Primera parte: Pintor de sueños
Segunda parte: La puerta de las estaciones: Primavera \ Verano \ Invierno \ Otoño \ Amanecer

Hannia Hoffmann
Ensueño
Segunda parte
La Puerta de las Estaciones

En el amanecer

Sin apenas darnos cuenta de cómo o cuándo la mano de Wessen se posó sobre el tablero, atravesamos, de nuevo, la Puerta de las Estaciones.

Los reflejos de luz invaden la sombra. Estamos de regreso en el anfiteatro, para presenciar un antiguo espectáculo, cotidiano y único cada vez que está ahí, ante nosotros.

Luce en el cielo un ardiente semicírculo, enmarcado en delicados trazos de tonos pastel. Escuchamos el sonoro aleteo de tres palomas de Castilla que se elevan, vuelan hacia la luz. Escuchamos, también, los gorgeos de las aves, los sonidos primeros de la aurora.

Poco a poco, la luz gana lugar entre las sombras, envolviéndolo todo: las flores, los objetos, los seres animados, en ella se unifican.

Y la luz embrujada es un viejo pintor quien, con su invisible pincel, hace nacer los tonos, los colores. La hermosa hiedra que cubre por completo las paredes del anfiteatro se torna verde, en verdes de distintos tonos, merced al caprichoso juego de los colores.
La aurora es un poema que la luz canta suavemente, mientras lo crea en armonía con su mágica técnica: sabia, articulada; obedeciendo a leyes contenidas, desde siempre, en su esencia.

En el transcurso de los minutos aumenta la luz y, con ella, el jardín se nos muestra en todo su esplendor. Las rosas, presencia material de la belleza, aparecen ante nosotros en un armonioso recorrido de variados matices.
Nuestros ojos contemplan sinnúmero de especies de jardín. La luz trae el color. Y parece que los colores juegan entre la fluida y luminosa atmósfera, en móviles efectos de luz y sombra, hasta posarse sobre el objeto o la superficie que corresponde.

Amarillo, en el corazón de las margaritas y en los pétalos del girasol, en cuyo centro se ha posado el ardiente naranja; rojo, en los orgullosos tulipanes; azul, sobre los lirios que bordean el estanque; celeste, sobre el cielo; verde sobre los frescos helechos, las hojas de los árboles, los tallos de las plantas...

Sí, los colores juegan entre la inmensa e invisible paleta del brujo luz, el pintor colorista, hasta pintar las flores, los árboles, los frutos, los seres animados e inanimados, mientras en el estanque, los patos bulliciosos juegan también. Y en sus nidos, las aves alimentan sus crías. Las arañas, en los rincones o sobre las ramas de algún árbol, tejen sus telas. Plenos de frutos, flores, aves y mariposas, los árboles prodigan néctar a los seres alados y, a nosotros, su sombra.

Regresamos al Jardín de Kunts y Wessen, en tanto otro grupo de invitados se disponía a iniciar, una vez más, el hermoso paseo a través de la Puerta de las Estaciones, con su magia, sus colores, frutos, vivencias, seres animados, paisaje; que podemos disfrutar gracias al hermoso regalo de la vida, esta fiesta a la que naturaleza nos invita, como privilegiados testigos actuantes del cotidiano, maravilloso espectáculo que garantiza, tras su arrobadora belleza, la continuidad de las especies.

El año es un paseo que nos ofrece, en cada estación y lugar, lindas, valiosas experiencias; portentosa puesta en escena, cuya contemplación es potestad de nuestra inteligencia, de nuestra intuición.

Pues sí, queridos amigos, fue así como conté a mi joven y delicada amiguita Bèatrice, el cuento de La Puerta de las Estaciones, un recuerdo grato que guardo en mi memoria. Hoy se los he narrado a ustedes. Pero todo lo bueno acaba, y ya debo irme. Sé que había prometido relatarles lo que le sucedió en los mundos de los sueños al viejo y olvidadizo Brujo Volandero, pero eso será otro día. Ahora debo marcharme, junto con mi guitarra y mi formidable pincel mágico.

Ahora que mi pincel
les pintó algunos cuadros;
y con lindas historias
los llevé de paseo,
escuchen mi consejo:
Jueguen en pensamiento.
Disfruten sus recuerdos
y llenen los caminos.
del mundo de los sueños
con poemas, colores,
paisajes y canciones;
que yo, tarde o temprano,
los plasmaré en un lienzo...


Algunos datos de la autora:

Hannia Hoffmann nació en octubre de 1962 en San José, Costa Rica, América Central. Egresada del Colegio Superior de Señoritas estudió Ciencias de la Comunicación Colectiva. Se especializó en periodismo y publicidad en la Universidad de Costa Rica en donde obtuvo su licenciatura. Trabaja como productora de cine, video audio e impreso .
Periodista y escritora dirige el Taller Literario que lleva su nombre y es cofundadora de la Fundación Intercultural del Centro de Comunicación. junto con Eric Díaz Serrano.



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