De la poesía de Hannia Hoffmann. ¡ Cenicienta, baja pronto las escaleras doradas ! Está sesionando en pleno el Concejo de las Hadas. Viaja en el aire la magia... ¡ Lava tu rostro y tus manos ! Te conseguiré un cochero que te conduzca a la casa donde, en secreto, llegaron ya todas las delegadas. El Hada Mab, dulce y buena, está vestida de gala. Con su transparente velo te cubrirá. Entre sutiles destellos sentirás vibrar el alma: de las artes y la música, disfrutarás. Beryluna, como siempre, llega en segundo lugar. Brilla vestida de plata. Y un pájaro misterioso te va a obsequiar: el ave azul que, afanosos, buscan aquellos quienes, por hallar fortuna, dejan su hogar. También te dará el sombrero - aquel famoso- para mover el diamante de su lugar y con grandes ojos nuevos verás surgir los más ocultos detalles del mundo real. El Hada de las Sonrisas ahí está ya. Y con su magia secreta te va a otorgar el don de sonreír siempre, dulce y en paz. También la Noche. ¡ La Noche no ha de faltar a tan importante evento ! ¡ Claro que está ! Te regalará una estrella linda y fugaz, un trozo de su silencio y de oscuridad. ¡ Baja pronto, Cenicienta ! ¡ No esperes más ! Las Hadas son impacientes, ahí están ya. ¿ Qué está roto tu vestido ? No importará. La magia flota en el aire y te envolverá. El Hada de la Fortuna llegó temprano. Por muchas largas jornadas ha trabajado. Está buscando la forma para que tengas mejores medios de vida y un buen trabajo. Ya ven pronto, Cenicienta, las viejas Hadas penetraron el fondo de tus secretos, descubrieron las causas de tus silencios y, a tus viejos dolores, buscan remedio. Convertirán en coche tu calabaza. Envolverán en magia tus aposentos. Cuando entres al recinto donde trabajan, sentirás en el aire su azul misterio. Una mágica fuerza sus actos guía, de la que tú eres parte, como son ellas. Es una suave esencia en la que se comparten, en la que te compartes y te transformas. Ven pronto Cenicienta, que las palabras, ni describen las horas que ya te aguardan. Entra en la magia, baja las escaleras. Ven, únete al Concejo y serás un Hada. Magia azul ha de envolverte. Prueba este néctar, descansa. Despertarás en un sueño que tu realidad alcanza. Hannia Hoffmann-octubre 1996 Para Eric Díazserrano... ¿Te acuerdas? Fue en invierno, hace ya muchos años. Caminando en el patio, en aquella tarde, encontré un fruto del árbol viejo. Era un cas, las semillas germinaron en su seno. Parecía un bosque en miniatura. Eso fue hace algún tiempo. Tú lo sembraste. Los árboles crecieron, ya dieron frutos, igual que tus palabras y nuestros sueños. Hoy... rumbo al árbol viejo, vi aquel ave chiquita que llevaba en su pico lo que asumí una flor. El ave hace a este árbol cotidianas visitas y transita en sus ramas, vuela de flor en flor. El árbol es gigante, frondoso, poderoso. Sus frutos deliciosos, placentera su sombra. El árbol es grandioso, está lleno de vidas; le visitan las aves, los insectos le habitan. De sus frutos comemos: insectos, aves,yo... que también le visito y sus ramas me abrigan. Admirando sus formas, las hojitas que, juntas, me parecen un techo donde permea la luz en discretos destellos; y las nubes se asoman mientras las aves cantan, posadas en este árbol. Las arañas que tejen, y también tejo yo, sentada bajo el árbol respirando su vida, presintiendo su esencia, intuyendo su yo. Es vegetal, el árbol, otra forma de vida diferente a la nuestra, los pájaros, tú o yo. Es vegetal y pienso en su eterna presencia. Eterna, pues en mi alma la he eternizado yo. El árbol y sus hojas. Las líneas de sus ramas. El árbol con sus flores. Sus frutos en la luz. Los seres que le habitan, le animan, le visitan. Escenario de fábula de la reproducción. Aquella mariposa captura mi mirada, sus hermosos colores merecen mi atención. Se posó silenciosa, encima de una rama y sus formas alegran más la decoración. El sonido de un pájaro en aquella alta rama me atrajo suavemente... sus armoniosos trinos endulzan mis oídos: serenata de notas hasta mi íntimo yo. El árbol me cautiva... El viejo árbol me llama. En mis ratos de ocio captura mi atención. En