Printemps en Tipilambi
Del Capítulo III del Libro Tipilambi de Eric Díazserrano. La mañana amaneció más temprano que de costumbre para Printemps que vio el angelus dar en su ventana y por función casi automática, se adentró en la ducha imaginando algunos tópicos de su audición programada para primera hora. En realidad su pensamiento estaba dirigido a los alimentos que ordenaría mientras escuchara la exposición matinal, en donde atendería las señas faciales y toda otra que acostumbran a hacer las personas, cuando es obvio que entienden -o no- cuanto su percepción asegura en cada palabra que se escucha. Scámpolo se miro a sí mismo un tanto extrañado porque, vio en perspectiva como hacía menos de un segundo se encontraba hablando solo como en una bóveda y ahora asistía a un lugar que le parecía sumamente bello, y no por el paisaje sino más bien por lo sencillo de la decoración y porque se sentía algo así como.. ¡ Si, eso era ! Desarrollo. Lo constató porque vió que Printemps poseía dones natos, como su habilidad de penetración en el lenguaje que va más allá de las palabras, y que el escucha distingue por las entonaciones y sus variables que hace el interlocutor, sin que ésto impida a Printemps deparar cuanto hay en la mesa (sus finas manos recorren los platillos sin interrumpir), hacer gestos o señalar para que sus compañeros pongan al alcance de su mano las viandas algo lejanas, (Scámpolo le cedió una cuchara) y sin perderse detalles, sus ojos van resplandeciendo cada vez más, a manera que va saboreando y diciendo ¡ajá!, ¡ujúm!, y en fin, todas aquellas señales que permiten a los otros fluir su mensaje, y a ella, disfrutar al máximo cada instante que vive. Aquí es en donde siempre he querido estar - pensó para sí Scámpolo- Sabía que este lugar existía pero todo me lo ocultaba... ¿ Cómo fue que abrí esta puerta para encontrar mi espacio ? No tuvo chance para continuar en sus pensamientos porque Printemps combinaba las palabras en forma similar a la combinación de los números naturales, con lo que, lanzaba preguntas cual tesis, sostenía posiciones inesperadas como antítesis, empleaba simbolismos lógicos, análisis preconcebidos, formas indubitables para hacer creer o afirmar coherencias, que a veces eran sutilezas de lo que ella llamaba haber alcanzado la primera mitad; por lo tanto deducía que la otra mitad existía, era en potencia. Y entonces no era posible abstraerse de su égida. Fue cuando Scámpolo deparó un poco más en esta persona en cuyo mundo ahora se encontraba y sentía como si fuera parte del mismo desde mucho tiempo atrás. Le pareció sí, que los estudios realizados por Printemps le habían dado algunos instrumentos y bosquejos necesarios para alcanzar tríadas: alto, ancho y profundidad; tesis, antítesis y síntesis; mayeútica, dialéctica y lógica; pero que ella, de lo más profundo de ella misma, brindaba a todos análisis, indubitabilidad y espacio. Scámpolo dedujo entonces que a Printemps le era fácil entrever en una conversación para deducir pasado o antecedentes -presente inmediato o circunstancial- y de ahí vislumbrar lo que es posible capturar, negociar, hacer, alcanzar; como quien dice: tríada al cuadrado, la suma de éstas y en fin, todas las posibilidades que se dan de la combinación del símbolo máximo de comunicación: 0123456789.
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