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A bordo del Transiberiano

Werner Bansbach da cuenta que cuando estaba terminando su Maestría en Alemania, que trataba sobre una especialidad en negocios con Asia, además de que se encontraba estudiando el idioma chino, uno de los requisitos para obtener el título era que tenía que ir a China por unos cuatro meses. Fue entonces, nos dice, cuando me topé con mi primo Bruno Miller quien me sugirió hacer el viaje por tren, en el Transiberiano. Tal sugerencia me agradó al punto que llamé a mi hermano Stephan y le invité a hacer juntos el viaje y, sí; Stephan se vino de Chicago a Frankfort y juntos nos fuimos para Moscú en compañía de una amiga colombiana, Dominique; y así abordamos, en el año 1996 el Transiberiano. Durante siete días viajamos a través de todo Siberia los tres viviendo en un compartimento de vagón, simplemente, de dos por dos metros. Ahí vivimos los tres metidos durante una semana; siete días y siete noches en tren y en un "ahí-va-ahí-va-ahí-va" cruzando por el norte de Mongolia llegamos a Beijing posteriormente. ¡Inolvidable!

Recuerdo que llevábamos nuestra comida en cajas para los siete días que duraba nuestra travesía. En nuestro compartimento en el Transiberiano había un calentador de agua, donde nosotros obteníamos agua caliente... entonces, por ejemplo, cuando abríamos una lata de salchichas las metíamos ahí un rato, las calentábamos antes de comerlas; de igual manera, nos dice Stephan, las latas de Petits Pois o cosillas así, las poníamos encima del calentador y, al ratillo, le dábamos vuelta y, diay, cuando estaban medio calientes, las abríamos para alimentarnos diariamente.

Werner agrega: como el tren tiene el servicio de restaurant uno de esos días decidimos vestirnos un tanto de gala y nos fuimos para el restaurante. Stephan acota: y cuando abrimos la puerta del restaurante, diay, tuvimos que esperar a que saliera un humarascal que había en el entorno y, cuando se disipó en parte el humo, encontramos ocho rusos fumando, jugando cartas, comiendo con ocho botellas de vodka sobre la mesa.
Werner: Abrimos la puerta. Se callaron, todos nos volvieron a ver. Cerramos la puerta y nos fuimos nuevamente para nuestro compartimento.
Stephan: Esa fue nuestra experiencia en el vagón de comida. Ni entramos, pero sí, fue una experiencia irrisoria para nosotros al recordar aquellos momentos mientras observábamos el paisaje siberiano.

Werner y Stephan nos cuentan que conocieron una familia china, que viajaba en el vagón siguiente, y tenían una niña llamada Yuri, de unos ocho años de edad. Con esa familia nos divertimos con diversos juegos tales como uno que llamaban "Tic-tac-toc" así como pintábamos o practicábamos el idioma chino junto con Dominique, la colombiana que estaba conmigo en el programa de chino. Un día de esos, el tren paró en uno de esos pueblitos que parecen como salidos en medio de la nada.

Usualmente el tren paraba nada más para recargar diésel o para aprovisionarse de algunos alimentos para el personal del tren o algo así. Entonces, mientras llenaban los tanques de agua podíamos bajar a caminar por el andén y también comprar comida. Recuerdo, nos dice Werner, que agarraban los periódicos y hacían con ellos un conito donde metían papas y pescados secos. Como ya había visto en paradas anteriores, antes de que el tren reanudara su marcha, normalmente hacían sonar un pito pero esa vez no sucedió así... Entonces vimos, asombrados, que Stephan aún caminaba por el andén con Yuri al momento en que el tren iniciaba su marcha. Stephan corriendo junto al tren con Yuri en sus brazos, alcanzó a entregarla a Dominique y, haciendo un gran esfuerzo, pudo introducirse en el tren. Luego comentaríamos que estuvo a punto de quedarse en medio Siberia sin hablar ruso, sin dinero, sin pasaporte, solo con la ropa que traía puesta y con una niña que no era de él, en medio de Siberia cuyo servicio de tren pasa una vez por semana.

En la frontera de Rusia con China, eh, estuvimos unas seis horas a la espera de continuar el viaje porque el ancho de los rieles es diferente. Sea, la distancia entre los rieles de China y los de Rusia no es la misma. Entonces es todo un tema, porque usan los mismos vagones cambiando las ruedas. Aunque son solo un par de milímetros, lo que hacen es entrelazarlos, por un par de kilómetros y, en un galerón, levantan cada vagón a la vez que, mientras sacan un vagón rodando van metiendo otro, y así sucesivamente. Al llegar a Beijing nos hospedamos en un Hotel Holiday Inn económico y nos duchamos para salir a conocer la vida en esa ciudad de China.

De Werner Bansbach Steinvorth

Nació el 30 de octubre del año 1973 en la Clínica Santa Rita. Fui al Kinder, hice mis esturios de primaria y secundaria en el Colegio Humboldt, nos dice. Me gradué en el año 1990 de bachillerato costarricense y en 1991 del bachillerato Abitur, que es propio de Alemania y reconocido internacionalmente. Igual que mi hermano Stephan me gradué en Licenciatura en Ingeniería Industrial en la Universidad Internacional de las Américas. En el año 1994 me fui para Alemania a trabajar haciendo una pasantía en el área de acordeones de la fábrica Hohner.

