Asturias, en el norte de España, es tierra que posee costa abrupta que se enfrenta a una mar furiosa.
De lluvias frecuentes,
salvo en la estación veraniega
de los calurosos meses de Julio y Agosto,
brinda al visitante abundante
variedad en el clima.
Asturias es montañosa.
Acaba un monte y apenas iniciado el valle
ya lo corta y lo quiebra otro montículo
verde y redondeado;
así hasta llegár a cordilleras de montañas ásperas,
puntiagudas, de pasos imposibles,
verdaderas murallas para los vecinos de otras tierras.
Años atrás, tantos como los que nos llevan
a la antigüedad de la civilización
romana primero y arábe después,
(tan importantes en la multiculturalidad española),
en esta tierra, que ahora es Asturias,
(impedida al norte por un furioso Mar Cantábrico),
era difícil su tránsito por los caminos montañosos,
sólo buenos para cabras y pastores,
pues los senderos eran estrechos,
utilizados únicamente
por animales de carga y pequeños carros.
Las consecuencias de la incomunicación,
la soledad y la falta de influencias culturales
(en esos remotos tiempos) es evidente.
Aquí tuvo arraigo la cultura celta
igual que en el resto del norte de España).
Se asentó con sus magias y tradiciones arcaicas,
su falta de progreso
y apego a una tradición inmovilista;
sin tránsito de nuevas ideas,
en una cultura tradicional anquilosada
y quieta en el pasado hasta que, a mediados
del siglo XIX todo cambió, para bien o para mal.
Es la época en la que Asturias comienza
el más brutal desarrollo industrial a consecuencia
de la explotación de sus minas de carbón.
Ese mineral, entonces valioso
y abundante en estas tierras,
hace que el trabajo en las minas
sea también abundante y no solo
para los habitantes de Asturias.
Entonces las comunicaciones con el resto de España
mejoran, se construyen ferrocarriles,
nuevas carreteras,
puertos maritimos más grandes y modernos,
como el de Gijón y el de Avilés.
El salto es brutal.
El campesino se hace obrero,
el trabajo tranquilo del campo se transforma
en el duro y violento del minero.
Toda la vida cambia.
Asturias se abre a una nueva cultura,
se moderniza violentamente
porque la cultura industrial
lo abarca todo. Se mueve mucho dinero que obliga
a un quehacer de mucho trabajo que modifica,
siempre para mal,
la naturaleza hasta entonces impoluta
de los valles y los montes,
vírgenes hasta entonces.
Se ennegrece el pasisaje y se
embrutecen las personas.
Todos estos años que se cuentan,
hacen de aquellas Asturias un lugar pintoresco
y extrano, a donde ningun visitante se allegaba
a no ser que tuviese gusto por
la aventura de lo poco conocido.
Era Asturias en aquel entonces,
un lugar nada atractivo,
al que únicamente se iba a trabajar.
¡ Cuánto cambiarían las cosas con los años !
El carbón se dejó de valorar en los mercados
La industria minera perdió su importancia,
pero como cómpensación
se recuperaron los espacios naturales;
aunque las personas se encuentran
con que se acaba
un medio de vida y de trabajo.
Pero como contrapartida, se descubre otra Asturias.
Es nuestra Asturias verde, limpia,
con días de sol y días de lluvia,
la de lugares íntimos y acogedores,
donde comer y pasear y beber y hablar y mirar
horizontes quebrados de bosques verdes y humedos,
y cumbres, que son la vivencia bella de un paisaje,
y no murallas que cierran caminos.
Y los primeros en descubrirlo
son sus propios habitantes,
y también, los que cada vez en mayor número
vienen de otras regiones españolas,
y algunos pocos de fuera del país,
lo que hace que la vida en Asturias
sea festiva y grata,
a pesar de la crisis económica
que trae consigo el desempleo.
Sí, festiva y grata porque pocas regiones
tienen tantas fiestas, tantos lugares de recreo,
tantos centros de reunión
para personas de cualquier edad.
Porque tambien, los asturianos (en contraposición
con lo que fuera su historia antigua)
son sociables en todos los recodos de los caminos.
Y esto es ameno verlo
en sus tradiciones típicas
como lo es la "espicha" en los "chigres".
Aquí de lo que se trata es de beber sidra
(bebida tipica hecha a partir de la manzana
fermentada) en bares al uso,
llamados lagares o chigres.
Pero no es necesario buscar lo ameno
del asturiano sólo en sitios tradicionales
y asentados por lo general en zonas rurales,
pues en las ciudades abundan los bares
y las cafeterías en donde la reunión
alrededor de la mesa es habitual.
Cualquier foráneo, a poco que lo intente,
es bien recibido y se integra
con total facilidad en cualquier grupo.
El asturiano,
aparte de las características ya mencionadas,
de su caracter festivo y amable,
tiene otras peculiaridades dignas de conocer:
Además del castellano o español
habla su lengua, la que le es propia
porque le distingue del mosaico español;
es la lengua denominada "bable"
y que la linguística define
como una derivación del latín,
en una marcada detenida evolución
que se quedó atrapada en sus montañas.
Pero lo mejor de esta situación lingüística
es que, los que hablamos castellano
(mejor conocido en America como idioma español)
no tenemos mayor dificultad para entender
a un asturiano que no hable español,
y no porque los asturianos no sepan (que saben)
hablar el español, sino porque (y es lo normal),
no se da cuenta de que está hablando con un
forastero y le habla como si fuese su vecino.
"Y ye qu'el que vien de afuera,
a pocu que se esplaye,
pronto encuentra xente pa parlar y facer amistá.
Nun hay forasteru donde se fala en tornu
a una mesa con sidra y quesu o chorizu
o lo que sea que acompaña, bebiendo y tragando,
el tiempu de les rises y les pallabres."
No, amigo lejano de otra tierra,
no eres extranjero en el país
donde la soledad creó la compañía,
donde el oculto y profundo valle
enseñó a mirar más allá del horizonte,
donde el frío, la lluvia y la noche
invitaron a unir las manos y las voces.
No, querido amigo,
tú, como yo,
también has nacido aquí.
Eric Díazserrano
Asturias, bable o asturiano: BBC
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