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Un día más... siempre feliz
AnyDíaz
Hoy es un día, como todos mis días,
muy feliz.
No cuestiono porqué, pero siempre es así.
Este es un día más
en que compartiré mi realidad,
con todas las personas
que en mi mundo habitan...
Me bañaré, me vestiré
e iré a jugar con mi papá
y bonitas flores recogeré
para mi mamá...
Y en los campos floridos en colores
a los pajaritos veré y oiré cantar.
Sí... este es un día más
para compartir mi felicidad...
Cuando llueve
Si llueve
me transporto a un mundo silente,
a sueños hermosos sin fin
,
no existentes...
A veces es como un murmullo
de gotas que caen como si coversaran
entre ellas y, aun siguen conversando
cuando discurren o sumergen en tierra.
No duermo pero sueño a lo despierto
y a lo profundo dibujando tu rostro
en el unísono gotear... siempre, juntos.
Somos
Sí, eso somos... todo cuanto soñamos
y aúnamos a nuestros bellos recuerdos,
en nuestro tierno abrigo
en que compartimos nuestras voces
donde quiera que vayamos...
en todos nuestros espacios,
ya en nuestros campos floridos,
con o sin luna con o sin mar...
en nuestras alegrías sempiternas.
Al paso por la vida
Paso por la vida en la forma
más placentera posible.
Nada me atrasa,
ni políticos ni religiosos,
y no es que mire a la vida
como un sueño hermoso sin fin
no existente... Todo cuanto existe
está en mis mañanas soleadas,
nubladas o lluviosas que disfruto
en mis sueños, en abosoluta realidad,
como un cuento que día a día crece;
va creciendo si olvidar tiempos idos.
Noche frías
Si nos hemos amado en tiempos pasados
nos amamos más en tiempos presentes;
en el presente diario de cada día
nos amamos con o sin brumas,
con o sin brisa y, aún más,
cuando la noche es fría junto al beso
que nos da calor.
¡Qué más da!
Nos fuimos cada quien al trabajo,
cerca y lejos uno del otro impregnados
de nuestras huellas en la piel, aún cálidas
con el tibio sol de la mañana...
Somos y vivimos en vidas muy largas
y no esperamos más de cuanto ya tenemos
porque lo mismo tendremos cada día más
a raudales en plena libertad de amar.
Y ahí estamos, siempre completos
bajo el sol y el cielo en esta vida
en que ambos somos ambos, volveremos
por la noche al refugio de nuestros brazos
mirándonos al contarnos aconteceres
finitos o prestos al trabajo de un mañana...
En un pasado mañana nos daremos libre,
la playa o la montaña nos espera,
¡Qué más da!
Ranitas de colores
Hace algún tiempo en un bello lugar,
luego de haber dejado el umbral
de mi enfancia, observé unas ranitas
de colores que saltaban como en pos
de un juego mientras rasgaba mi guitarra
y susurraba un canción de nubes rosa
en tonadas a mi esencia encantadora.
Y digo encantadora porque,
como abstraída entre cuerdas, notas
y sublimes armonías, olvidaba
en ese vaivén los continuos ajetreos
de mis estudios secundarios
hasta que bien pronto llegó la noche
haciéndome visibles millones de estrellas
en el brazo de Orión. Entonces pensé:
mañana iré nuevamente a mis estudios,
luego de pasar por el parque y conversar
con muchas personas y, sí, las ranitas
seguirán en lo mismo mientras dure
esta época, su época de apareamiento.
Ese día y esa noche me sentí muy feliz,
incluso cuando llegó el primer soplo frío
que me hizo buscar abrigo con una ligera
sonrisa en mi rostro lanzada al viento.
Esencias
Siempre caminamos hacia la amplitud del horizonte
con un total desligue de dolores propios o ajenos,
sin noches ni días de angustias, tras senderos amenos
caminando aprisa y sin prisas
en paso de danza
al futuro, sonriente, libre y sin temores...
Con solo nuestros besos acariciamos infinitos lares,
con solo un beso nuestro vivimos y resurjimos
el día a día como amantes, hermanables, compinches
de vida y amigos, sensibles, realistas, soñadores.
Nuestros conocimientos son esencias
en la forja de nuestro presente tangible...
Nos lanzamos a vivir en eterna prosperidad,
tanto en la cercanía como en las distancias
lejanas y próximas, filosofando, cantando, edificando...
Nuestras palabras remueven, algunas veces,
nuestros egos si acaso tal vez dormiten,
mirándonos halagüeños mutuamente.
De cuna y besos
Me diste el primer beso en mi cuna,
con tus canciones calmabas mi desvelo,
mismas que impulsaron mis sueños
en pos de realidades tangibles en el tiempo.
Y no recuerdo cuando empecé a amarte
porque aún sin nacer amor me dabas
en nuestro fuerte nexo que aún existe. Y sí,
un día te fuiste cuando la vida te dijo
no habrá mañana para ti. No olvido
tus manos que me dieron el pan
en cada día, que me arrullaron con esmero
haciendo tuyos mis logros cotidianos.
Hoy no soy soñadora errante,
soy melodía constante, mujer de hogar feliz
como tu lo fuiste, madre de ilusiones
en la forja del horizonte en que hoy vivo
plena de aromas de tu jardín que aún cultivo.
Sol nocturno
Llevo ganados día a día mis triunfos
con mi gobierno consciente,
entre risas y juegos pasados y presentes
que, a la postre, están a la vista en futuros
pródigos de amor y de verdades razonadas.
Entre lo que más me gusta disfrutar en esta vida
es tu sonrisa que, a veces, semeja
un trovador nocturno que me efervece
y ajena me sumerge en el emerger
de tu radiante persona. Eres mi sol nocturno
que me abriga tiernamente al par que sonríes
cuando en mi observas mi predisposición de ánimo
en favor de cualquier cosa, incluso de tí mismo.
Sin huracanes
Aquella fue una mañana feliz en el Caribe.
Los cielos fueron de azul celeste, rosa,
naranja, blanquesino y en rojo atadecer
mezclaron horizontes bañados en escarcha
en playas de arena y conchas, de cangrejos
salvaguardando con su mirar sus miedos
ante el posible acoso humano, sabiéndoles
apasionados por comerles sin haber tenido
tal conocimiento ni experiencias previas.
Inmensas aguas verdes turquesa
que siempre anhelo volver a contemplar,
a pasear en tus confines y contarte
mis aventuras vividas lejos de tus costas,
de mis caminos recorridos inmersos
en poemas a los que haz puesto música
a mis letras en mis alegres sueños
pensando en tí, mi mar querido.
El Mar Caribe es mi hermoso refugio de paz,
desde luego, en los meses cuando no azotan huracanes.
Mi gran montaña
Mi montaña en la que soy feliz en tardes
mañanas y noches, en madrugadas color
cobre, plata, celeste o verde; o en esas
madrugadas que dejan atrás
nubarrones
negros azabaches. Son esos días en mis montes,
junto al río, con sus cascadas altas y bajas
donde suelo escuchar cantos de tiempos idos
en acompasados sones de guitarras,
charangos, piano y violines.
Cuando me sumerjo en sus fusas difusas
al compás del viento, escucho sonatas
alegres al ritmo de las hojas de los árboles
y vaivenes de los bambúes
que se retuercen
como vivas voces que remueven mis cimientos,
mis campos quietos y serenos en sublimes
sonidos que relajan mi alma en el entorno,
cuando creo ver alguna flor que, para mi,
baila acompasada y subyuga mi alma.
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