El legado de don Juan Bansbach

Como bien sabemos, el recurso humano es lo más valioso que existe en toda empresa. Este fue el aporte principal surgido de la conversación que exfuncionarios y funcionarios de la empresa Instrumentos Musicales Bansbach, sostuvieron en la Sala Hilda Miller, el día 14 de julio de 2022.

Estuvieron presentes Edgar Durán, Eduardo Bermúdez, Ronald Dotti, William Marín, Maricel Estrada, Jan Thalmann, Norman Argüello, Jobel Morales y mediando el sistema de videoconferencia Ginette Solano desde Guápiles, Glenda Alvarado Ramírez y Dennis Paniagua desde Nicaragua. Stephan Bansbach y Werner Bansbach acompañaron a sus excompañeros y actuales colaboradores en esta tarde de remembranzas.

Los ex funcionarios conversaron acerca de la forma en que se incorporaron a trabajar en Instrumentos Musicales Bansbach y contaron algunas anécdotas de vivencias que tuvieron en su época laboral. Coincidieron en sus intervenciones en que las políticas de recursos humanos de la empresa eran idóneas pues siempre se sintieron a gusto en sus labores y consideran haber desarrollado plenamente su potencial humano como trabajadores y una felicidad que llevaron incluso al ámbito de su entorno familiar.


Ronald Dotti Monge: Los Bansbach, desde don Juan hasta los actuales, han sido personas que han creído que es mejor enmendar errores que hacer despidos que conllevan un atraso de inducción difícil de recuperar. Eso hizo crecer a la empresa y nos hizo crecer como personas. Pasé más de la mitad de mi vida muy feliz con ustedes. Gracias señores Bansbach.

Ronald Dotti nos cuenta que para esta reunión vino desde Juan Viñas, lugar donde reside y que de igual manera viajó durante gran parte de su vida para venir a trabajar a San José. En esa época ya don Juan venía aquí una vez a la semana y a veces coincidíamos en las gradas; era persona muy amable, ese es el recuerdo que tengo de don Juan.

Recuerdo también que por ese tiempo que, además de haber cursado estudios musicales y graduarme como profesor de música decidí estudiar otra carrera; entonces aquí me daban permiso de salir temprano para llegar a la Universidad Florencio del Castillo en Cartago. Así me gradué como Administrador de Empresas.

Cuando abrieron Nicaragua, don Hans quiso que me hiciera cargo y él me dijo que me fuera con la familia porque para él era funcional que yo estuviera en familia pero en mi casa la idea de irnos no tuvo arraigo por lo que tuve que declinar el ofrecimiento y agradecerle muchísimo a don Hans por su confianza en mi persona.

Luego establecí mi propia tienda en Cartago como distribuidor de Bansbach pero el centro comercial estaba mal administrado por lo que preferí cerrar la tienda y don Hans entonces me nombró Administrador de la Tienda de San José y todos los programas que tuvimos con Yamaha y con Bansbach fueron vivencias muy lindas. Yamaha nos transmitía estrategias muy interesantes. Tengo dos años de pensionado y me llaman clientes a mi casa para preguntarme cosas de teclados y, a veces, que les puedo ayudar en algo creen que trabajo aún para Bansbach. Algunos que saben que soy pensionado aún me llaman para saludarme.


Maricel Estrada: Tengo una anécdota con Felicia Mora. Las exoneraciones se hacían con máquina de escribir. Y me acuerdo que eran las 6 de la tarde y yo tenía examen y yo decía: - Bueno, mañana vengo temprano y la termino.

Como parte de esta anécdota recuerdo que ese día me fui y cuando yo regresé al día siguiente, la exoneración ya estaba hecha. Sea, Felicia entró a mi oficina y la hizo. Y yo lloraba y decía para mí misma:
- Bueno, yo aquí no voy a durar mucho, esa señora (Felicia) a mí no me quiere. Resulta que el funcionario anterior había dejado un montón de exoneraciones sin hacer, sea, exactamente las dejó tiradas; por lo que teníamos que ponerlas al día.
Recuerdo que Felicia me llevaba muy aprisa, algo así como en carrera hasta la Oficina de Exoneraciones, que quedaba por el Banco Popular... y yo sudando en carrera detrás de ella, corriendo, porque ella era poseedora de una gran energía.
Y al otro día consideré que todo sería igual por lo que me preparé para ir con ella a la Oficina de Exoneraciones lista para correr... y ya iba corriendo cuando Felicia me dijo
- ¿Qué pasa, muchacha? ¿Por qué andás corriendo?
- No, no no. Tranquila, tranquila. Primero vamos a pasar a una tienda porque vos te vas a casar pronto y quiero enseñarte algo que quería comprarte.
Diay, me di cuenta que definitivamente, en este mi nuevo trabajo, iba a pasar mucho tiempo haciendo exoneraciones, y que esos documentos los seguiría presentando ante el Ministerio de Hacienda como requisito porque los instrumentos musicales gozan de una ley para el no pago de aranceles.

