Inicios. Segunda Secuencia, Titlania

Titlania en el inicio de una nueva vida

Al nochar, millares de luciérnagas aparecían como de la nada a su paso por aquellas veredas que conducían a lugares recónditos donde ningún trabajador llegaba, ni por asomo, por ser área poblada poseedora de grandes árboles colindante con el Parque Nacional. Era terreno totalmente inhabitado y área protegida que bien podía abarcar un sesenta y seis por ciento de aquella inmensa propiedad que ahora era suya, propia y de nadie más.

Oscurecía y Eme Jota también observó aquellas luciérnagas luego de detener su auto justo donde empezaba su propiedad en un recodo del camino y se detuvo para orinar. Aún con el motor encendido apagó las luces del auto y no pudo distinguir bien el inmenso abismo cerniente a menos de casi un par de metros a su pies. En la lejanía un resplandor metálico amarillento en el firmamento se dejó ver por sobre las copas de los árboles e iluminó sus ojos que, inquisitivos, lo fueron siguiendo para distinguir si se trataba de un avión o un meteorito y, en su afán, adelantó sus pasos hacia la profundidad del abismo.



Sol Titlania le observó, como lo había hecho desde algún tiempo atrás, y sabía que este acontecimiento tendría lugar al nochar ese día y que no debía, aún pudiendo, alterar la historia. En sólo nueve nanosegundos tomó posesión del auto, apagó las luces sabiendo bien, que Eme Jota estaba destinado a yacer en el fondo del abismo sepultado por un inmenso desprendimiento de tierra provocado por su misma caída tras pisar en terreno falso.

Nueve nanosegundos antes de exhalar su último aliento, cuando ya no era posible alterar la historia de su muerte dada, Eme Jota se vió siendo transportado, muy lentamente, a sus tiempos de niñez, juventud y adulto hasta verse a sí mismo, justo en el momento en que vió el resplandor que iluminó sus ojos inquisitivos y que, en su afán, adelantó sus pasos hacia la profundidad del abismo, sólo que esta vez, escuchaba voces informándole que había sido rescatado de su infortunio y que, poco a poco, se restablecería totalmente y, aún más que, de momento, era menester guardara el más absoluto reposo. Eme Jota comprendió bien su estado y la instrucción recibida por lo que, aceptando su condición, se durmió plácidamente.

En esos mismos nueve nanosegundos, Sol Titlania trasladó el auto a un museo donde lo dejó como reliquia del pasado; luego, en otros nueve nanosegundos estaba cómodamente sentada en su oficina. Transcurrido un tiempo después, durante un solsticio, ambos, Eme Jota y Sol Titlania recordando lo sucedido junto con otras amistades más, visitaron aquel entorno, mientras millares de luciérnagas aparecían como de la nada a su paso por aquel lugar recóndito.

Eme Jota tenía veinte años de edad y durante esa corta edad había tenido un par de conversaciones con su padre y ninguna con su madre quien murió en su alumbramiento a la vida. En el gran complejo habitacional donde residía desde hacia unos diez años, salía a recorrer calles o caminos pocas veces en su auto, no tenía amigos ni enemigos. Fue en un atardecer, cuando recibió noticia de que su padre había tenido un accidente en su avión particular dejando, en su haber, toda su herencia calculada en inusual gigantesco patrimonio. Aquella inmensa fortuna ahora era suya, propia y de nadie más. .

Las nubes y estructuras de la ciudad oscurecían como pintura al óleo desteñida dejando a hurtadillas un cierto fulgor de la puesta del sol como el reflejo de fuego moribundo que no ha de resucitar. Eme Jota estuvo de acuerdo consigo mismo en que no había nada alarmante en el aspecto de la ciudad y prosiguió su vida recibiendo más y más noticias de su nuevo entorno económico y del nuevo entorno social que desconocía totalmente. Todo esto lo sabía Sol Titlania sin ninguna participación de su parte porque no podía, ni debía aún pudiendo, alterar la historia pero, sí podía, y era lo que haría, adelantarse al tiempo y esperar para iniciar la construcción del futuro que no era de nadie, sólo suyo y de las personas de su grupo reunido en la gran noria espacial.

