Cartago. Provincia de Cartago
Del pueblo y su historia:

La Ciudad Cartago se sitúa a 24 km al sureste de la Ciudad San José en las faldas del Volcán Irazú. La muy noble y leal ciudad según reza su emblema colonial dado por el Rey de España. Fue la Nueva Cartago de los tiempos de la colonia Capital de la Provincia de Costa Rica y primera capital de la república hasta el año 1823, en que, tras la primera confrontación civil la hizo plegarse al mando republicano y en su lugar, la Ciudad San José, fue declarada Capital de la República.

El Colegio de San Luis Gonzaga es la casa de enseñanza secundaria más antigua del país y la Universidad Instituto Tecnológico es la más importante institución de Costa Rica en el aprendizaje de tecnologías. En la periferia oeste existe una zona con parques industriales y el Ayuntamiento es también el más antiguo del país desde la fundación en el año 1563 por Juan Vázquez de Coronado como capital de la Gobernación de Nueva Cartago y Costa Rica.

Es así como la Ciudad Cartago se le reconoce como la Vieja Metrópoli y por su entorno climático de neblinas invernales es llamada la Ciudad de las Brumas y, a manera de gentilicio, se les llama brumosos y brumosas a los seguidores del Club Sport Cartaginés su principal club de futbol.

En tiempos de la colonia los indígenas fueron confinados a vivir en lo que denominaron la Puebla de los Pardos y, posteriormente, las autoridades religiosas dieron por nombre la Puebla de los Ángeles, con devoción a la Virgen de los Ángeles, donde hoy se afinca la Basílica de Los Ángeles famosa porque cada dos de agosto es el centro de mayor peregrinación de fieles católicos. En época precolombina los indígenas ya celebraban esta peregrinación como el culto a Cuculcán en festividad a la agricultura pues, cada ocho años, el dos de agosto, el Planeta Venus aparece visible en el mismo lugar.

La Leyenda de Iztarú

Al norte de Cartago se encuentra el Cantón y barrio Oreamuno, resguarda una historieta que trasciende más allá de la leyenda pues, algunas investigaciones relacionadas con datos históricos precolombinos revelan la procedencia del nombre del Volcán Irazú.

Esta leyenda da cuenta que Iztarú, hija del cacique de Coo fue llevada a la cima del volcán y ofrendada en sacrificio ante su dios, para detener la furia del Cacique de Guarco (hoy Cantón de Guarco, colindante con el centro de Cartago), Gran Señor de Purrupura.

En el libro Tipilambi de Eric Díazserrano (visible en lectorias.net/tipilambi) da cuenta que tal leyenda nos dice que, Iztarú, al ser lanzada al volcán hizo estallar la tierra, y con ella a toda la gran montaña... y todos los pueblos de todos los confines de Nolpopocayán (nombre nahua que identificaba a la América Central) sintieron la furia de Iztarú.

Entonces Guarco, el Gran Guarco, lloró... Lloró al ver sus tierras cubiertas de ceniza mientras su población nadaba y quedaba atascaba en el lodazal. Ante tal fenómeno, la leyenda dice que Guarco prometió y cumplió la paz. En tierras de Coo se sintió un simple temblor de tierra, y continúa diciendo que desde entoces la vida siempre floreció en Aquitava, Churruca, Chicagres y Chumazara en Tatiscú.

Lo interesante del caso es que el terremoto precolombino reventó un cráter, llamado hoy El Reventado y, además, formó una avenida conocida actualmente como Río Reventado. Vale destacar que un suceso similar aconteció en el año 1963. En ese año el Volcán Irazú entró en erupción y disparó lodo y ceniza como nunca esta población postcolombina había visto o había sido testigo. Ese día sucumbieron las poblaciones de Taras y de El Tejar de El Guarco a causa del lodazal . Y no sólo eso; la erupción del Volcán Irazú cubrió de ceniza la ciudad de San José y dañó, en grandes proporciones, los sembradíos y cultivos del Valle Central de Costa Rica.

