La casa de La Paulina
En San Pedro de Montes de Oca, en La Paulina, hay una antigua casa de madera que actualmente es usada por la Universidad de Costa Rica para dar clases de idiomas. Esa casa juega un importante papel en la historia de la familia Bansbach y de su empresa Juan Bansbach Instrumentos Musicales.
Sobre la compra de esta casa, don Hans nos cuenta:
- "La primera parte de la historia es la casa cuando, cuando estaba esa casa en venta, con una manzana de terreno y cafetal abandonado. Estaba el terreno, totalmente cubierto de monte. Y era una casa que daba en ese momento la impresión de ser como…
Doña Marlise completa la frase:
Tenebrosa…
Y don Hans reafirma lo expresado por su esposa:
Tenebrosa. La gente que pasaba a pie, por ahí, oía cosas raras. Entonces se hablaba de que ahí había espíritus y se contaban historias de supuestos fantasmas".
Doña Marlise agrega:
- "Se decía que asustaban"…
Don Hans continúa:
- "Sí, se decía que asustaban. Bueno, pero papá no creía en esas cosas. Así que, el día de la compra se enrumbó para ser el primero en hacer su oferta y adquirirla".
Un empresario alemán, cuyo nombre don Hans no recuerda, quien se dedicaba a comprar propiedades para restaurarlas y luego venderlas, fue el único oferente que, además de don Juan , estaba interesado en aquella casa porque ese era su negocio.
Don Hans nos cuenta que:
. – "Ese señor junto con papá eran los únicos dos oferentes. Papá le dijo:
- Hombre, mirá. ¿Por qué no me dejás a mí esta? Y vos ya tenés un montón. Diay, yo no tengo todavía ninguna. Y entonces el Señor se quedó viéndolo y le dijo:
- Está bien, me voy a ir. El precio de la casa era de seis mil colones”.
Don Juan Bansbach no tenía en su haber esa cantidad de dinero.
-"¡Claro! dice don Hans, jamás iba a tener esa cantidad de dinero. La familia Chinchilla, del distrito Mata de Plátano del Cantón de Guadalupe, don Ricardo Chinchilla, le prestó esos seis mil colones".
Continúa diciendo don Hans:
-“Nos contaba papá que él fue a donde don Ricardo quien tenía ese dinero en efectivo, en la casa. Y entonces se lo dio. Papá iba todos los fines de semana o una vez al mes, no recuerdo bien, y le pagaba. Y entonces ya con casa, entonces empezó a limpiar él mismo el terreno, verdad, sea, fue limpiando el terreno y la finca en la parte de atrás. Después fue instalando, poco a poco, el Taller ahí; y ahí fue creciendo, hasta que pagó todo el préstamo. Y el mismo don Ricardo Chinchilla, posteriormente, le siguió financiando algunas otros proyectos... posteriormente se hicieron muy amigos”
Doña Marlise comenta:
-“En esa casa había muchos murciélagos. Porque era una casa antigua”.
Don Hans agrega:
-“Yo aún tengo un reloj que teníamos en la cocina de esa casa. Bueno, primero estaba en la sala, luego lo pasamos a la cocina.
También tengo el mueble en el Taller que era el mueble que usábamos en la sala; mismo que después papá se lo llevó para la oficina y lo convirtió en su escritorio".
Doña Marlise insta a su esposo a que cuente la historia de ese reloj. Y don Hans responde:
-“De este otro reloj. Bueno esa anéctota la cuento ahorita, de momento les cuento que en esa casa vivimos, prácticamente todos los hijos hasta, hasta que nos casamos”.
Separados por la Guerra
En el año 1939 estalló la Segunda Guerra Mundial. Los intereses de todos los habitantes del planeta fueron lesionados, en una u otra forma, por ese acontecimiento, que duró seis años.
La comunidad de inmigrantes alemanes en Costa Rica fue perjudicada por ese acontecimiento. Ante tal circunstancia don Juan Bansbach fue obligado a partir hacia los Estados Unidos durante un tiempo de igual manera sucedió con muchos otros alemanes que vivían en Costa Rica.
Doña Marlise y don Hans narran esta época de la vida de los Bansbach:
Marlise acota:
- “Doña Hilda y don Juan, en el momento en que se llevaron a don Juan, decidieron, entre los dos, que doña Hilda se quedara aquí con dos hijos y uno que venía en camino. Para poder proteger la propiedad, la única propiedad que tenían, que era esa casa. Entonces ella se quedó aquí. Fueron tiempos excesivamente difíciles para ella y sus hijos; ella pasó por muy malos tiempos, fue un período que se le hizo muy largo porque vivieron muy pobremente. Fue una época muy dura para todos ellos".
Hans:
-“Fue una época verdaderamente triste para ella”.
Marlise:
- “Indiscutiblemente.
Hay que tomar en cuenta que, en tiempos de la guerra, como los alemanes que fueron deportados ya no estaban aquí, doña Hilda quedó sumamente sola. Porque los dos hermanos, los que también la hubieran protegido, también los expulsaron del país incluyendo sus respectivas familias.
Hans reafirma:
- “Sí, ellos se llevaron también sus familias.
Entonces, mamá alquilaba algunas habitaciones de la casa a profesores de la Universidad. Entre los alemanes que no fueron deportados había un profesor que daba clases de arte, de pintura. Él estuvo ahí viviendo en una de esas habitaciones de la casa. Tenemos algunos de sus cuadros. Hay uno que hizo él de mi hermana Clara. Ese lo tiene mi hermana”.
Marlise detalla:
-"Ese pintor se llama Bierig, es un pintor reconocido y aquí en Costa Rica se han hecho exposiciones de su trabajo”.
Hans:
-“En ese tiempo, prácticamente, la empresa no funcionó. Porque, diay, todas las empresas alemanas, en ese tiempo, y las italianas y las japonesas dejaron de funcionar…
Marlise complementa, diciendo:
- Estaban en lista negra. Es que la de don Juan, tal vez porque era una pequeña empresa, no entró en lista negra”.
Hans:
-“Sí, porque a los alemanes que se fueron a todos los expropiaron. Y mamá entonces dijo: -¡No, yo no me voy! ¡Yo me quedo aquí! ¡A mí no me quitan esto!"
Marlise:
- "Y se quedó cuidando el patrimonio, sí. Pero sembrando para comer".
Hans:
- “El Gobierno, la gente del Gobierno trató varias veces de quitarle esa casa. Pero, un Arzobispo alemán de la Curia llamado Monseñor Kerns, colaboró con doña Hilda para preservar su patrimonio familiar.”
El reencuentro
Al término de la Segunda Guerra Mundial, don Juan Bansbach ya pudo regresar a Costa Rica. Su esposa y su familia lo recibieron felices. Fue una gran bienvenida.
Don Juan Bansbach obtuvo un trabajo temporal en la Librería Atenea, propiedad de Antonio Lehmann. Esta librería posteriormente fue la Librería Lehmann. El señor Antonio le encarga a don Juan montar una sección de instrumentos musicales, en su librería.
En el año 1947 nace don Hans Bansbach Müller, el hijo menor de don Juan y doña Hilda.
Don Juan entonces montó su propia empresa, nuevamente, y dejó de trabajar para Antonio Lehmann.
Los niños fueron creciendo, estudiaron, trabajaron con la empresa familiar y realizaron sus estudios tanto en Costa Rica como en Alemania. En la próxima crónica, contaremos la historia de don Hans Banbach y doña Marlise Steinvorth, y de cómo ellos formaron su propia familia.