Hohner fue el primer proveedor de Bansbach. Ahí estuve trabajando como por cuatro o cinco meses. Estuve en el Departamento de Exportaciones, en el Departamento de Proveeduría y en planta de producción. Durante una parte de mi estadía en Hohner estuve fabricando acordeones y armónicas entre otros trabajos. De recuerdo tengo armónicas que yo hice y a mi papá también le obsequié una armónica que hice.

Luego entré a la Universidad en Alemania, al Sur de Stuttgart, a sacar un post grado en Comercio Internacional con énfasis en el mercado asiático. Entonces ahí estuve casi dos años viviendo en Reutlingen. No obstante tuve que venirme un mes antes a visitar a mi abuelo que ya estaba muy enfermo para estar un tiempito con él aquí; así entonces dejé pendiente algunas materias de estudio con ánimo de volver y así lo hice cuando regresé a Alemania año medio después.

Después de eso llegué a Shanghái y estuve en la universidad de Tongji durante cuatro meses estudiando mandarín. Después logré una práctica en el Dresden Bank de Alemania en Shanghái por unos seis meses. En total estuve como diez meses en China y visité el Tíbet por lo que pude conocer un poco sobre esa parte de los Himalayas. Luego de eso me fui para Michigan a sacar mi Maestría en Administración de Empresas. Luego, en diciembre del año 1999 empecé a trabajar con mi papá en Bansbach. En la actualidad él ya está retirado pero, cuando viene a Bansbach conversa con todo mundo y goza de gran estima y es muy ameno para conversar, como decían los antiguos griegos, epata, capta la atención de las personas.

Mi esposa, continúa diciéndonos Werner, se llama Ximena Miranda Garnier. Ella estudió en el Saint Francis College y mis hijos, la mayor, nació en el 2009, se llama Claudia; y Jan, que nació en el 2012 con una conexión interventricular en el corazón, a los seis meses de edad lo llevamos a los Estados Unidos para operarlo y, afortunadamente, todo salió muy bien y desde entonces, como decimos en Costa Rica, está con toda la pata.

















































































































Bansbach: gestión social, comercial y filantropía

La filantropía y su gestión social son posibles gracias a una gestión comercial que conduzca a la existencia económica sostenible, para la empresa. En procura de un desarrollo personal y empresarial de connotación altruista, desde sus inicios, Bansbach tiene incorporada la tendencia a favorecer el bien de las personas a manera de apoyo y ayuda desinteresada. Bansbach promueve este servicio constructivo basado en que las vivencias musicales aportan vivir experiencias de empatía, conducta relacionada con la filantropía.

Este proceso comercial se desarrolla paralelo al proceso social, mismo que está estructurado de tal manera que se revierta, nos dicen Stephan y Werner Bansbach -nietos del fundador de la empresa don Juan Bansbach y, ambos en la actualidad a cargo del desarrollo empresarial de su negocio de venta de instrumentos musicales- robustecido con la visión empresarial que conlleva hacer crecer el mercado para vender cada día más instrumentos, lo que coadyuva en la obtención de dinero para desarrollar asimismo este proceso social día a día.

De Stephan Bansbach Steinvorth:

Stephan cuenta que nació el 26 de setiembre del año 1971 en San José, Costa Rica y que asistió a la escuela primaria y secundaria en el Colegio Humboldt, de donde obtuvo su Bachillerato costarricense en el año 1989 y, luego de haber hecho un año más de colegio, obtuvo el título alemán llamado Abitur que es reconocido en Alemania y Europa.

Después estudié en la Universidad Internacional de las Américas, nos dice, en Ingeniería Industrial, hasta que saqué la Licenciatura. Y de ahí me fui a Alemania y trabajé en una fábrica para tener la experiencia de trabajar en una industria. Es una fábrica gigante que hace muebles de cocina y trabajé prácticamente en todos los departamentos; desde meterle tornillos a los muebles hasta líneas de montaje y luego entré a la parte administrativa haciendo pedidos y cosas así. Ahí estuve trabajando como un año. Ahí viví como un año, en el Sur de Alemania, luego me fui al norte de Alemania, a Hamburgo, donde trabajé en un Banco de inversión dado mi interés en lo relacionado con inversiones en bolsa. Luego de haber hecho mi práctica en ese banco abordé un barco bananero y tras navegar durante tres semanas volví a Costa Rica.

El barco salía de Hamburgo pasando por Francia e Inglaterra. Lo llenamos de contenedores, de carros, de tractores, de todo para enrumbar hacia las Islas Azores. Cruzando el Atlántico y llegamos a las Islas del Caribeentre ellas Martinique, Guadeloupe, Sainte Lucienne y llegamos a Costa Rica ya con el barco vacío, porque es un barco bananero y aquí lo llenan de bananos y se va directo para Alemania. Cuando estuve de vuelta en Costa Rica ya Bansbach tenía su tienda en Nicaragua inaugurada por mi papá. Así también mi papá fue el que inició la Academia de Música Bansbach mucho antes, aproximadamente cuando yo nací, más o menos.

