Eric Díazserrano; Comunicación Comercial

Oratoria

No es fácil definirla.
Dos representantes de nuestra
civilización grecolatina la distinguen:
Facultad de encontrar todos los medios
de persuación sobre un tema (Aristóteles).
El arte de la persuación (Cicerón).
Agreguemos: Con elocuencia
y entendamos que en nuestro
tiempo la oratoria es una disertación
especial, con un fin especial,
en momento especial.
La idea de que es especial
es importante puesto que
la oratoria no es una
disertación ordinaria; puesto que,
las ideas se presentan
en forma original, clara, organizada,
lógica y estética, para producir
el efecto de elocuencia.

Además, por estar ligada a temas
interesantes, de importancia,
la oratoria se eleva sobre el nivel común
en el efecto emotivo que causa en el escucha.

La finalidad es convencer.
Instar al público a actuar mediante
el esfuerzo creador, por medio del cual
se aclaran, ennoblecen
y se dramatizan las ideas.

La noble de las artes, según grecolatinos,
la oratoria es la aristócrata entre
todas las formas de hablar en público.

Lo mejor de la expresión oral
se viste con lo mejor del idioma
y en lo mayor de la naturaleza humana.
Va más allá de simples hechos y detalles,
dirigiéndose al alma y conciencia humanas
para motivar a seres socialmente dinámicos.

La oratoria es convicción profunda.
No proclamación a gritos
ni habladas de paja -diría El Quijote-.

El orador ayuda al oyente a definirse;
a verse claramente dentro del contexto
del mundo en que va.

La oratoria genera interés
y participación en la vida.
Enriquece la existencia individual,
familiar, social y mundial de la que todos
somos parte integral.