Es importante hacer notar que ese día 14 de Julio del 2022, por motivos de salud Felicia Mora no pudo asistir a este encuentro pero todos hablaron de ella como persona de gran energía, lo que la hacía ser eficiente en el desempeño de sus labores. Quedó claro que Felicia era una gran administradora de personal y que estaba al tanto diariamente de todo cuanto sus compañeros de trabajo realizaban.


Werner Bansbach Steinvorth: Felicia fue como la mano derecha de mi papá y mi tío por muchos años, persona bastante fuerte en su carácter, generosa y enérgica que ponía orden porque mi papá y mi tío no tenían tal carácter y Felicia era quien ponía a todo mundo a marchar.

Nos dice Edgar Durán que su llegada a Instrumentos Musicales Bansbach fue como un premio que Dios le dio. Y agrega : -lo digo porque la primera persona con la que yo me relacioné fue con Felicia. Felicia no sólo era una amiga, era una persona ejemplar, incansable. Felicia nunca tenía límite para las cosas, verdad. Yo al principio hasta la molestaba: -¿Por qué trabaja tanto, le decía?

Después me convencí de que Felicia era más bien como para imitarla. Era toda entrega, todo valor. No había noche, no había día, que dejara de pensar en Bansbach.
Viendo actuar a Felicia aprendí que para tener éxito en la vida hay que identificarse primero con lo que va a hacer para tener claro por qué lo va a hacer. Ahí comencé yo a entender que venir a Bansbach había sido para mí una bendición de Dios y lo digo porque después siguieron sucediéndome cosas maravillosas.


Edgar Durán: en síntesis, vine a encontrarme con algo que jamás soñé. Un lugar de trabajo que se convirtió en una universidad de la vida que me marcó. No tendría palabras para calificarles, sino sólo cosas buenas

Como chofer durante muchos años de ellos, los llevaba a las Playas del Coco. Conocí a don Juan, a doña Hilda; y puedo decir que fueron un ejemplo, fueron un alimento para decir la vida es bonita siempre y cuando se tengan buenos sentimientos; bueno, aquí me daría la noche para contarle muchas anécdotas y todas sólo positivas.

Trabajé aquí veintisiete años y encontré valores que yo no tenía: en síntesis, que yo vine a encontrarme con algo que jamás soñé. Un lugar de trabajo que se convirtió en una universidad de la vida que me marcó. No tendría palabras para calificarles, sino que sólo cosas buenas.


William Marín Marín: Considero que con Bansbach se me han facilitado muchas cosas. Empecé desde cero, desde piso de tierra por lo que me siento satisfecho y contento y muy agradecido.

Trabajé en el Departamento de electrónica de Bansbach creo que por el año 1989. Junto con otro compañero estuve a cargo de toda la parte electrónica; vivimos tiempos muy agradables. Recuerdo que íbamos a Escazú a la casa de don Juan a reorientar la antena de televisión que en ese tiempo el sistema era por antena sobre el techo.
Don Wilmar fue quien me entrevistó y siempre estuvo al lado de nosotros; ayudándonos y enseñándonos. Mi área de trabajo era bonita porque hacía servicios a domicilio y muchas veces don Wilmar iba con nosotros. A veces nos acompañaba don Humberto Marín que era como el chineado de ellos, era un señor ya mayor que también era pintor y algunas de sus pinturas existen en la tienda y él también trabajaba mucho con maderas.

Don Humberto Marín junto con Oscar Leitón y Rafael Maroto recibieron capacitación de don Juan y yo me relacioné con ellos en la parte electrónica. Ellos eran afinadores de pianos y preparaban las maderas. Don Oscar Leitón no usaba herramientas, sino que a puro oído afinaba pianos entre ellos el piano de la Universidad o el del Teatro Nacional. Rafael Maroto tenía un respeto grandísimo hacia don Juan dada la enseñanaza que había recibido de don Juan. Aún hoy, cuando voy a una casa por mi trabajo a domicilio hay personas que hablan de don Juan.

Recuerdo que si llegaba una persona a la ventana de la tienda y don Juan veía que podía ser persona interesada, salía, hablaba con el posible cliente y lo invitaba a pasar a la tienda. Conozco personas muy mayores que me han contado que don Juan les decía: -tome, llévese el instrumento y me lo paga como usted pueda. Y algunas personas que tocan acordeón hoy en día que tienen ese gran recuerdo de don Juan.

