Capítulo Cuatro; Tomás de Aquino, análisis Además de la deducción y de la intuición racional, a mí se me ocurrió la contraposición por medio del análisis de opiniones divergentes. Yo puse en columnas separadas las opiniones de los filósofos de la antigüedad (pros y contras) y las puse frente a frente. Criticando unas contra otras, extraje de ellas lo que consideré que podía haber de verdadero y también lo que podría haber de falso. Eran como dos ejércitos en batalla, dos ejércitos en batalla en una reviviscencia de la dialéctica platónica y del resultado de esa comparación de opiniones diversas. Complementando con el ejercicio de la deducción y de la prueba, dió lugar a conclusiones un tanto más firmes en mi pensamiento filosófico. En la simple alegoría de Adán y Eva comiendo del fruto del árbol de la ciencia en que sus ojos se abrieron y se convirtieron en dioses conocedores del bien y el mal, descansa génesis y sustancia del saber, su espíritu de investigación y su desesperación ante la duda. El breve paraíso que es la Tierra en la historia del hombre tiene como antecedente su larga vida como organismo biológico, comiendo, procreando y muriendo a través de miles de generaciones. Durante esos milenios vivió bajo el temor reverente que le inducía la naturaleza y el cosmos. El temor le llevó a paisajes poblados de demonios, brujas, extraños espíritus. Su miedo se trasmutó en magia, tabúes rituales y tribales; con lo que conducta, pensamiento, actitudes y conceptos eran regidos por una fe mística y saber mágico que le hizo prisionero de su miedo e ignorancia. Pero... Cuando el pensamiento especulativo del hombre comenzó a buscar explicaciones naturales para los acontecimientos que previamente se atribuían a causas sobrenaturales, de esos tantos "tanteos" por explicar el Universo, nació la Filosofía. La búsqueda de la evasiva verdad en el despertar de la mente humana tuvo como primer escenario la Colonia Jónica de Mileto. El centro más próspero de la Hélade, cuyos mercaderes milesios se libraban parcialmente de sus tradiciones alejándose de sus hogares y dioses por largas temporadas. Hombres de un centenar de países intercambiaban opiniones en donde las supersticiones tendían a anularse unas a otras. La religión griega, la diferencia de la egipcia, consistía más en mitos que en dogmas rígidos. Los dioses griegos, desde Afrodita hasta Zeus, eran inmensamente humanos, joviales, golosos y entrometidos en asuntos terrenales, pero no dominaban ni degradaban a los hombres, que arriesgados e individualistas aspiraban al afán de gloria, belleza y razón. El más antiguo filósofo del que tuve noticia un poco exacta, se llamaba THALES, y era de Mileto. Este hombre buscó entre las cosas cuál sería el principio de todas las demás (el principio del ser en sí, de lo cual todos los demás son meros derivados). Sucedió que al observar el agua en sus tres estados -líquido, sólido y gaseoso- consideró que el cosmos y la vida debían ser de agua, ya que ésta era idéntica a sí misma. Parecía moverse al igual que las cosas vivientes, y en la mar, era una curiosa combinación de materia y movimiento. Me causó gran sorpresa cuando vi que uno de sus discípulos, Anaximandro, introdujo algo verdaderamente desconcertante: Denominó que todo partía de "Apeiron", traducido es indistintamente lo infinito, lo indeterminado, lo indefinido. Otro discípulo (Anaxímenes), profundizó más bien sobre el aire; y estos tres hombres fueron objeto de muchísimas críticas, claro! ante la imposibilidad de hacerle creer a alguien que el mármol fuera derivado del aire, apeirón o el agua. Además me topé con que la Escuela de Mileto terminó abruptamente a raíz de la conquista de Jonia por los Persas. Las posteriores escuelas aparecieron entonces en las ciudades griegas de la Italia meridional y el dominio de las deidades mitológicas se fue debilitando (entre los griegos instruidos los dioses se fueron convirtiendo en objeto de "afable escepticismo"). Pero los griegos incultos, anhelantes de seguridades de inmortalidad, los indujo a participar en los cultos secretos, sobresaliendo entre ellos el Misterio Orfico. El Misterio Orfico fue el fundamento de la hermandad religiosa creada por Pitágoras en Crotona. Hombre de extraordinario intelecto. Y me causó gran impresión cuando me di cuenta que era el primero en llamarse -a sí mismo- filósofo (amante de la sabiduría). El y sus discípulos fueron los primeros en declarar que la tierra no era el centro del Universo. Además descubrieron que en las