como si absorbieran con sus miradas en un ligero matiz, su tendencia de atravesar por completo, toda situación y asunto con agudeza, mediando únicamente su análisis comprensivo e intelectual. Siempre son obvios sus ojos perspicaces propios de sus espíritus, tecnosofistas por naturaleza.

Si bien aquí todos somos tecnosofistas por naturaleza siempre estamos concientes de que las ideas que perduran tienen el potencial de revelar conceptos asombrosos con la cualidad de sobrevivir al rigor científico, fundamento de nuestra comunidad espacial.
Recordemos, les decía a Aster Luxor y a Eme Jota, que por ver las estrellas al anochecer, desde el atardecer hasta el amanecer del nuevo día, que ha sido y es la mayor atracción humana, primitivamente los humanos desarrollamos nuestras sentaderas; me refiero concretamente a nuestras nalgas, sí, esa parte redondeada del cuerpo humano que conforman los músculos glúteos que crecen cuando descansan, por lo que reposar, desde entonces, es tan importante como el ejercicio simple que hacemos al caminar en la estancia, sea la habitación, la sala o en un parque.

En tiempos de la Hélade el cerebro da lugar para que el espíritu de cada quien circule libremente y es ahí en donde se afinca el denominado sensus communis, que bien puede ser el origen de nuestro término un tanto más metafórico, sea, el "sentido común" desde la perspectiva de que el libre ser y pensar de cada persona está relación con la comunidad en la que habita y vive. Posteriormente el sensus communis incluyó el concepto de la existencia de un sexto sentido que refina la información percibida por cinco sentidos.

Durante una sesión que denominamos "aclimatamiento" para convivir en Titlania, Élasy y Coney intuyeron fácilmente que en nuestra actualidad espacial ya no perdemos neuronas por lo que nuestro cerebro es apto para recibir y dar información sin importar cuán longeva sea. Coney, ante mi explicación, dijo que intuía que la nuetra regeneración de neuronas constante era en calidad de mantenimiento; y me fue sencillo explicarles que esa regeneración constante nos permite aprender nuevas modalidades intelectuales de contenidos altamente artísticos apercibiendo día a día plasticidades neuronales. Fue entonces cuando Élasy nos dijo que consideraba que ambos estaban preparados para compartir sus vivencias con la comunidad tal como lo estamos haciendo ahora en este mismo momento.

Sí, les explicábamos también que nuestra neuroplasticidad, que ahora también poseían como emigrados en nuestra comunidad espacial, es la capacidad que poseen nuestras redes neuronales cerebrales para adecuarse en nanosegundos a las vivencias novedosas que tenemos día a día y que forman parte de nuestra docencia corporativa implícita genéticamente. Incluye cambios que resultan del aprendizaje de nuevas habilidades e influencias ambientales prácticas que compartimos simultáneamente con la comunidad espacial en el mismo momento en que aprendemos y ponemos en práctica nuevos conocimientos.

Asistir a una sala de teatro en el pasado sin interferir en su tiempo ni en su espacio es omnipresencia para asimilar las formas conductuales de esos conglomerados humanos algunas veces riendo y otras conmocionados al observar producciones artísticas que les hace cautivos emocionalmente. Recuerdo ver al público viendo en el escenario representaciones vivas de su diario quehacer. Buen trabajo de guionistas, tramoyeros y actores para mejor provecho de su inversión en tiempo y dinero. La primera vez que visité, en mi presente, una función de teatro en un pasado fue una emoción inolvidable que a veces recuerdo en alguno de mis tiempos de descanso y sonrío animadamente en mi almohada. A veces despertaba y me costaba un poco asimilar tal vivencia; pero en verdad como partícipe de docencia corporativa aprendí mucho en esa vivencia viendo las caras de las personas abstraídas, quizas tanto como yo misma.