Una vez fui con don Wilmar y don Humberto a llevar un órgano nuevo a la parroquia de San Ramón. Nos trajimos el organito viejo de la iglesia y me dijo: si a usted le gusta este órgano se lo voy a regalar. Con gusto recibí el obsequio y al poco tiempo se me presentó la oportunidad de venderlo a cambio de un terreno.

Considero que con esta empresa Bansbach se me han facilitado muchas cosas por medio del trabajo, desde dormir en finos hoteles a viajar en un avión. Empecé desde cero, desde piso de tierra por lo que me siento satisfecho y contento y muy agradecido por estar en una empresa por más de 30 años.

En el transcurso de estos años puedo asegurar que don Juan le enseñaba a la gente y le ayudaba en capacitación; tal es el caso de don Luis Ocampo que don Juan le pagó sus estudios para que él aprendiera electrónica y fue el primer técnico que Bansbach tuvo en electrónica. De manera similar con Juan Bautista, otro compañero al que don Juan Bansbach le dio la oportunidad para que él aprendiera; y ya después seguí yo que he estado aquí por muchos años, en esa área, en la parte electrónica.

Cuando iniciamos el proyecto Estrellita se empezaron a traer los órganos CRN 70 y nosotros los armábamos y don Wilmar le regaló a varios empleados ese modelo de órgano para que los hijos de ellos entraran a las clases de Estrellita.


Eduardo Bermúdez: don Juan me fue enseñando, poco a poco, cómo arreglar acordeones. Me pedía identificar las notas para educarme el oído y así, que yo aprendiera a afinar el acordeón.

Estoy muy agradecido, con la vida, de haber trabajado aquí. Entré a Bansbach por Felicia, porque mi esposa le dijo que yo hacía todo tipo de trabajo en reparaciones en las casas. Así llegué aquí y conocí a don Wilmar. a don Hannes y a don Juan. Felicia me dio indicaciones de lo que había que arreglar. Era en un baño. Cuando hice el trabajo, Felicia me pidió que volviera al día siguiente. Como yo no tenía trabajo así lo hice. Realicé muchos arreglos que se necesitaban. Continué yendo a la tienda y arreglando lo que se ocupara arreglar.

Un día don Wilmar me dijo que don Juan necesitaba hacer unos trabajos en su casa. Quedamos de acuerdo en ir al día siguiente a la casa de don Juan. Así lo hicimos y don Wilmar me presentó con su señor padre, explicándole que yo estaba a cargo del mantenimiento en Bansbach, por unos días. Don Juan me explicó de los problemas que tenía en su casa y a partir del día siguiente empecé a hacer arreglos varios. Fui a la ferretería cercana a comprar materiales. Yo buscaba qué hacer y fui haciendo varios trabajos.

La primer vez que llegué llevaba una tacita con arroz y frijoles y me los comí, con un poco de agua. Ya como a las cinco de la tarde, que yo andaba en moto y me iba a ir para la casa, don Juan me preguntó cómo estaba mi moto. Le dije que bien. Cuando me iba me dijo que fuera con mucho cuidado. Me dijo, también, que yo iba a seguir yendo a la casa, porque había muchas cosas que hacer ahí. Cuando venga por aquí no es necesario que traiga almuerzo, porque aquí se le da todo. Si quiere fresco le dice a Elisa, café o lo que usted quiera, a la hora que usted quiera. Cuando llegué a la casa le dije a mi esposa: no me aliste nada, me lo van a dar todo. más bien, si puedo, traigo. (todos rieron por su forma simpática de decirlo).

Don Juan me fue enseñando, poco a poco, cómo arreglar acordeones. Conforme pasaron los días, yo deseaba que me asignaran ir a la casa de Don Juan. Cuando regresaba a la casa de don Juan, él me preguntaba en qué habíamos quedado la última vez, refiriéndose a las lecciones de reparación de acordeones. Yo le recordaba el tema y seguía enseñándome. Él tocaba, digamos, un do natural y un do sostenido, verdad, y me pedía identificar las notas. Lo hacía para educarme el oído y así, que yo aprendiera a afinar el acordeón.

Un buen día cuando ya él consideró que yo ya estaba listo para hacer los arreglos de acordeón, le dijo a un cliente que trajera su acordeón a la tienda y preguntara por mí para que yo se lo arreglara. Más de un acordeón arreglé y me acuerdo que cuando yo llegaba donde don Juan para entregarle el dinero, me decía:
- Eso es suyo.

Don Juan me preguntó si yo estaba en planilla. Cuando le dije que no, me respondió: - Coja su moto y se va donde Felicia y le dice que yo lo quiero asegurado mañana. Y se va para la casa. Llega hasta el lunes. Eso fue un viernes. El lunes llegué y ya estaba en planilla y asegurado. Tengo mucho que contar acerca de mi vida en Bansbach que todo ha sido para bien de mi persona y de mi familia. Incluso don Juan me dio el dinero para comprar el lote y construir mi casa. Luego lo fui pagando y me rebajaban por mes.