cuerdas musicales de la lira, las notas estaban unas con otras en relación numérica de longitud sencilla: uno partido por dos, uno partido por tres, uno partido por cuatro, uno partido por cinco. Descubrió pues, la octava, la quinta y la sétima musical; y ésto le llevó a pensar y le condujo hacia la idea de que todo cuanto vemos y tocamos, las cosas tal y como se nos presentan, no existen en verdad; sino que son otros velos que ocultan la verdadera y auténtica realidad -que es el número-. Así que me di cuenta que por vez primera en la historia del pensamiento griego sale a relucir una cosa realmente existente, una cosa no material, ni extensa, ni visible,ni tangible. Poco a poco el elemento místico de la hermandad fue gradualmente reemplazado por los principios matemáticos y filosóficos de la escuela. Encontré también que por esos tiempos, la ciudad de Colofón destacó por crueles y obscenas ceremonias religiosas ; y surgió ahí un poeta (Jenófanes) que por espacio de unos setenta años, vagó por toda Grecia entonando canciones "protesta" contra esas costumbres. En su senectud radicó en la Ciudad de Elea y predicó que la única substancia Primordial de la naturaleza era un dios omnipotente e inmutable. Contrario a ésto, y en mi parecerun poco risible, encontré un filósofo llamado Empédocles, decía que los hombres fueron originalmente dioses expulsados hacia la tierra por alguna impureza o violencia. Nacido de rica familia en la próspera ciudad Siciliana de Acragas, estaba convencido de su propio origen semidivino, con lo que solía usar túnicas moradas, sandalias doradas y ceñía sus cienes con una corona de laurel. Pero me agradó su posición insigne al enterarme de que rehusó aceptar el reino de Acragas cuando se lo ofrecieron. Vestido de mago viajó por toda Grecia. Declaró que todas las cosas estaban compuestas de aire, fuego, agua y tierra. A estos elementos añadió la influencia de dos fuerzas, la atracción y la repulsión. El amor y la discordia -decía- hacían que el universo se moviera siguiendo un grandioso ritmo de vida o muerte. Cuando el amor dominaba, las cosas se combinaban - como en la formación de plantas y otros organismos-. la discordia separaba y disolvía los elementos provocándose el cambio y movimiento. Esta teoría de los cuatro elementos y sus combinaciones en proporciones exactas dieron las bases de la química moderna. Todo me indicó que fue por estos años en que el despertar humano en estos primeros filósofos estaba por llegar a un punto cúspide, y sucedió que uno de ellos, pasando la mirada sobre las soluciones que, al problema metafísico dieron sus antecesores, encontró que todas carecían de veracidad probable. (Porque el ser auténtico, el ser en sí, es todo cuanto cae bajo nuestra percepción en cualquier momento). Decía Heráclito que el ser en sí, es una continuidad de fluencia, en un continuo cambio (no discontinuo sino continuo, en el pleno sentido de la palabra continuo), es sucesivamente aire, fuego, agua, tierra, duro, blando, alto bajo; todas las cosas como se nos ofrecen en la contemplación sensible, son el verdadero ser; y están dejando de ser para volver a ser, para devenir. Es aquí cuando Parménides El Grande, analizando esta idea se da cuenta de que eso no puede ser posible porque "el ser deja de ser lo que es, para entrar a ser otra cosa; y al mismo tiempo que entra a ser otra cosa, obviamente, deja de ser lo que es para, nuevamente volver a ser otra cosa". Encuentra pues que en esta idea existe gran contradicción. Es decir, el ser no es lo que es y el que es tampoco es, puesto que, lo que esta siendo en un momento, ya no es, sino que pasa a ser otra cosa; sea, cualquier cosa que tomemos de una realidad nos pone frente a un ser que se caracteriza por no ser. Es un absurdo dice Parménides. Entonces se le ocurre un principio de pensamiento que no falla nunca: EL SER, ES; EL NO SER, NO ES. Y todo lo que sea salirse de esto es descabellado, es lanzarse a la cima del error. Es así como descubre el principio lógico del pensamiento humano. Es un principio que nadie puede negar sin declararse loco. Podemos afirmar acerca del ser una porción de cosas: Que es único, no pueden haber dos, sólo uno porque suponiendo que hay dos, pues, entonces lo que distingue a uno del otro "es" en uno y "no es" en otro. Pero además es ilimitado, infinito. Dicho de otro modo, no está en ninguna parte, porque de estarlo tendría límites: ¿Qué habría allende esos límites? El "no ser". Por consiguiente debemos también suponer el "ser" del "no ser", allende el "ser", y si no tiene límites, no está en ninguna parte y es ilimitado. Pero hay un tanto más; El ser es inmóvil; no puede moverse porque moverse es dejar de estar en un lugar para estar en otro. ¿Pero cómo puede predicarse del "ser" (el cual, como acabamos de ver es inmutable e ilimitado), el estar en un lugar? Porque estar en un lugar supone que el lugar en donde se está es más amplio, más extenso que aquello que está en un lugar. Por consiguiente el "ser", que es lo más extenso, lo más amplio que hay, no puede estar en ningún lugar, y a la vez no puede dejar de estar en un lugar. Por tanto el movimiento consiste en estar, estando; en dejar de estar en un lugar para estar en otro; por lo tanto, el ser es inmóvil. En verdad ya había encontrado Parménides bastantes cosas pero, evidentemente, no podía ocultársele que el mundo tal y como se ofrece a nuestros sentidos es completamente distinto de este ser único, inmóvil, ilimitado, inmutable y eterno. Las cosas (como se nos ofrecen) son lo contrario: movimientos, seres múltiples que van y vienen, que se mueven, que cambian, que nacen y que perecen. No podía ocultársele, pues, la oposición en que su metafísica se hallaba frente al espectáculo del universo. Y entonces, con ese sentido de coherencia que tienen los niños (y en este caso Parménides es el niño de la filosofía), saca valientemente una conclusión: Su teoría de los dos mundos: un mundo sensible y un mundo inteligible. El sensible es aquel que conocemos por medio de los sentidos. Este mundo de colores, sabores, olores, movimientos, multiplicidad, variedad, todo este mundo sensible es una ilusión de nuestros sentidos, una ilusión de nuestra facultad de percibir. Así como el individuo que viera el mundo a través de unos cristales rojos diría: las cosas son rojas. El mundo inteligible es aquel que nos demuestra lógicamente que el ser es único, inmutable, eterno, ilimitado e inmóvil. El mundo sensible es ininteligible y el mundo que no vemos, no tocamos, del que no tenemos imaginación ninguna pero sí podemos comprender, que está sujeto y sometido a ley lógica de la identidad, es el mundo del pensamiento inteligible. Este es el único auténtico, el otro es puramente subjetivo. Me dí cuenta de que si sacaba el balance de los resultados obtenidos por Parménides, era de maravillarse ante la cosecha filosófica de este hombre gigantesco. No sólo descubre el principio de identidad, sino que además afirma inmediatamente la tesis de que para descubrir qué es, lo que es en realidad, no tenemos más guía que nuestro pensamiento lógico y racional. Es decir, asienta la tesis fundamental de que las cosas fuera de mí, el ser fuera de mí, es exactamente idéntico a mi pensamiento del ser. Lo que yo no pueda pensar porque sea absurdo pensarlo, no podrá ser en la realidad y, por consiguiente no necesitaré, para conocer la auténtica realidad del ser, salir de mí mismo; sino que con sólo sacar la ley fundamental de mi pensamiento lógico, cerrando los ojos a todo (con sólo pensar un poco coherentemente), descubriré las propiedades esenciales del ser. Una y la misma cosa es ser y pensar, dice, para poner la más sólida base de la filosofía occidental. Mucho me agradó lo sorprendente de esta Escuela Eleática y desde luego reí con el detalle de Zenón de Elea. Zenón pule, como quien afila un cuchillo, una serie de argumentos incontrovertibles que demuestra que el movimiento es impensable; y además con ese gusto que siempre encontré en los griegos -entre artistas y sofistas- de "epatar", de llamar la atención y llenar de admiración a los oyentes. Zenón se planta ante sus amigos y les dice: Os voy a demostrar una cosa: si vosotros ponéis a disputar en una carrera a Aquiles y a una tortuga, Aquiles no alcanzará jamás a la tortuga si le da ventaja en la salida. Sí, Aquiles es el héroe a quien Homero llama "ocus podas" por sus pies ligeros y -si Aquiles- da ventaja a la tortuga y unos metros, decidme: ¿quién ganará la carrera? Aquiles -respondieron- en dos saltos pasa por encima de la tortuga y la vence. -Están completamente equivocados- decía Zenón "epatando". Si no, ved: Aquiles le ha dado una ventaja a la tortuga; luego, entre Aquiles y la tortuga, en el momento de partida, hay una distancia. Empieza la carrera. Cuando Aquiles llegue al punto en donde se encuentre la tortuga, ésta habrá andado ya un algo; estará más adelante y Aquiles no la habrá alcanzado todavía. Cuando Aquiles llegare al nuevo sitio en donde se encuentre la tortuga, ésta