Stephan, Werner y Marlise en Alemania del este

Juntos estuvimos en la Alemania del este antes de la caída del Muro de Berlín. Cruzamos por Checkpoint Charlie en un bus de turismo porque íbamos en un tour. Fue un viaje un tanto difícil porque nosotros éramos bastante jóvenes y, bueno, revisaban el bus metiéndole espejos por debajo para obtener certeza de que no hubiera persona alguna ajena al tour. Nos ponían el pasaporte a la par y nos obligaban a quitarnos los anteojos para revisar si la foto del pasaporte coincidía con la cara de la persona en cuestión. Después, cruzar a la otra Alemania nos llevaron a varios museos; y la gente lo veía a uno raro porque nosotros podíamos volver a salir a Alemania Occidental y ellos no podían salir. Años después, luego de la caída del Muro de Berlín, yo fui varias veces en automóvil y, diay, eran notables las diferencias, tales como calles destruidas, los trenes no funcionaban y en su gran mayoría las edificaciones, casas e infraestructura eran tristes, muy triste la pobreza en que esa gente vivía.

Por la casa de mis abuelos Steinvorth Herrera

Antes de que a mi abuelo materno se enfermara, yo iba con él a su finca de café en Alajuela. Entonces íbamos juntos a la finca. Yo caminaba todos los días de mi casa a la casa de mis abuelos, todas las mañanas desayunaba ahí y salíamos tempranísimo para la finca. Entonces yo me quedaba con él en la finca y trabajaba en esa finca mientras él hacía sus vueltas y sus cosas. Y después en la tarde me venía de vuelta con él, para San José. Recuerdo que, diay, yo manejaba el tractor en la finca y jalaba café. O sea, trabajaba con él, para estar con él, para pasar tiempo con él.

Luego, de ahí me fui a Estados Unidos, a Florida. En Miami estuve trabajando en otro banco y ahí estuve como seis meses, también, trabajando en ese banco. De ahí me fui a Chicago a sacar una maestría en administración, con énfasis en emprendedurismo y finanzas. Entonces en Chicago viví dos años hasta que me contrataron para trabajar en Unilever en El Salvador por lo que me fui a vivir a El Salvador. Estando en ese país me reencontré con mi novia del colegio y nos casamos en Costa Rica y nos fuimos a vivir a Santa Tecla; pasado un tiempo mi esposa Ana Catalina Quirós y yo nos vinimos para Costa Rica donde empecé a trabajar en Bansbach, junto con mi hermano Werner que ya estaba en Bansbach desde hacía un año aproximadamente.

En Unilever yo tenía un buen puesto porque ya había ascendido dentro de la empresa que también había crecido por lo que mi puesto era gerente. Pero en Costa Rica para Bansbach estaba un poco complicada la situación. La compañía estaba pasando por un tiempo bien difícil. Entonces, diay, hablábamos mucho por teléfono y fue cuando decidí renunciar a Unilever en El Salvador y venirme para Costa Rica para incorporarme de lleno y a ver cómo hacíamos para sacar la empresa adelante. Fue así como comenzamos mi hermano y yo juntos en Bansbach.

Mi hija mayor Lucía vive en Bremen, Alemania, continúa diciéndonos Stephan, estudia Ingeniería Industrial, por cierto; y Christianne y Patrick que son mellizos. Y como Lucía les lleva año y tres meses entonces, cuando eran pequeños, era como si tuviéramos trillizos al ver a los tres, corriendo por la casa. Hoy los tres son mayores de edad. Patrick acaba de volver de Asia donde estuvo cuatro meses en Tailandia, Indonesia, surfeando, paseando y conociendo gran parte de Asia.

Su hermana la melliza, Christianne, esa está aquí, también y es balletista profesional; se ha presentado varias veces en el Cascanueces. Fue personaje central que baila la Reina de las Nieves con un nivel altísimo de ballet, le encanta. Christianne y Patrick están aplicando a las universidades en Europa, una en Dinamarca y otras en Alemania.

Una anécdota familiar fue cuando Stephan y su esposa Ana Catalina nos acompañaron a Ximena y a mí a un viaje a China. Aunque Ximena sabía que yo había estado en China y cuando éramos novios yo todavía asistía a clases de chino, cuando estuvimos en China y nos montamos en un taxi y empecé a hablar con el taxista Ximena se me quedó viendo como diciéndose a sí misma: ¿es este mi esposo?

El nombre de China en chino es Zhōngguó y significa "el estado del centro". En escritura mandarín es como un rectángulo con una línea en el centro; aunado a otro que es como tres rayitas, una en el centro, un palito y un cuadro alrededor, que quiere decir Estado, gobierno (中國). Es importante hacer notar que en los mapas chinos China está en el centro. Stephan dice que la ventaja de que Werner hable mandarín les ha abierto las puertas en sus estancias en China principalmente a las ferias comerciales. Tal es el caso de nuestra marca "Stark" que Werner habló directamente con el productor de tambores para que los mismos traigan la leyenda “Stark by Bansbach”.



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