De los Múrices, caracoles llamados Cambutes en Costa Rica, sabemos que es en marzo, en luna llena, cuando
estos caracoles gigantes
salen a las playas (del Pacífico) para su celo anual.
Este caracol es famoso por su tinta color múrice,
la misma con la que muchas guaymíes tiñen sus ropas
y nos dan un ejemplo de desarrollo sostenido.
El cambute es un molusco de gran caracol que segrega
un líquido lechoso que, siguiendo una técnica o tratamiento,
proporciona a los guaymíes el tinte lila encendido en su ropa.
Usualmente los indios llegan a la costa cuando la luna está en cuarto menguante. Toman este caracol que se encuentra adherido en las rocas,
le soplan una o dos veces y entonces sale un líquido blanco lechoso.
Esta sustancia la vierten sobre algodón
que luego sumergen en el mar
porque el agua salada sirve como fijador.
Al secarse, da ese color "morado lila encendido"
mejor conocido como color múrice.
Al molusco en su caracol se le deja en la piedra
porque ha de seguir siendo útil.
Cuando el Cambute está en celo,
macho y hembra giran en torno el uno con el otro.
Llama la atención porque sus movimientos semejan una danza.
Entre los habitantes del Pacífico seco de Guanacaste,
hay una tonada musical conocida como El Cambute,
que correspode también al baile regional santacruceño
conocido como el "Baile del Caracol".
Es precisamente en esta región
en donde el molusco apenas sobrevive.
En Guanacaste no es buscado por su tinte
sino por su carne; y en Costa Rica aún no existe
ningún proyecto o forma de cultivarle para evitar
su extinción utilizando su tinte tan preciado por el comercio.
Los guaymíes son especiales porque ellos sí
tienen aún (y desean mantener) su cultura tradicional
enclavada en el "Parque Internacional de la Amistad".
Como remembranza cabe destacar que el color púrpura fue usado y comercializado por los antiguos fenicios tanto por sí solo como mezclado con índigo al que llamaban Azul Real o de Jacinto.
Tómese en cuenta que en las factorías de toda la ribera mediterránea existieron muchas muy famosas como la de Malta, por ejemplo, o la de Tiro que tuvo gran prestigio en Líbano, la metrópoli de la que partieron los fundadores de Gadir donde hoy se asienta la ciudad de Cádiz en España.
Y es que la púrpura era, verdaderamente, muy costosa; tanto así que el historiador Teopompo que vivió en el siglo cuarto antes de nuestra era decía que "el tinte púrpura valía su peso en plata" porque para producir un gramo de púrpura se necesitaban capturar no menos de unos nueve mil moluscos lo que hacía que el comercio estaba limitado para su uso únicamente como un gran artículo de lujo.
Así las prendas púrpuras llegaron a poseer gran valor simbólico e incluso denotaban lo relacionado con la nobleza. Así vemos que en tiempos de la Roma Imperial formaba parte del atuendo del emperador quien era la única persona quien podía usarlas de manera particular y no era permitido que ninguna otra persona pudiera vestirse con tal vestimenta del tinte púrpura.
Posteriormente las solemnidades religiosas, y aún hoy, tal color es utilizado en la llamada Semana Santa de la religiosidad católica. En Costa Rica tal color fue preponderante en la escogencia de la Guaria Morada como flor nacional dado que para los meses de febrero a marzo es cuando florece y era común observarlas en las arboledas y los tejados de las casas de los ricos hacendados, caficultores en su mayoría.
Así también, y por la misma época, la canción nacional "La Guaria Morada" del compositor Roberto Gutiérrez El Talolinga fue denominada como canción nacional porque los pobladores costarricenses tenían gran apego por el color púrpura, incluso. y como dato curioso, por esos mismos años nació el Deportivo Saprissa, máximo exponente del futbol costarricense, que escogió para su uniforme el denominado color morado, que goza aún hoy, de gran simpatía por sus muchos seguidores.
El caracol múrice o púrpura que proporciona ese líquido lechoso tan conocido por los pobladores indígenas de la comunidad Boruca en la Región Brunca en el Pacífico Sur de Costa Rica, suelen utilizarlo para teñir los hilos y pabilos que, posteriomente, los utilizan para sus variados tejidos de color púrpura.
Así también, en la fase menguante lunar, los Borucas llegan a los desfiladeros colidantes con las playas más rocosas y encuentran los caracoles múrice escondidos entre los riscos que es donde se aparean entre los arrecifes.
Con mucha atención y gran cuidado, van desprendiendo los caracoles que están asidos en las resbaladizas y filosas rocas; y, muy suavemente los soplan para hacerlos soltar el líquido amarillo que cae sobre el pabilo que llevan en sus manos. Este tinte, producto de soplar el caracol, no es posible almacenarlo por lo que se debe usar para teñir el hilo justo en el mismo lugar donde se encuentra el caracol en su temporada de celo. Así entonces, sin ocasionar daño alguno al cambute o caracol múrice, lo devuelven a la misma roca donde se le encuentra.
Hay muchas prendas por adquirir en estas comunidades indígenas con ánimo de la obtención de un mejor desarrollo comercial y turístico y fomentar esta tradición milenaria que conlleva un arduo trabajo y, también arriesgado, si no fuera por la práctica de esta labor que les caracteriza y les permite a estos pueblos permanecer en esta actividad donde año con año elaboran su colorida artesanía.