Lectorías: AniversariaUn día más... siempre feliz Hoy es un día, como todos mis días, muy feliz. No cuestiono porqué, pero siempre es así. Este es un día más en que compartiré mi realidad, con todas las personas que en mi mundo habitan... Me bañaré, me vestiré e iré a jugar con mi papá y bonitas flores recogeré para mi mamá... Y en los campos floridos en colores a los pajaritos veré y oiré cantar. Sí... este es un día más para compartir mi felicidad... Cuando llueve Si llueve me transporto a un mundo silente, a sueños hermosos sin fin , no existentes... A veces es como un murmullo de gotas que caen como si coversaran entre ellas y, aun siguen conversando cuando discurren o sumergen en tierra. No duermo pero sueño a lo despierto y a lo profundo dibujando tu rostro en el unísono gotear... siempre, juntos. Somos Sí, eso somos... todo cuanto soñamos y aúnamos a nuestros bellos recuerdos, en nuestro tierno abrigo en que compartimos nuestras voces donde quiera que vayamos... en todos nuestros espacios, ya en nuestros campos floridos, con o sin luna con o sin mar... en nuestras alegrías sempiternas. Al paso por la vida Paso por la vida en la forma más placentera posible. Nada me atrasa, ni políticos ni religiosos, y no es que mire a la vida como un sueño hermoso sin fin no existente... Todo cuanto existe está en mis mañanas soleadas, nubladas o lluviosas que disfruto en mis sueños, en abosoluta realidad, como un cuento que día a día crece; va creciendo si olvidar tiempos idos. Noche frías Si nos hemos amado en tiempos pasados nos amamos más en tiempos presentes; en el presente diario de cada día nos amamos con o sin brumas, con o sin brisa y, aún más, cuando la noche es fría junto al beso que nos da calor. ¡Qué más da! Nos fuimos cada quien al trabajo, cerca y lejos uno del otro impregnados de nuestras huellas en la piel, aún cálidas con el tibio sol de la mañana... Somos y vivimos en vidas muy largas y no esperamos más de cuanto ya tenemos porque lo mismo tendremos cada día más a raudales en plena libertad de amar. Y ahí estamos, siempre completos bajo el sol y el cielo en esta vida en que ambos somos ambos, volveremos por la noche al refugio de nuestros brazos mirándonos al contarnos aconteceres finitos o prestos al trabajo de un mañana... En un pasado mañana nos daremos libre, la playa o la montaña nos espera, ¡Qué más da! Ranitas de colores Hace algún tiempo en un bello lugar, luego de haber dejado el umbral de mi enfancia, observé unas ranitas de colores que saltaban como en pos de un juego mientras rasgaba mi guitarra y susurraba un canción de nubes rosa en tonadas a mi esencia encantadora. Y digo encantadora porque, como abstraída entre cuerdas, notas y sublimes armonías, olvidaba en ese vaivén los continuos ajetreos de mis estudios secundarios hasta que bien pronto llegó la noche haciéndome visibles millones de estrellas en el brazo de Orión. Entonces pensé: mañana iré nuevamente a mis estudios, luego de pasar por el parque y conversar con muchas personas y, sí, las ranitas seguirán en lo mismo mientras dure esta época, su época de apareamiento. Ese día y esa noche me sentí muy feliz, incluso cuando llegó el primer soplo frío que me hizo buscar abrigo con una ligera sonrisa en mi rostro lanzada al viento. Esencias Siempre caminamos hacia la amplitud del horizonte con un total desligue de dolores propios o ajenos, sin noches ni días de angustias, tras senderos amenos caminando aprisa y sin prisas en paso de danza al futuro, sonriente, libre y sin temores... Con solo nuestros besos acariciamos infinitos lares, con solo un beso nuestro vivimos y resurjimos el día a día como amantes, hermanables, compinches de vida y amigos, sensibles, realistas, soñadores. Nuestros conocimientos son esencias en la forja de nuestro presente tangible... Nos lanzamos a vivir en eterna prosperidad, tanto en la cercanía como en las distancias lejanas y próximas, filosofando, cantando, edificando... Nuestras palabras remueven, algunas veces, nuestros egos si acaso tal vez dormiten, mirándonos halagüeños mutuamente. De cuna y besos Me diste el primer beso en mi cuna, con tus canciones calmabas mi desvelo, mismas que impulsaron mis sueños en pos de realidades tangibles en el tiempo. Y no recuerdo cuando empecé a amarte porque aún sin nacer amor me dabas en nuestro fuerte nexo que aún existe. Y sí, un día te fuiste cuando la vida te dijo no habrá mañana para ti. No olvido tus manos que me dieron el pan en cada día, que me arrullaron con esmero haciendo tuyos mis logros cotidianos. Hoy no soy soñadora errante, soy melodía constante, mujer de hogar feliz como tu lo fuiste, madre de ilusiones en la forja del horizonte en que hoy vivo plena de aromas de tu jardín que aún cultivo. Sol nocturno Llevo ganados día a día mis triunfos con mi gobierno consciente, entre risas y juegos pasados y presentes que, a la postre, están a la vista en futuros pródigos de amor y de verdades razonadas. Entre lo que más me gusta disfrutar en esta vida es tu sonrisa que, a veces, semeja un trovador nocturno que me efervece y ajena me sumerge en el emerger de tu radiante persona. Eres mi sol nocturno que me abriga tiernamente al par que sonríes cuando en mi observas mi predisposición de ánimo en favor de cualquier cosa, incluso de tí mismo. Sin huracanes Aquella fue una mañana feliz en el Caribe . Los cielos fueron de azul celeste, rosa, naranja, blanquesino y en rojo atadecer mezclaron horizontes bañados en escarcha en playas de arena y conchas, de cangrejos salvaguardando con su mirar sus miedos ante el posible acoso humano, sabiéndoles apasionados por comerles sin haber tenido tal conocimiento ni experiencias previas. Inmensas aguas verdes turquesa que siempre anhelo volver a contemplar, a pasear en tus confines y contarte mis aventuras vividas lejos de tus costas, de mis caminos recorridos inmersos en poemas a los que haz puesto música a mis letras en mis alegres sueños pensando en tí, mi mar querido. El Mar Caribe es mi hermoso refugio de paz, desde luego, en los meses cuando no azotan huracanes. Mi gran montaña Mi montaña en la que soy feliz en tardes mañanas y noches, en madrugadas color cobre, plata, celeste o verde; o en esas madrugadas que dejan atrás nubarrones negros azabaches. Son esos días en mis montes, junto al río, con sus cascadas altas y bajas donde suelo escuchar cantos de tiempos idos en acompasados sones de guitarras, charangos, piano y violines. Cuando me sumerjo en sus fusas difusas al compás del viento, escucho sonatas alegres al ritmo de las hojas de los árboles y vaivenes de los bambúes que se retuercen como vivas voces que remueven mis cimientos, mis campos quietos y serenos en sublimes sonidos que relajan mi alma en el entorno, cuando creo ver alguna flor que, para mi, baila acompasada y subyuga mi alma.
lectorias@lectorias.net |