Es el cerebro que nos narra la historia; es el cerebro que nos guarda aprendizaje y memoria. Es el cerebro lo que controla mis emociones porque así se lo he ordenado y se lo ordeno tácitamente, así también mis motivaciones, diversos aspectos de mi conducta e iniciativas, mis vivencias. Y es verdadero porque lo aprendí cuando asistí a una prueba de comportamiento de amígdala cerebral. Observé en nanosegundos que cuando es estimulada eléctricamente, los animales responden con agresión, y cuando es ligeramente anulada los mismos se vuelven dóciles y son indiferentes a estímulos medrosos y sexuales. Afortunadamente el tiempo de la prueba sucedió en sólo nueve nanosegundos y luego los animales volvieron a la normalidad sin percatarse de lo sucedido. En verdad todo había sucedido en menos de un sorbo de una gota de agua.

A mí me hicieron creer como terapia, con toda benevolencia y mi profundo agradecimiento, que dado mi antecedente el aquel anochecer de cocuyos, estaba en periodo de convalecencia y reconocimiento en aras de mi salud y, poco a poco fui comprendiendo que la tarea primordial de mi cerebro es mantenerme con vida. Sin que yo me preocupe en demasía, me explicó un dia Sol Titlania, con el apoyo de mi cerebro piensa, siento, apercibo, percibo y ejerce control de mis sistemas internos de mi cuerpo para que sobreviva y me mantenga saludable y, todo así, porque voluntariamente yo se lo ordeno y mi cerebro acata mis órdenes invariablemente. Y, claro, cuando salí de mi aletargamiento ya estaba conciente de mi estadía en la comunidad espacial en calidad de emigrado con todas las capacidades para prosperar individual y colectivamente y también, eventualmente, para procrear desde la perspectiva evolutiva.

Me resultó muy ameno entonces explicarle que su cerebro, como el de todas laas personas de la comunidad espacial, ejecuta un modelo interno aprendido que incluye toda contingencia sensorial en relación con lo que haya sucedido y expuesto a lo largo de su corta vida. Así, le informé, tu cerebro como el de todos nosotros, está constantemente repasando un índice de probabilidades aventurándose, como adivinando, lo que podría, o no, suceder en sus vivencias a futuro, mientras va anticipándose a los sucesos según los datos que vayan llegando a tus sentidos y demás circunstancias sensoriales, para hacer comparaciones sin necesidad de sorprenderte pero siempre atento ante cualquier novedad que se presente.

Si eventualmente tu cerebro intuye o se encuentra de frente con alguna novedad que le cause sorpresa, la docencia corprativa le descubre la oportunidad para aprender algo nuevo y compartir. Y esto es obvio cuando notamos que nuestros cerebros trabajan juntos. Veamos: estamos en constante unión con familiares, amistades, vecinos e incluso, de vez en cuando, con diferentes personas que no conocemos y, que eventualmente llegan a formar parte de advenimientos en nuestros cuerpos físicos. Esto es visible cuando las personas están unidas románticamente o con amistades cercanas a su entorno intercultural. Y esto es también visible cuando participamos en un coro, o en actividades teatrales o danza, porque la respiración se sincroniza e igual sucede con el latido de tu corazón con el de las otras personas participantes. No son actividades de choque, son armónicas al ritmo de una misma melodía en común acuerdo.

Sí... desde mi perspectiva lo veo como una forma de sintetizar, reunir y escoger hallazgos, sea, reunir mediante la observación acentuada las principales ideas y criterios para llegar a establecer un punto propicio que satisfaga a quienes tenemos por meta, recuerdo les explicaba, nuestro primordial fin humano que consiste en compartir felicidad, según la conciencia circunstancial, para la obtención de consensos universales a manera de collage. Veámoslo desde la perspectiva de aquella Quinta Generación de los hijos nacidos de las personas del Compendio Imantación. Unámonos rápidamente con este conglomerado social poseedor de gran evolución, usualmente en caso omiso con los demás pobladores sin perturbarlos, y siempre en el entorno ameno y propicio para la docencia corporativa que nos favorece a todos.