el suelo, sus hojas fertilizan la tierra; las hojas secas muertas que están en derredor. El árbol me cautiva... El olor de su savia. Sensación de tibieza. Juegos de sombra y luz. Los frutos han caído y, a su pie, germinaron. !Es que la vida misma está en ebullición ! Este árbol es la vida, el fruto, la semilla; las aves que le habitan, los insectos, la flor... Arraigado en la tierra desde hace cuánto tiempo, con su figura recia, con su savia y su olor, el viejo árbol recibe aquel ave chiquita: la que trae en su pico la pequeñita flor; la tomó del pequeño, del árbol más pequeño de los hijos de este árbol, que nacieron de un fruto cuya simiente nos germinó completa, igual que tus palabras y nuestro amor. De la poesía de Hannia Hoffmann. ¡ Mira que ha llegado el alba ! Vive esta aurora. Descansa. La noche está lejos. Mira: la mañana será larga. ¡ Ven ¡ Las horas de este siglo están quietas en la estancia. Ordenaditas... esperan. Mis largos y finos dedos ya sabrán acariciarlas. Cuando el momento les llegue, disfrutaré el habitarlas. Mira las horas. Sí, míralas. Mira las horas. Y siéntelas. Son transparentes, son tibias. Son luminosas y suaves las horas de esta nueva alba. Ya mis manos están prestas: saben cómo transformarlas. Las tejerán suavemente... Esas transparentes horas que me esperan y te aguardan, con firmes, sutiles pasos mis pies han de caminarlas... Las llenaré de sonrisas. Las colmarás de caricias. Los minutos serán besos . Los segundos, alegrías. Contémplalas en silencio desde tu sitio, en la aurora. Intúyelas en secreto. Entre tus ágiles dedos acaricia prontamente sus tiernos hilos primeros. Para que, dóciles, vengan; para que tejas con ellos, -esos hilos que son horas, horas vida y horas tiempo- para que los dos tejamos, juntitos, nuestros anhelos: mullidos y bellos sueños. Caros, concretos proyectos. La mañana será larga y la vida está sonriendo. ¡ No apresuremos el paso ¡ ¡ Dancemos dentro del tiempo ¡ La tibieza de la aurora calentará nuestros cuerpos. Alegrémonos, entonces... Pues es ancho el horizonte y son gratos los recuerdos. Muy claro y tibio es el día que nos espera... De la poesía de Hannia Hoffmann. Sola contemplando el cielo, buscando enigmas... Talvez antiguas canciones que llegaran desde lejos. Sola. Me encontraba sola. Escudriñando secretos de la antigua Madre Tierra. Justo a la orilla del mar. La música de las olas se escuchaba en el silencio. Y la espuma de las aguas brillaba en la oscuridad. En mi mente se cruzaron mil pequeños duendes necios que, sin querer o queriendo, turbaron mi quieto ensueño. Brillantes constelaciones. Luna, refulgente luna. Cielos en tonos azules, tan azules como el mar. Tonos de azul y de plata. Juegos de estrellas y luna. Toda belleza, natura. Pero igual mi soledad. Noche, paisaje y silencio. - Tenuemente lo recuerdo-. ¿ Qué vuelve un instante eterno ? En un rincón de la noche la amorosa Madre Tierra me dejó ver sus secretos. ¡ Iluminó mi horizonte una estrellita fugaz ¡ De la poesía de Hannia Hoffmann. Pienso yo que alguna tarde -sea en verano, sea en invierno- ha de regalarme el tiempo aquella vieja canción. La que he tenido pendiente y he soñado... Talvez una mariposa de tonos alucinantes, -o un colibrí caprichoso- la lleven de flor en flor. Y deba yo estar alerta, buscando el momento exacto en que pueda esa canción, volar en el aire. Libre, mezcladita entre los rayos los tibiecitos rayos que me regala el Sol... De la poesía de Hannia Hoffmann. ¿ Será verdad o mentira ? ¡ La Luna se enamoró ! ¡ Se ha enamorado la Luna y está muy celoso el Sol ! En un magnífico lago plateado -que su rostro redondo acarició con la mágica suavidad de sus aguas-, la luna se miró. ¡ Me devolvió un reflejo tan hermoso ! ¡ Pienso que él lo alteró ! Es cortés y valiente, es delicado... Su gentileza me envuelve y me asombra su belleza. Me perturba en su silencio, me captura con su paz. ¡ Quisiera ser la lámpara preciosa que bañe en luz el azul de tu paisaje ! Sí, Noble Lago. - lo dijo la Luna - Eso fue lo que un Cometa aseguró. Se lo ha contado al Sol,naciendo el Alba. Y el pobre Sol, tan