Mientras tanto, Sol Titlania veía la misma calle desde otra perpectiva. Le agradó ver un puesto de verduras en el frente de un parque, ya casi nocturnal, las anaranjadas y brillantes zanahorias frescas, cebollas, tomates, chayotes, papas y. hacia un lado observó, una limpia cortina blanca que ondeaba en una ventana abierta, a la vez que varios autos doblaban con gran exactitud en una esquina de la calle y así, al poner su mirada en otra esquina notó, en los ventanales de los negocios que ahí estaban, el gran despliegue de mercaderías con toda clase de bienes fabricados por trabajadores, pequeños empresarios y grandes empresas para ser usados por quienes tuvieran necesidades de comprarlas; en fin, observó el aspecto de aquella calle próspera aunque algunos negocios ya estaban cerrados al público. Todo estaba bien, de momento no se adelantaría al tiempo, aún había mucho por ver.

Eme Jota había oído decir que en la infancia era prudente la orientación hacia lo posibles traumas que suceden a las personas en la vida para vencer los miedos del dolor y la muerte pero no era algo que en su vida le habían afectado pero, pensando al respecto, permaneció un largo rato, en silencio, y luego tras meditarlo, decidió no hablar de sus sentimientos con nadie; a fin de cuentas, no tenía amigos con quienes pudiera conversar de lo que consideraba pormenores y tampoco tenía enemigos de los cuales tuviera que ocultar vacíos o temores. Tampoco Sol Titlania podía inmiscuir en sus pensamientos pero si tenía gran habilidad para leer en sus facciones la soledad que Eme Jota siempre había tenido sin que tal le preocupara en nada; podía distinguir que su soledad le era intrínsecamente buena parte de su complacencia.

Eme Jota apartó de inmediato esos recuerdos y vino a su mente la vez en que sintió, como una luz que le llegaba a su presente, con instante de esplendor a su solitaria morada en la pacífica progresión de su vivir que no imaginaba, ni le importaba cómo sería su futuro, a fin de cuentas tenía lo que llamó "todo el dinero del mundo" y. qué más da, si nada en la vida me ha interesado nunca, nada me va a interesar ya, de eso estoy segura, afirmó para sí misma. Fue cuando evocó que hacía unos diez años había hablado telefónicamente con la única persona con la que habló una vez en su infancia quien le dijo que si había pensado en lo que iba a ser de su vida cuando fuera grande y, ella, recordó decirle, no sé, eso lo veré cuando sea grande.

Lo demás de aquella conversación se había borrado de su mente; estaba ensimismada, como siempre había estado, como para acordarse de cosas incomprensibles para ella, como pensar en un futuro fuera de mediano o lejano plazo y, meditando en eso, alcanzó a ver un anuncio vegano que decía: "las vacas somos vegetarianas, no comemos carne humana". Era un gran anuncio colocado en un edificio comercial dedicado a comidas vegetarianas. Eme esbozó una sonrisa sin saber que al frente de ese edificio, había otro edificio similar, sin anuncios, donde estaba la oficina de Juancho Kárnico, presidente de una gran empresa cárnica.



Juancho Kárnico permanecía la mayor parte de su tiempo ligado a su escritorio. Aunque de mediana edad, era como si tuviera prematura vejez, parecía que nunca había sido joven. De boca carnuda y de frente calva era petulante al hablar con actitud lánguida, de cara pálida y fofa, parecía disfrutar de cierto abandono en su personalidad con mirada velada en sus ojos claros como obstinados y vacíos.