Aún muchos años después, abuelas y abuelos hablaban a sus hijos y nietos sobre la magnitud de este suceso y se referían a este fenómeno natural como catastrófico para la economía nacional y, desde luego, para los pobladores que perdieron todos sus haberes y en muchos casos, sus vidas.
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Turrialba, Provincia Cartago

Detalles del pueblo y su historia:
Turrialba, la de los muchos valles, grandes y chicos, de naturaleza ricamente verde, con sus caudalosos y hermosos ríos como el Reventazón preferido por sus rápidos.

En su irregular territorio se asienta el Parque Nacional de Guayabo, con sus huellas indígenas en el acueducto de piedra que ofrece al visitante sus aguas cristalinas.

Bella luce esta ciudad en domingo cuando los campesinos bajan desde la Alta Talamanca a este lugar que ofrece, en su diario trajín, una imágen como de puerto rodeada de los más variados cultivos. Aquí algunos poemas del turrialbeño Jorge Debravo, el gran poeta de los costarricenses.

Como para besar

Como para besar acerquemos la boca
al cuerpo de las frutas...
Cantémosle amor a los fruteros,
a la tierra, a las tazas
donde se empoza el jugo de las frutas,
a los terrenos que las hacen cálidas,
a los vientos y soles que las doran,
a las bodegas que las tornan blandas.
Aspiremos ese olor
que les sale como de alma;
y gocemos el triunfo
de estar vivos para saborearlas.

Digo

El hombre no ha nacido
para tener las manos
amarradas al poste de los rezos.

Dios no quiere rodillas humilladas
en los templos,
sino piernas de fuego galopando,
manos acariciando las entrañas del hierro,
mentes pariendo brasas,
labios haciendo besos.

Digo que yo trabajo,
vivo, pienso,
y que esto que yo hago es un buen rezo,
que a Dios le gusta mucho
y respondo por ello.

Y digo que el amor
es el mejor sacramento,
que os amo, que amo
y que no tengo sitio en el infierno.

Credo

No acostumbro a decir amo, te amo,
sino cuando el amor me inunda todo
desde los ojos hasta los zapatos.
Mi cuerpo es una sola verdad y cada músculo
resume una experiencia de entusiasmo.

Una vez dije: ¡sufro! Y era que el sufrimiento
agitaba a mi lado sus cascos de caballo.

Y siempre digo: espero. Porque a mí me podrían
arrancar el recuerdo como un brazo,
pero no la esperanza que es de hueso
y cuando me la arranquen dejaré de ser esto
que te estrecha las manos.

Creo en todos los frutos que tienen jugo dulce,
y creo que no hay frutos que tengan jugo amargo.
No es culpa de los frutos si tenemos
el paladar angosto y limitado.

Creo en el corazón del hombre, creo
que es de pura caricia a pesar de las manos
que a veces asesinan, sin saberlo,
y manejan fusiles sanguinarios.

Creo en la libertad a pesar de los cepos,
a pesar de los campos alambrados.

Creo en la paz, amada, a pesar de las bombas
y a pesar de los cascos.

Creo que los países serán un solo sitio
de amor para los hombres, a pesar de los pactos,
a pesar de los límites, los cónsules,
a pesar de los libres que se dan por esclavos.

Y creo en el amor, en este amor de acero
que va fortaleciendo las piernas y los brazos,
que trabaja en secreto,
a escondidas del odio y del escarnio,
que debajo del traje se hace músculo,
órgano, experiencia, nervio, ganglio,
a pesar del rencor que nos inunda
el corazón de funerales pájaros.

Yo creo en el amor más que en mis ojos
y más que en el poder y el entusiasmo.

No persigo tu beso

No persigo tu beso
aunque tu beso sea
como una fiesta.

Ando en busca de un sitio
para hablar de la tierra,
de lo atado y lo libre,
del sueldo y de la mesa,
de Dios y la protesta.

Ando tras una alianza
fraternal, pura, tierna,
que tú, amadamente,
representas.

Milagros

Misteriosas substancias emergen de la luz.
Genésicas materias laboran en la noche.
Una mañana amanecerá la muerte
recolectando flores,
subiendo por la savia y por la sangre
para besar al hombre.

Y el tiempo llenará
de ojos los relojes,
para ver el milagro
del hombre haciendo al hombre.

Eternidad

Antepasado mío, hoy te he visto
gozoso, reencarnado en mis dos hijos.
La tarde olía a madurez y a mango.
Por las mejillas de mis niños
dulce y amadamente resbalabas...
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