sólo suspiró... En la noche titilan mil estrellas sonrientes, admirando el paisaje de un Lago Azul, en Luna llena. Y allá, en aquel rincón, un humano pintor con su paleta, captando la ocasión. - Es un encargo de la tierna Luna- se lo dice a un Cometa. Un regalo, un presente que yo debo ofrendarle al Sol, cuando amanezca. De la poesía de Hannia Hoffmann. Digamos que la noche estaba oscura y que un rayo de plata, de improviso, hendió su blanda superficie. Penetró sus silencios, insondables otrora. Bañó a sus habitantes en difusa luz. Se sintieron - de pronto- se palparon Y fueron y siguieron. Vivieron para siempre en la luz enigmática de aquel oblicuo y luminoso rayo que hirió por accidente la negra, oscura capa de la noche, que ante la luz cedió. En las sombras, siluetas dibujadas insinuaron apenas las formas de seres animados que habitaran en ellas... efectos de esa luz en la materia. Tenues líneas, dibujos blanquinegros: movimientos de sombras en las sombras. Y aquel plateado rayo jugando con las formas, encantando las líneas, haciendo magia con la geometría... Inmerso en esa magia el movimiento - materia y energía de los cuerpos de aquellos seres vivos -, les llevó a la conciencia la luz de plata, que siguió propalando sus geométricos juegos. Multiplicando líneas, reproduciendo formas. Proyectando universos en las manos, los ojos, los cuerpos y los labios; en las mentes y mundos de los seres humanos. De la poesía de Hannia Hoffmann. Pequeño colibrí, vibra tu cuerpo. Llévame, invítame, méteme en la magia de tu danza. De la poesía de Hannia Hoffmann. ¿ Qué es un poema ? -dijeron, en las horas de la tarde , las claras gotas de lluvia al eco de la montaña-. ¿ Qué es un poema ? -dijeron-. Y el eco les respondió: Un poema son las flores y los frutos de los árboles que la montaña prodiga. Un poema son los frutos, Un poema son las flores. Un poema son las aguas que bajan por las laderas de los montes, hasta el valle. Un poema de aguas claras que descienden hasta el valle. Es un poema el silencio que se guarda ante lo intenso. También la lluvia cayendo. Y las nubes. Y los vientos que silban entre los árboles. Son los pájaros que vuelan, sus nidos y sus polluelos un bello poema eterno. En tanto que el eco hablaba la tarde se fue muriendo. En agua, todas las gotas, juntas se fueron fundiendo. Llegó la noche, en sus sombras la montaña fue enguyendo. Y todo quedó sumido en un secreto misterio. El viento guardó silencio. Lo mismo hicieron las aves. Sólo se escuchó el murmullo de aquel eco repitiendo: Todo el orbe es un poema para aquel que sabe leerlo. Todo el orbe es un poema para que lo sientas tú. De la poesía de Hannia Hoffmann. Amaneció la mañana colorida y repintada, fresca y lozana. Se refrescó en el rocío la bella flora. El Sol extendió sus rayos: pintarrajeó las manzanas, aromatizó las flores e iluminó las ventanas. Se sofocó el mediodía, se endurecieron las sombras. Se emblanquecieron las blancas regordetas o alargadas, las nubes algodonadas. Cayó la tarde sabrosa, refrescando la jornada: los árboles se bañaron entre la tarde mojada. Y llegó la noche oscura cobijando el cielo en negro, con una luna grandota coronando sus misterios. De la poesía de Hannia Hoffmann. ¡ Que transcurran las horas suavemente ! Ay sí, que fluyan... No muy lentas, que no sean muy lentas. Tampoco excesivamente rápidas. Hace unos veinte años, una tarde, contemplé rasgarse el transparente velo que recubre el tiempo... Y me encontré frente a una encrucijada. Tomé mi decisión. Me dispuse y emprendí el camino por la vía que elegí. Transcurrieron las horas y los días; los meses y los años. Florecieron sonrisas en mis labios. Y brotaron los versos de mis manos. Y mis ojos lloraron algunas cuantas lágrimas. En mis plantas sentí el contacto suave de la yerba o la arena. Mis piernas continuaron firmes, moviéndose. Yo caminaba... Caminé varias vidas. Habité mil moradas. Me bebí las caricias y las aguas que me correspondieron: las que estaban celosamente custodiadas en los pliegues del tiempo. Alimenté mi cuerpo con los frutos que me ofreció natura. Recogidos, a