Juancho oyó la puerta que se abría y sin levantar la cabeza dijo irritado.
-si tienes que decirme algo dilo pronto y no molestes eh
En voz baja AsterLuxor se acercó al escritorio y le dijo:
-Es importante, Juancho
- Bueno, bueno. ¿Dime de qué se trata?
AsterLuxor miró el mapa que colgaba de la pared con sus colores desteñidos tras el cristal. En verdad eran varios mapas pequeños que formaban lo que se podía ver como si fuera un solo mapa; y a AsterLuxor le parecían como inmóviles observadores de los muchos presidentes de Kárnico sentados, ahí mismo, durante muchos y muchos años mostrandos sus latifundios como terreno propio para la crianza de vacas de su denominado negocio de engorde.
-Se trata de la Finca Guacimal le dijo AsterLuxor
- ¿Y ahora qué? ¿Tendremos que cortar más bosque para meter más vacas porque la población crece y crece y necesita comer más carne? ¿O qué es lo que vienes a decirme?
- Sabes a lo que me refiero, Juancho
- ¿Tenías que molestarme por lo mismo de siempre?
AsterLuxor le miró en silencio con su forma de mirar a la gente directamente a los ojos que obligaba al interlocutor a enfrentarse a su mirada en sus ojos verdes, grandes e inquisidores bajo su pelo rubio que caía hasta llegar a su melenuda cabellera sobre sus cejas y su rostro que emanaba esmerada atención con buen ánimo de franqueza. -¿Bueno dilo, qué pasa ahora? preguntó Kárnico bruscamente.
- Que tenemos que cortar más árboles y eso significa buscar de antemano compradores de madera para financiar la corta y los precios que nos ofrecen los posibles compradores están muy bajos como consecuencia de sembradíos de árboles nuevos y no propiamente de los árboles de bosque primario y secundario como los de la Finca Guacimal.

Con expresión cautelosa, Kárnico preguntó pausadamente:
-¿Qué se sabe del accidente aéreo?
- Se sabe que su herencia está en posesión de su hija y aún no sabemos si aportará algún capital para ayudar con este problema que tenemos.
-Bien, ¿qué quieres que haga?
-Eso lo tienes que decidir tú Juancho; si iniciamos la corta sin esperar compradores aportando tú el dinero para reembolsar después cuando encontremos compradores; pero es necesario más terreno para engorde de más vacas que es nuestro comercio y que tiene venta asegurada, porque cada vez hay más clientes potenciales y asíduos que requieren los productos de Kárnico.
- ¿Sabes quién es la nueva heredera?
- sólo sé que se hace llamar Eme Jota y debe estar, suponemos, pendiente de la venta de sus muchos terrenos que estaban vacíos pero que ahora tienen gran futuro económico. Porque surgieron en ellos nuevas ciudadelas que ahora se estan convirtiendo en ciudades, con nuevas centrales eléctricas, donde se están afincando fábricas y edificios de vivienda en regiones en las que, anteriormente, no prestaban atención. Ahora es un verdadero nuevo estado industrial donde el dinero corre como agua de manantial. Le recuerdo que toda la Finca Guacimal pertenece ahora a Eme Jota y que ese no es su verdadero nombre.
Me parece, dijo Juancho, que hemos de pensar un poco al respecto.
-Entonces, ¿no vas a hacer nada para modificar la Finca Guacimal?
- ¡No he dicho eso! ¡Claro que no he dicho eso para nada!
Kárnico se sorprendió por la expresión de AsterLuxor.
-Lo sabes muy bien, no sabemos quién es ni qué va a hacer Eme Jota.
-¡A la mierda con Eme Jota! -exclamó Juancho Kárnico.
AsterLuxor no se movió ni contestó, permaneciendo con la vista hacia el mapa y sin mirar a Juancho. Transcurrido un momento, saludó con una inclinación y abandonó la oficina.

Sin ser notados en aboluto, Sol Titlania y su grupo de colaboradores estuvieron presentes en toda la conversación entre Juancho Kárnico y AsterLuxor. De inmediato, en sólo nueve nanosegundos volvieron a la noria desde donde jubilosos empezaron a escribir los primeros mensajes desde su presente inmediato que, a su vez, era el presente inmediato para la empresa de Kárnico sin inmiscuirse aún en la empresa de veganos ni en el movimiento de vegetarianos. Ya toda la herencia económica y terrenal estaba a nombre de Sol Titlania y sus colaboradores que, sin prisa, irían cediendo a nuevos propietarios. El sesenta y seis por ciento de la Finca Guacimal sería cedida al Parque Nacional con el que colindaba y el engorde y sacrificio de vacas pasaría a ser una industria que denominaron lechera-casera mientras, posteriormente, invertirían en cultivos que a la postre daría como resultado la gran chocowana, producto que cambió el rumbo del mundo. Lo importante, de momento, era detener el sacrificio vacuno.

