Aquileo Echeverría
La firmita
En la propaganda politica
-Mirá, por vida tuyita,
no fregués, que no he de dala,
así me la pida el Rey
o el mismisísimo Papa.
-Pero, hombre, reflesioná;
no sos hijo de esta patria?
'Onde demonios nasiste?
'Onde nasieron tus tatas?
-¡Aquí!...Tambien mis agüelos
y sus padres y sus mamas,
y las mamas y los padres
de sus tatararatátas;
y hasta Adán, si vos queres,
pero no la doy, ¡carasta!
-Vos sos hombre, Masimino?
o decí lo que te falta.
No echamos todos la firma?
¡Por qué no habis vos de echála!
-Porque no quiero, entendés?,
porque no me da la gana.
Vos bien sabés que a los perros
una sola ves los capan.
En tiempos de don Rafel
llegaron dos palanganas,
me trujeron unas hojas
y me dieron unas cartas
de fulano y perengano,
de sutanejo y sutana.
"Usté que es hombre patriota,
usté que es persona franca,
usté que todos lo quieren,
usté que todos lo alaban,
usté que tal y tal cosa,
usté que tántas y tántas,
y que sido mayordomo
y tesorero de la fábrica,
y alcalde un chorro de veces
y Juez de Paz de Pacaca..."
y seguían catorce eséteras,
hasta llamame palanca.
Pos sabés tras qué vinieron
con su puño de alabancias?...
¡Adiviná si sos hombre!
No era tras yo, tras la casa
pa' clu. Qué salí ganando?...
Como mil pesos en plata,
un chorro de vidrios menos,
como tres mesas quebradas;
y a ocho bancas que presté;
nu'he vuelto a veles la cara;
y no cuento potrerajes
de las bestias que me echaban,
ni las jumas que ponía,
ni las gomas que quitaba.
Y usté hace viajes a Heredia,
y usté sale de Santa Barbara,
y usté se las manda abrir
al Barrial o a la Pitaya:
ya pa l'Alajuela o l'Uruca
o a la punta de la trampa.
Y usté aguanta malos modos,
y usté aguanta pachotadas
de todos los cevilistas,
¡ qu'eran la gente malcriada !
Aquí te pongo un letrero,
allí te pinto una cara
con dos orejas de burro
y abajo su malacriansa.
Ya te decían "tal por cual",
cuando no te la mentaban.
Hasta el cura, con ser cura,
con inderectas andaba.
Pos bueno, pasó las cosas;
se salieron con sus ganas,
y otra vez los encajaron
a don Rafael en las ancas,
Un que bebiendo castos,
le dimos a Dios las gracias
de que pusiera remedio
a tantísimas jodarrias.
Yo dije: ¡ya descansamos!
Pos mirá lo que te faltaba:
llegaron dos polecías,
me registraron la casa,
y no dejaron ni un cofre
sin levantarle la tapa;
ya andaban en los armarios,
ya debajo de las camas;
ispiaron en la retina,
me desnudaron la Santa,
y si no es que la Jelipa,
con el chingo se les para,
quién sabe si no se atreven
a lenvantále las naguas.
Así que se dieron gusto,
y me quitaron en plata
como once onsas y un billete
que tenía de Nicaragua,
me llevaron al cuartel,
mi'atoyaron a una sala
'onde había doce mancuernas
de individuos de mi causa.
Después de hacélos jurar
y dálos unas trapiadas,
en que pusieron cual chuicas
agüelos, padres y mamas,
los preguntaron el sitio
'onde teníamos las armas.
Todos contestaron: "Cuales?..."
Hombré, por poco los matan;
sacaron a medio patio
ocho soldados y una banca,
y va de voltiar cristianos,
y va de volales vara.
Y todo el que iban alsando
su poso de miaos dejaba.
No creás qu'es por alabame,
¡ si vos me vieras las nalgas!...
"A mi no me andés con cuentos,
decime, ónde están las armas?,
o te ajusilo, ¡ canastos ! ",
el cabo los preguntaba.
Yo me ponía helao de l'ira,
y los oidos me sonaban;
pero como no podía,
así amarrao como estaba,
agarralo del pescuezo,
o extrangulale la pansa,
me conformé con dicile,
una vez: ¡Mirá que rabia!
"Quiere saber onde están?...
Pregúnteselo a su mama."
Habís visto el Día el Juicio?
Pos yo vide ! carastas !
Con sólo eseisión de tiros
cuanto tenían me tiraban:
anduve sobre las mesas,
anduve bajo las bancas:
ya andaban con las manos.
ya me arreaban con las patas.
Hasta que me fui de mí
me llevaron a la sala.
Estuve como tres días
sin sentidos y sin habla.
Cuando me recuperé
tenía la mano quebrada,
y esta nube en el izquierdo,
y esta pelota en la pata,
y me faltaban los dientes
que no tengo en las quijadas.
Y estuve sin ver un puro
lo menos cuatro semanas;
y sin mascar una cuecha
¡ quién sabe cuánto, caramba!
Lo que era la comidilla
l'hacían una sarabanda
con la pura bayoneta,
la voltiaban y voltiaban,
y se comían lo mejor,
y el chilate los mandaban,
y los ponían por pretesto
que buscaban unas cartas.
Cartas en la sopa? ¡chanchos!
En el infierno se l'haigan.
Apenas los dieron suelta,
me arrebataron tersianas,
y estuve casi tres meses,
de día por medio, en cama.
Un cinco, con ser un cinco,
por mi vida naide daba.
Si nu'es don Juan, que en la gloria
lo tenga Dios, no contara
a l'hora de hora este cuento.
-¡Ese era dautor, carachas!
-Querés que te hable más claro?
-Tenés razón y te basta:
no se la des ni al obispo.
-Hombré, pos había de dásela.
Si hubiera guerra, se entiende,
o se bebe o se derrama,
que allí todos defendemos
familias, cercos y casas;
pero entre los mesmos, hombre,
no le miro yo las gracia.
Dejémole a los que saben
si se han quemao las pestañas,
un día con otros, en l'escuela,
noche tras noche en la casa,
que busquen entr'ellos quien
mande, si bien los mandan;
y que carguen con sus cluses,
con sus hojas y parrandas.
Y si los'otros queremos
de deveras al Patria,
escribamos con el sacho,
discurciemos con la pala,
porque el días que los metamos
nosotros a legislala,
se muere di'hambre la gente:
la levuda y la descalsa.
A mí pídamen la vida,
¡Pero la firma!... ¡Mirala!...
(el gesto incluye señal de connotación sexual
con el dedo Pulgar entre dedos Índice y Corazón)
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