veces, por mi propia mano. Y recibidos,otras, de manos hermanas. Alimenté mi espíritu con versos, con música y palabras. Enriquecí mi esencia contemplando los mares, las flores, los atardeceres. Ensanché mi horizonte levantando los ojos hacia el cielo, mirando los puntitos luminosos de lejanas estrellas. He caminado el tiempo y las distancias que me correspondieron, merced a mi elección de aquella tarde, frente a una encrucijada. El velo transparente que recubre mis horas venideras, esconde en sus repliegues mil opciones para llenar mis días. Hoy miro hacia el pasado satisfecha, sonriente. Agradecida del regalo, el hermoso privilegio que tengo al estar viva. Y miro hacia el futuro recelosa, disfrutando el presente, sigilosa. Escudriño rincones. Exploro mis sentidos. Descubro situaciones. Valoro y atesoro mis vivencias. Capitalizo versos. Cultivo mis amores. Velo en silencio mis antiguos sueños. Por que se cumplan, planto semillas en suelos etéreos que a diario riego con mágicas aguas y baño luego con la luz cálida de un etéreo sol. En el silencio tejo también mis hilos transparentes, que luego tiño con colores bellos, tomados de un doble arcoiris de mi mundo etéreo. Luego camino, marcho veloz dentro del gran silencio. Y llego al punto exacto donde ha veinte años se rasgó aquel velo. Filtro mis sueños entre sus hilachas, porque se transformen, esos viejos sueños, en felicidad... De la poesía de Hannia Hoffmann. El viejo juguetero rodeado del candor de todos sus juguetes, cansado, suspiró. Les miró silencioso y a todos les sonrió; cada uno tenía -de algún modo- su yo. La muñeca calladita a los ojos le miró y, ante el viejo sorprendido, con su linda voz cantó: "Tu trabajo silencioso de horas soles y años luz se me volvió carne viva sin que lo quisieras tú. La otra noche en que un suspiro del pecho se te escapó, vino directo a mi pecho y aliento a mi vida dio. Desde entonces yo te miro, noche a noche, trabajar; y callada la comparto, comparto tu soledad. Pero siempre que te marchas recojo esa soledad. El afán por tu trabajo en el que la vida das, deja en la estancia tus fuerzas al momento en que te vas; y yo, minuto a minuto,las recogí, por guardar, todas esas energías por si acaso y nada más. Para que no las hallaras las escondí en el desván. Anoche, al abrir la puerta - por guardar un poco más de aquellas tus energías- sobrevino un huracán: ¡Juguetero, cambia pronto gestos de incredulidad ! Que lo que te hablo es muy cierto y lo voy a comprobar. El viento estaba furioso deseando poder actuar: - ¡Soy vida del juguetero -dijo- que pretende actuar ! Necesito de materia para poderme recrear. Y se internó poco a poco dando vida a los demás. Y bailaron las muñecas.Y pelearon los soldados. Las palomas de Castilla detuvieron esa guerra; Con sus carros los bomberos dieron una hermosa muestra de figuritas de agua en el aire ¡ Fue una fiesta ! Los soldados no murieron -nunca mueren en los juegos- los niños les resucitan, como sabes, para poder destacarles en los siguientes combates. Por largas horas la noche fue tremenda algarabía. Los carritos de juguete resonaron las bocinas. Yo bailé toda la noche con Cinthia, la bailarina. Y luego Pepe y el tuerto nos pasearon en sus coches. Al llegar la madrugada el ciclón se retiró. Dándonos las buenas noches, en el desván reposó. ¡ Oh querido juguetero, benditas tus energías que me dieron este cuerpo y, anoche, tanta alegría ! ¡Suspira todas las noches porque me gusta jugar con los hermosos juguetes que a ti te ha gustado crear ! La muñeca, con cuidado, al silencio regresó. El juguetero, cansado, nuevamente le sonrió. Aún con su blanca sonrisa no hizo intento de borrar de aquel viejo rostro el bello gesto de incredulidad. De la poesía de Hannia Hoffmann. Tintilín de gotas de agua... gotas de lluvia que cantan. Suena la noche en el aire su tintilín de campanas. Entre el oscuro misterio suena la noche, o se calla. Y, entre silencio y silencio, tu pensamiento te habla. Te cuenta de los recuerdos de noches antepasadas. Contabiliza tus sueños; realizarlos te reclama. Ha inventariado las alas que tejiste