Sol Titlania se sentó en el enorme sillón frente al escritorio de Juancho Kárnico acompañada de Histrias, Histry, Elasy y Coney en sillas cómodas que AsterLuxor había llevado tal como se lo había solicitado Sol Titlania por escrito quien ahora era su ayudante especial. Ya estaba muy al final de la tarde y las luces de la ciudad se veían por los ventanales de la oficina de Juancho Kárnico quien, sentado en su escritorio tenía claramente visible su cabeza hundida entre sus hombros. Luego hablaremos de mis muchas inversiones en Kárnico -empezó diciendo Sol Titlania- que ya están a cargo de quienes me acompañan; lo dijo sin presentárselos a Juancho Kárnico y continuó diciendo, como ya se los he presentado AsterLuxor quien también nos ha ayudado a comprar, al doble de su valor, todas las acciones que estaban en propiedad de los inversionistas de Kárnico, excepto su participación, Juancho Kárnico, que corresponde a un diez por ciento del valor de esta empresa que lleva su nombre, que publicitariamente es de su propiedad y sus familiares que constan en papeles legales, y que respetamos, pero que en verdad no existen esas personas físicas.

Entiendo que van a invertir en la Finca Guacimal, se atrevió a decir Juancho Kárnico, y me complace porque es urgente la deforestación para continuar con expansión de ganado de engorde.
El sesenta y seis por ciento de la Finca Guacimal ya fue cedida al Parque Nacional con el que colinda y el engorde y sacrificio de vacas ha pasado a ser una industria que hemos denominado lechera-casera mientras encontramos un sustituto comercial para ocupar esas tierras como sembradío de un producto superior en contenido económico y menor en mantenimiento con la ventaja de que goza de amplísimo sector del público dijo Histrias.
AsterLuxor hizo un leve gesto absteniéndose de festejar pero sí fue obvia su voz atragantada.

Juancho Kárnico un poco turbado por la actitud de AsterLuxor preguntó: - ¿Y de que trata ese nuevo producto?
Elasy intervino: por ahora es secreto empresarial porque Finca Guacimal ya no pertenece a Kárnico y de momento lo que más nos interesa es que ninguna res sea sacrificada; las vacas han sabido siempre que van a ser comida en hartaderos de carne; no son tontas como crees, "las vacas son vegetarianas, no comen carne humana"

Juancho Kárnico sintió un ligero temblor en todo su cuerpo al darse cuenta que el slogan del edificio de enfrente, del que tanto se burlaba constantemente, estaba siendo dicho en su propia oficina y, pensándolo mejor se preguntó a sí mismo: "¿en mi propia oficina? o ¿el en el diez por ciento de lo que hasta ahora ha sido mi propia oficina?". Juancho Kárnico se echó hacia atrás en su sillón.

Histry, con una voz de mando que nunca se había escuchado en aquella oficina acentuó: AsterLuxor, ordena que sea publicado un anuncio que requiera trabajadores esperimentados en la industria lechera pagando el doble por servicios profesionales y sacó de su bolsillo un papel y se la alcanzó a AsterLuxor diciéndole: Aquí están los números y las condiciones necesarias para contratar personas. Lo haremos desde la firma Kárnico para que todas las empresas se enteren de nuestras nuevas inversiones y subiremos el precio de nuestras acciones al punto de que ninguna persona o empresa desee comprarlas, son nuestras, sólo nuestras y de nadie más; no están ni estarán nunca en venta. Dinero tenemos suficiente y no necesitamos más. Luego haremos una transacción para que las empresas pasen a ser propiedad de una sociedad de responsabilidad limitada

Kárnico quedó con la mirada clavada en su escritorio. Pensó que, desde que se engordaron y mataron a las primeras reses en los tiempos en que su padre era el mayor accionista y presidente de la empresa, quien realizaba su tarea con superlativa eficacia, no se había percatado que la situación que estaba viviendo era causa de su inoperancia y mal manejo de su empresa que, finalmente, ahora estaba en manos de otras personas que ni conocía ni había oído hablar, ni antes ni nunca; de la actualidad que le envolvía sin tener idea de donde podría estar su futuro, si es que, de casualidad pudiera llegar a tenerlo. Pero no quiso seguir pensando así, porque a su modo de ver ese sentimiento no estaba dentro de los límites de su humananidad posible. -No es justo -sentenció Juancho Kárnico.
¿Qué cosa? - preguntó AsterLuxo
- Yo, Juancho Kárnico siempre he pensado que tenemos que ayudar a las pequeñas empresas para que se desarrollen distribuyendo nuestros productos que alimentan a nuestros ciudadanos
- Y que te ha hecho millonario a ti y a tu familia sin pensar en ayudarles tal como lo haz dicho, le respondió AsterLuxor; no es cierta esa nobleza que ahora esgrimes para decirte a tí mismo que eres una buena persona pero todos los que estamos aquí presentes sabemos que no es así.

