En la simple alegoría de Adán y Eva comiendo del fruto del árbol de la ciencia en que sus ojos se abrieron y se convirtieron en dioses conocedores del bien y el mal, descansa génesis y sustancia del saber, su espíritu de investigación y su desesperación ante la duda.

El breve paraíso que es la Tierra en la historia de la humanidad tiene como antecedente su larga vida como organismo biológico, comiendo, procreando y muriendo a través de miles de generaciones. Durante esos milenios vivió bajo el temor reverente que le inducía la naturaleza y el cosmos.