Ginette Solano Poveda: Nunca fue fácil pero siempre fue victorioso. Y de verdad que salimos adelante. Ah, estuve en Honduras, estuve en Nicaragua. Atendí distribuidores y conversando con don Hans, le dije que nosotros podíamos ir a visitarles.

Hola... espero me estén oyendo. Mi nombre es Ginnette Solano. Solano Poveda. Tengo ya dos años de haberme retirado de la empresa, después de 37 años. Llegué a Bansbach por Felicia. Recuerdo que yo trabajaba en una tienda que había en la esquina y ella iba a hacer un depósito bancario cuando alguien la quiso asaltar. Entonces Felicia apuradamente se metió en la tienda y cuando me acerqué para atenderla me contó qué era lo que le estaba sucediendo. Luego de asegurarnos de que todo estaba bien en la calle pues, se fue...

Y unos días después cuando yo estaba esperando que abrieran la tienda pasó Felicia y me preguntó que si me gustaría trabajar en Bansbach. Entonces le dije: "pues claro que sí. A mí me gusta, la música siempre me ha gustado mucho". Pero, honestamente, mi participación en la música había sido en las bandas de la Escuela y en las del Colegio, verdad. desde que estuve en el Kinder estuve en las bandas.

Bueno, pues entonces ella me dijo que fuera a una entrevista y la primera llegada, como anécdota, fue fatal, verdad; porque yo llegué a mi entrevista y le pregunté a la cajera, a Elisa Bonilla, que estaba en ese momento:
¿Usted me podría decir adónde encuentro a una Señora que se llama Vilma?
Sí, me dijo, ahí bajando las gradas.
Al Tocar la puerta me encontré con don Hans y don Wilmar ahí. Entonces les digo yo:
- Buenas, es que tengo una entrevista con doña Vilma. Y me dice don Wilmar: - Perdone, no es Vilma, es Wilmar y soy yo.

¡Imagínense! Sin experiencia, verdad. Se me cayó todo, se me abrió la tierra… y bueno, me hicieron la entrevista. En esa oportunidad no me contrataron pues contrataron a una chica flautista de la UCR. pero algunos días después me llamaron y desde entonces empecé a trabajar en la Tienda como vendedora. Tengo muchas cosas que contar de Bansbach y todas positivas durante los muchos años que estuve laborando en Bansbach.

Muchas cosas me permitieron desarrollarme y desarrollar cosas así como los distribuidores y los programas educativos. Nunca fue fácil pero siempre fue victorioso. Y de verdad que salimos adelante. Ah, estuve en Honduras, estuve en Nicaragua. Atendí distribuidores y conversando con don Hans, le dije que nosotros podíamos ir a visitarles.

Así empecé a afiliar a los distribuidores que tenemos y cuando me di cuenta ya nosotros teníamos como cien distribuidores en el país. Entonces yo viajaba por el país. Qué le digo, diay, me dieron la oportunidad de estar al frente de la tienda de San José, estuve al frente de la tienda de Honduras, estuve al frente de la tienda de Multiplaza, diay, la verdad es que yo le di alma, vida y corazón a mi trabajo.

Bueno, entré aquí como vendedora y también estudié contabilidad y Felicia me jalaba para un lado, me jalaba para el otro y me enseño muchísimo. Por ese tiempo mi oficina era chirrisquitilla entonces empecé a llevar todo lo que era cuentas por cobrar, cuentas por pagar. Cuentas por cobrar fue algo realmente difícil en aquellos años de los ochentas porque recuerdo que había una pared completa de tarjetas con cuentas por cobrar con vendedores externos que hubo que quitarlos.

Cuando yo entré a la tienda ya había pasado la depresión y se estaba empezando a reactivar la economía. El número de empleados se redujo mucho. Por esa razón, cuando entraba un pedido de mercadería todos teníamos que hacer de todo: y todo el mundo tenía que quedarse descargando el camión, desde que llegaba; desarmando cajas y haciendo de todo.

Y bueno, yo estaba ahí en la oficina chiquitita y don Juan me decía:
- No puedo venir a visitar a usted con mi esposa, porque no cabemos los tres aquí. Tiene que decirle a Hans que la pase a un lugar más cómodo, no podemos tomar café -me decía- siempre que llegaba a visitarme.
Recuerdo bien que cobrar toda aquella cartera de clientes fue algo titánico. Pero logramos muchísimo de ese cobro y entonces la empresa, otra vez, volvió a prosperar.