Capítulo Siete, Kant, del espacio y del tiempo A mí se me ocurrió empezar por dividir el conocimiento humano en tres grandes grupos: primero, el conocimiento matemático; segundo el conocimiento físico y tercero el conocimiento metafísico. Esta división parece pobre y sin embargo comprende la totalidad del saber, porque el conocimiento matemático -según mi forma de ver- nos pone en presencia de las formas universales posibles de todos los objetos, de todo ser, de toda existencia. El conocimiento físico es, en cambio, el conocimiento de la realidad misma, el conocimiento de las cosas, la ciencia del conjunto de todos los objetos reales en general; y luego la metafísica, ciencia de aquellos objetos que no nos son accesibles en la experiencia; extendiendo un poco más el sentido: "fundamento de cualquier sistemático conocimiento de la naturaleza como primeros principios o cimientos de cualquier conocimiento objetivo". Entonces ya entenderán ustedes por qué llamé "exposición metafísica del espacio" a esa exposición en que traté del espacio como "a priori" y como intuición. Aquí dejé y mostré que el espacio es el fundamento, es el último cimiento sobre el cual se asientan las matemáticas y es en este sentido en que uso la palabra metafísica. El espacio es "a priori", es decir, absolutamente independiente de la experiencia. Nosotros podemos perfectamente bien pensar el espacio sin cosas, pero no podemos de ninguna manera pensar las cosas sin espacio. Por consiguiente el pensamiento de las cosas supone ya el espacio, pero el pensamiento del espacio no supone las cosas. Es perfectamente posible pensar la extensión pura del espacio, el espacio infinito, tendiéndose en sus tres dimensiones, infinitamente sin ninguna cosa en él. Pero es absolutamente imposible pensar una cosa real, sin que esa cosa real esté en el espacio, es decir, en el ámbito previo en el cual se localizan cada una de nuestras percepciones. Así pues, el espacio es "a priori", no se deriva de la experiencia, sino que la experiencia lo supone; ese espacio es una intuición, no es un concepto. ¿Qué diferencia hay entre un concepto y una intuición? El concepto es una unidad mental dentro de la cual están comprendidos un número indefinido de seres y de cosas. El concepto de hombre, por ejemplo, es la unidad mental de aquellos caracteres que definen a todos los hombres. Por consiguiente, el concepto cubre un número indefinido de cosas, de seres a los cuales se refiere. En cambio, intuición es la operación, el acto del espíritu que toma conocimiento directamente de una individualidad. Yo no puedo tener intuición de objeto de un concepto, puesto que éste es un número indefinido de seres. Puedo tener intuición de "este" hombre, concreto, particular, uno solo; pero no puedo tener intuición del hombre en general. Una intuición nos da conocimiento de un objeto singular, único, y eso es lo que ha sucedido con el espacio. El espacio no es un concepto, porque este término no cubre una especie o un género; no hay muchos espacios; no hay más que un solo espacio, el espacio es único. Sin duda hablamos de varios espacios, pero cuando lo hacemos, cuando decimos, por ejemplo, que en un edificio hay muchos espacios (cada sala contiene un espacio); cuando decimos eso, es una manera literaria de hablar, porque en realidad sabemos muy bien que cada uno de esos espacios particulares no son más que una parte del Espacio Universal, el único espacio. Por consiguiente, el espacio no es un concepto, sino una intuición. Así pues, todas nuestras percepciones sensibles referentes a objetos exteriores, contienen ya implícita la forma del espacio, su forma en el espacio; porque el espacio no es una cosa más además de las otras cosas, sino que es la condición que el sujeto impone a la cosa para que ésta sea cognoscible por nosotros. El espacio es, pues, una forma de sensibilidad trascendental. Y por eso es que podemos, sin mirar a las cosas, con los ojos cerrados, los oídos tapados, construir enteramente la geometría y estar, sin embargo, seguros absolutamente, sin temor de ser desmentidos nunca, que nuestra constitución geométrica va a aplicarse perfectamente a la realidad. Ahora bien; lo que acontece al yo, implica ya el tiempo, porque todo acontecer es un sobrevenir, un advenir, un llegar a ser algo de lo que todavía aún no es; es decir, que ya de antemano está supuesto el cauce, el carril general en donde todo lo que acontece, acontece; o sea, el tiempo. Acontecer significa que en el curso del tiempo algo viene a ser, a existir. Por consiguiente, si toda percepción sensible es una vivencia y toda vivencia es algo que sobreviene en nosotros, este algo que sobreviene en nosotros, sobreviene ahora, o sea después de algo que sobrevino antes y, antes de algo que va a sobrevenir después: es decir que tal acontecer ya implica el tiempo, para poder existir. Podemos pensar, concebir muy bien el tiempo sin acontecimientos, pero no podemos de manera alguna concebir un acontecimiento sin el tiempo (del mismo modo que al hablar del espacio decíamos anteriormente "que podíamos concebir el espacio sin cosas u objetos en él, pero no podíamos concebir cosa alguna que no esté en el espacio"). ¿Qué quiere decir ésto? Quiere decir que el tiempo no es un concepto, el tiempo es "pura intuición". Así, pues, el espacio y el tiempo son las formas de la sensibilidad. El espacio es la forma de la experiencia o percepciones externas, mientras que el tiempo es la forma de las vivencias, o percepciones internas. Mas toda percepción externa tiene dos caras: es externa por uno de sus lados, por cuanto está constituida por lo que llamamos en sicología un elemento presentativo; pero es interna por otro de sus lados, por cuanto al mismo tiempo que yo percibo alguna cosa, voy al mismo tiempo dentro de mí, sabiendo que la percibo; pero, no solo la percepción de ella obtengo, sino también la apercepción; esto es que me doy cuenta de que la percibo. Así pues, es al mismo tiempo un salir de mí hacia la cosa real, fuera de mí, y un estar en mí mismo, en cuyo mí mismo acontece esta vivencia. Por consiguiente, el tiempo tiene una posición privilegiada, porque el tiempo es forma de la sensibilidad externa e interna, mientras que el espacio sólo es forma de la sensibilidad externa. Esta posición privilegiada del tiempo, que comprende en su seno la totalidad de las vivencias, tanto en su referencia a objetos exteriores, como en cuanto a acontecimientos interiores, es la base y fundamento de la compenetración que existe entre la geometría y la aritmética. La geometría y la artimética no son dos ciencias paralelas, sino que son dos ciencias que se compenetran mutuamente. Esto es posible porque el espacio y el tiempo, base de las matemáticas, no son cosas que nosotros conozcamos por experiencia, sino que son formas de nuestra facultad de percibir las cosas, y por lo tanto son estructuras que nosotros "a priori", fuera de toda experiencia imprimimos sobre nuestras sensaciones para convertirlas en objetos cognoscibles. Continúa aquí; Capítulo Ocho, Marx, el materialismo histórico >
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Depando al voyageur: con niños en viaje interestelar alcanzamos al voyageur; en ruta encontramos reminiscencias del pensamiento griego. |
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