otra vez habrá andado algo y Aquiles no le habría alcanzado, porque para que la alcance, será menester que la tortuga no avance. Será entonces el tiempo que necesite Aquiles para alcanzarla y rebasarla, mas como el espacio puede dividirse en infinito número de puntos, Aquiles no podrá alcanzar a la tortuga mientras esta avance, aunque él sea ocus podas y la tortuga lenta y tranquila. Los griegos se reían oyendo estas cosas, por lo mucho que gustaban de las ocurrencias. Se reían mucho y quienes no entendían el argumento quizá dijeran: está loco. Incluso me encontré en una filosofía griega posterior, de Sexto Empírico, que Diógenes echó a andar y con ello creyó haber refutado a Zenón. Al aplicar las leyes del pensamiento racional en el simbolismo de la carrera pedestre, el ejemplo resulta ilógico, pero, por ser el espacio infinitamente divisible, es así que, entre dos puntos del espacio, por muy próximos que estén, el tránsito no puede verificarse sino en un infinito de tiempo, entonces se hace ininteligible. Zenón demostró que el movimiento pensado (según el principio de identidad -el ser es, el no ser, no es) , resulta inteligible. Se declara así, que al verdadero ser (al Ontos On) a lo que es verdadero, no pertenece el movimiento. Al confrontar en mis estudios a estos, nueve filósofos, llegué a la conclusión de que eran razonamientos hechos por hombres que por primera vez usaban la razón, sin escuela. Descubren Pitagóricos y Eleáticos la razón y quedan maravillados ante el poder del pensamiento. De cómo el pensamiento por sí sólo puede penetrar en la esencia de las cosas. La aritmética de los Pitagóricos, la geometría incipiente de aquellos tiempos, todo esto, hace pensar a aquellos hombres, que con la razón van a poder descifrar inmediatamente el misterio del universo y la realidad, empero el Sofisma de Zenón consiste en confundir las condiciones meramente formales y lógicas de la posibilidad con las condiciones reales, materiales, existentes del ser mismo. Un sentido de la mera posibilidad matemática y otro sentido de posibilidad real, existencial. Y el tránsito suave, el tránsito oculto entre uno y otro sentido, es el que hace que la argumentación sorprenda, pero no convenza. Son estos hombres los que, con sus esfuerzos, prepararon el camino para cuatro grandes hombres. Sócrates es un hombre que no escribió nunca una línea, pero es como si estuviese viviendo hoy mismo. Unico caso en la historia del Pensamiento humano. Es el descubridor del "concepto". ¿Les parece pequeño el descubrimiento? Es formidable! Porque se le ocurre aplicar a las cuestiones morales, a las cuestiones de la vida moral, el método que los geómetras siguen al hacer su ciencia. ¿Qué hacen los geómetras? Reducen las múltiples formas sensibles, visibles de los objetos, a un repertorio poco numeroso de formas elementales que llaman figuras. Los geómetras borran, por decirlo así, las formas complicadísimas de la realidad sensible y analizan estas formas y las reducen a polígonos, triángulos, cuadriláteros, círculos, elipses; un cierto número reducido de figuras y formas elementales. Y entonces se proponen, de cada una de estas formas o figuras elementales, como se dice en griego, "dar la razón de ellas, explicarlas, decir lo que son, dar su definición"; una definición que comprenda su génesis y al mismo tiempo las propiedades de cada una de esas figuras.A Sócrates se le ocurre hacer con el mundo moral, lo mismo que los geómetras hacen con el mundo de las figuras físicas. En el mundo moral hay una cantidad de acciones, propósitos, resoluciones, modos de conducta, que tiene el hombre. Pues lo que se le ocurre a Sócrates es reducir estas acciones y métodos de conducta, a cierto número de formas particulares, concretas, a un cierto número de virtudes: verbi gratia: la justicia, la moderación, la templanza, la valentía. Y luego, después de haber hecho de cada una de esas virtudes o formas primordiales de la vida moral lo mismo que han hecho los geómetras con sus figuras, aplica el entendimiento, aplica la intuición intelectual para llegar a decir lo más acertadamente posible qué es cada una de esas virtudes. Ahora bien, ¸¿qué es? significa para los griegos "dar razón de ello", y esa razón que lo explica, esa fórmula racional, la llaman con la palabra griega LOGOS, una de las palabras de mayor refulgencia del idioma humano, ilustre porque conduce a la lógica y todo lo que con ello se relaciona. El sentimiento religioso se ha apoderado también de ella y se ha introducido