Pero eso puede cambiar -intervino Coney. - Sí puedes a futuro inmediato ayudar a las pequeñas empresas para que se desarrollen distribuyendo nuestros productos. Al consumirlos puedes parecerte más joven y disfrutar la vida como nunca antes lo has hecho, es cuestión de perspectiva, de un nuevo punto de vista; de una nueva forma de ganar tu dinero pero no más del que necesitas para asegurar tu subsistencia.

Juancho Kárnico sintió temor por la forma en que los ojos de todos los presentes le miraban y permaneció un momento inmóvil. - No veo ninguna necesidad para todas estas acciones que han sido tomadas de manera inmediata -expresó por fin, con aire turbado. - Todavía no me dicen en que consiste el nuevo producto e, incluso, ya no es una empresa de mi compañía; por lo tanto ya no estoy interesado en ayudar a nadie. Solo quiero ganar dinero.
-Esa es una actitud muy poco práctica, se aventuró a decir AsterLuxor, si recuerdas lo que acabas de decir anteriormente y renuncias a la ambición egoísta de ganancias, como lo hemos hecho en el pasado matando vacas, y recordando también lo que siempre has dicho, que ha sido aceptado como regla general de tu empresa, que en cualquier negocio que se emprenda, los intereses de la sociedad siempre deben ser antepuestos a los personales. Estamos en el inicio de una nueva vida -prosiguió- y ya no vamos a matar vacas, ya no volveremos a comérnoslas. Las vacas tienen derecho a vivir bién en entornos floridos y boscosos con mejores suelos, a ser felices sin sobrepoblación y, nosotros también.


Histrias

Histry

Coney

Elasy

AsterLuxor

EmeJota

SolTitlania

Pasado un tiempo, según dijera AsterLuxor, mantuve conversaciones en las que les hice ver mis apreciaciones en torno a nosotros los humanos, haciendo hincapié en que el desarrollo, primeramente, se debió a la caza e ingesta de carne. Luego les comenté sobre lo que para mí siempre había sido objeto de gran valor en esos primeros tiempos de la humanidad, como la posesión del fuego y los primeros sembradíos que dieron paso al sedentarismo y al comercio que siguió siendo nómada y, todo esto, aunado a la creación de herramientas que fueron siendo confeccionadas cada vez mejores y, bueno, es algo que seguimos haciendo aún hoy; lo que nos hace y ha hecho posible alcanzar logros como la misma humanidad en el espacio extraterrestre. Y también ahondé sobre el aprendizaje heredado vía familiar porque desde antes del destete alimenticio materno nos transmitimos conocimientos que, además de que percibimos, apercibimos conocimientos inmersos familiarmente.

Recuerdo que en la última conversación me informaron sobre las llamadas ENES pronunciadas como "enes o enés" con acento variable según cada quien; y que eran energías incoporadas a verduras, frutas y legumbres como las mitocondrias son a las células y, entonces, luego de mostrar mi interés sobre el asunto, me propusieron darme estudio al respecto y, claro, acepté inmediatamente.

En ese entonces yo era una persona sin compromisos de ninguna especie, vivía solamente entregado a mi trabajo en una cómoda casa asignada por la empresa sin poseer nexos familiares porque mis padres ya no existían, ya no vivían. Poco a poco me fueron informando sobre la existencia de las norias espaciales, que eran centros de estudio y, a la vez, contaban con toda clase de comodidades para vivir. Así enrumbé hacia una nueva vida mediando todo tipo de seguridad hacia mi persona y trabajando y viviendo en el seno de una comunidad científica. Fue cuando conocí a Eme Jota.

Inicios. Tercera Secuencia, Titlanias


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