en horas sabias. De tus tiempos de trabajo, ha inventariado las armas. En música misteriosa la lluvia-noche transforma -sólo porque tú la escuches- su tintilín de campanas. Y entre su suave armonía en tu mente se deslizan tus proyectos y tus sueños como traviecillas hadas. ¡Juega en la noche a ser reina ! - te dicen en tanto bailan, acompañando su danza con risas y carcajadas- ¡Viste tu rostro de fiesta ! ¡ Baña en sonrisas tu cara ! ¡ Dános vida en tu trabajo, la vida te lo reclama ! ¡ Baila con nosotras, baila, la música no se acaba ! ¡ Dános, bailando, la vida, de la que a tí te fue dada ! Y el misterio de la noche iluminan en su danza, acoplan sus movimientos al sonido de las aguas... Te devuelven el recuerdo de lo tú proyectaras sabrá Dios ha cuántos años, al ritmo de las campanas de otra misteriosa noche, en los años de la infancia, para que tus pensamientos te cuidaran como hadas y que, llegado el momento, desplegases bien tus alas. De la poesía de Hannia Hoffmann. Una noche las estrellas se pararon a mirar cómo, en un claro del bosque, una Ninfa iba a danzar. Se quedaron quietecitas sin siquiera titilar Y miraron a la Ninfa danzar, danzar y danzar. Con el paso de las horas - y las estrellas queditas- los marinos se perdieron, en sus viajes, en la mar. Y las novias, solitarias, suspiraron en sus casas esperando a sus amantes… Eso fue hace mucho tiempo… Y, por culpa de una Ninfa, de su danza, de la noche, de las estrellas mironas, los marinos no volvieron; y dejaron a sus novias convertirse en solteronas… De la poesía de Hannia Hoffmann. Mis manos adoran el movimiento con el que nace cada letra, Desde la A hasta la Zeta… ¡ Quiero escribir un poema! Yo combino, tú combinas, sílabas, frases y letras. Puntos, comas, rayas, signos: magia, palabras y ritmo. ¡Amo los versos! ¡Amo las rimas! ¡ Amo los signos… y la poesía! ¡Quiero escribir un poema!… Combinación de palabras y mágicas energías. ¡Sí! ¡Eso es la poesía! Danza y canto de las letras. De la poesía de Hannia Hoffmann. ¡Navega, navegante! El tiempo es un océano. Navegas entre islas de verde resplandor. Tus cielos son azules. Y, pájaros etéreos vigilan bien tu viaje. Con frutos de colores saciarás tu apetito. Aires cálidos, suaves, tu cuerpo rozarán. ¡Navega, navegante! No es muy corto el camino. No es muy largo el camino. ¡Disfruta al navegar! De la poesía de Hannia Hoffmann. Esta es la antigua historia de la mujer árbol; Quien vive, silenciosa, dentro de una conciencia. Su piel es de madera…Y, por sus venas, corre savia. Sus frutos son palabras y poemas. Los pájaros, sus hijos, la aman entrañablemente: Construyeron sus nidos en las frondosas ramas que ella les ofrece. Su dulzura alimenta a las abejas y a las mariposas. La mujer árbol sueña con que le nazcan alas para surgir al mundo, salir de la conciencia que ha siglos la aprisiona: mostrarse en su belleza, sembrar semillas nuevas en terrenos lejanos y exóticos. Sus raíces profundas no la dejan… la amarran a la tierra. En las noches oscuras, cuando duermen los seres que la pueblan, La mujer árbol recibe la visita de un poeta… De la poesía de Hannia Hoffmann. ¡Dios Santo! ¡Pero qué aburrida que estoy en este momento! He llamado a la poesía a que me haga compañía. ¡Pero no quiere venir! Tal vez se sienta cansada. Tal vez me quiera evadir. Ya llegó un primer bostezo. ¡Y no me puedo dormir! ¿Y si tarareo canciones? ¡Ah, no! ¡Me puedo aburrir! ¿Más? ¡No! ¡Eso es imposible! ¡Mejor me voy a dormir! Cierro los ojos y sueño. ¿Con qué? ¿Con qué he de soñar? ¿No controlo yo mis sueños? ¡Pues los quiero controlar! ¡Quiero soñar con paisajes de verano y luna llena! ¡Con el mar negro y profundo, en la noche! Y con la espuma, que es bordado delicado. ¡ La bella espuma del mar! ¡Voy a soñar con descansos, con belleza y con colores! ¡Voy a soñar con la vida, para descansar mejor! Ya no me siento aburrida, ni cansada, ni dormida. ¡Qué carajo, qué carajo! ¡Tampoco puedo dormir! Voy a quedarme despierta escribiendo garabatos Para entretener mis horas… ¡tal vez me pueda dormir! |
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