en el latín con el nombre de "Verbum" que en oraciones elementales de religión encontramos: El Verbo Divino. Esta es la traducción latina de la palabra LOGOS, que antes de Sócrates significaba simplemente charla, palabra. Tiene desde entonces el sentido tecnofilosófico que Sócrates le da y que, primordialmente, es la razón que se da de algo, lo que el geómetra dice de su figura. Del círculo, por ejemplo, para definirlo, es el logos del círculo, es la razón dada del círculo. Es el mismo Sócrates quien pide afanoso a los ciudadanos de Atenas que le den el logos de la justicia o de la valentía... Y pedir logos es la función que Sócrates practica a diario en las calles de Atenas. Así pues cuando pide el logo de la valentía -por ejemplo- está pidiendo el concepto de ella, por tanto es él, el descubridor del concepto. Pero para Sócrates el interés primordial de la filosofía es la moral: llegar a tener de las virtudes y de la conducta conceptos tan puros y perfectos, que la moral pudiera aprenderse como se aprende a descubrir en uno mismo las matemáticas. Como estos filósofos no disponían de mucha terminología acudían a dos recursos. Uno, tomar del idioma usual un término y darle sentido filosófico; otro, haciendo un término nuevo -neologismos-. Platón para forjar la palabra idea toma la raíz de un verbo griego que significa "VER", de modo que idea, en puridad significa visión, intuición intelectual. Pero la idea es una intuición intelectual del sujeto que la intuye, por lo tanto tiene existencia real, de modo que las ideas son las esencias existentes de las cosas del mundo sensible. Cada cosa en el mundo sensible tiene su idea en el mundo inteligible. Para Platón existen dos mundos: el que vemos y tocamos son solo sombras efímeras, mas, las ideas, son la única realidad. Y he aquí que me encuentro con otro filósofo gigante: Demócrito que dice: Nadie puede destruir ni crear materia, la materia es indestructible , llena de movimiento y eterna. Nada se crea o se destruye, sino que se convierte. Y lanza la hipótesis genial de la estructura de la materia y en su intelecto descubre un mundo constituido por átomos. No existen dos mundos, sólo uno, el de la materia. Platón lo declaró enemigo y reclamó para él -arbitrario- la pena de muerte. En este momento me pareció que la búsqueda de la "evasiva verdad" estaba entrando a un oscurantismo y es aquí entonces, cuando la filosofía de Aristóteles mostró: La materia es la base primaria de todo lo existente, conceptuándola como un elemento inerte y oponiéndole la "forma", elemento vivo y activo, existiendo además "la forma de todas las formas", primer motor, definitivamente causa creadora del mundo, en la cual no le fue difícil vislumbrar a un dios-meta omnipresente. Para Aristóteles "materia" es simplemente aquello con lo que está hecho algo. Es lo que los físicos llaman materia desde luego, pero también es "LOGOI', es decir, los dichos de los hombres, los sentimientos humanos son también materia. En cuanto a la forma la entiende como aquello que hace que la cosa sea lo que es, aquello que reúne los elementos materiales y les confiere unidad y sentido; con lo que entra también y sin contradecirse en lo inmaterial. Entonces la materia es móvil y la forma inmóvil, así deduce inmediatamente que hay un Dios (meta) inmóvil e inmaterial. Si es inmóvil es inmaterial, porque si fuera materia entonces sería móvil porque todo lo material es móvil, no hay más que darle un empujón. De ser materia sería en potencia; posibilidad, y en Dios nada es posible sino que todo es real, nada hay en potencia sino que todo es acto. Dios (meta) es el acto puro, la pura realidad. En Dios no está nada por ser ni está nada siendo, sino que todo es en este instante, con plenitud de realidad. No hay materia en Dios porque la materia es lo que está por ser o a lo sumo, lo que está siendo; mas, Dios no está por ser, ni está siendo, sino que es. Y este ser pleno de la divinidad, de Dios, es acto puro que opone a la potencia, a la posibilidad, al mero posible y es por tanto la primera causa de todo. Esta magnífica arquitectura del universo concuerda perfectamente con el impulso del hombre natural, espontáneo. En pos de sus metas. Continúa aquí; Capítulo Cinco, René Descartes, el método de la duda >
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Depando al voyageur: con niños en viaje interestelar alcanzamos al voyageur; en ruta encontramos reminiscencias del pensamiento griego. |
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