De Millennia en Tipilambi
Detalle del Capítulo II del Libro Tipilambi. En el punto donde se unen tangente, radio y curvatura Millennia implantó su voluntad. Entonces, ella en el punto y siendo parte del mismo, escogió la dirección que conducía directamente al centro. Siempre lo hacía. Sólo le bastaba decidir su dirección, de manera que fuera satisfactorio a sus intreses; y trasladaba el punto haciéndole tomar ya la recta o la curva, y aún así, podía decidir siempre volver a cambiar o no, dado que, en su espacio infinito, siempre estaba en punto de tangencia. Solo que ahora había escogido llegar hasta el propio centro y, encontrándose a menos de un millón de kilómetros -que en el tiempo cubriría ]en unos tres egundos- fijó su atención en la roca, la cual se empezó a abrir para dar paso al visitante. Inmediatamente que apercibió traspasar la abertura, lanzó coordenadas imaginarias para minorar la velocidad y mantener su punto en tangencia preconcebida casi al azar, pero con la seguridad de haber llegado a donde se había propuesto. No obstante parecía no tener prisa de llegar hasta el propio centro, sino más bien disfrutaba la calidez de la inmensa roca y su oscuridad, mientras desde el centro se vislumbraba ya un haz de luminosidad, que se hacía intenso en la medida en que se acercaba hasta él, y la oscuridad entonces no fue. Millennia montó sobre un ange de luz y de inmediato fue hasta la misma selva tropical que llega hasta la propia playa, en donde las arenas quedan cubiertas en la pleamar. Es como si el mar invadiera la costa, pues llega a besar la planta al pie de las palmeras, al tiempo que el palmar mueve sus penachos al viento y el sol dibuja sus siluetas en la arena. Y cuando el mar se aleja, queda la inmensa playa en donde van llegando los negros, que jubilosos se entregan a su exótico carnavalito en noche de luna plena. Millennia se aunó otro ange que, imantado se alojó en el conocimiento, en el mismo centro de la roca espacial. Y como cualquier conocimiento es de un sujeto sobre un objeto, y esa dualidad es una separación completa; de manera que el sujeto es siempre sujeto y el objeto siempre objeto (si se fundieran no habría conocimiento), y no obstante no puede pensarse el uno sin el otro, Millennia se alojó en el sujeto, al momento de salir de sí mismo para hacerse dueña del objeto, sea, captando al objeto mediante el pesamiento y, de inmediato, en un juego divertido, se alojó en el objeto, para ver y sentir la relación desde el otro lado (se venía con el objeto hacia el sujeto para imprimirse en él), de tal forma que se encontraba presente, como en punto de tangencia, al momento en que se produce la modificación en el sujeto, mejor dicho, en el pensamiento mismo. Millennia sabía que una vez establecida la correlación, es trascendente por irreversible, mediatizada por el pensamiento, y si el conocimiento concuerda, se establece un criterio. Para Millennia y Scámpolo, fue el criterio de la verdad. Y como el conocimiento verdadero nos da dos tipos de verdades; las de razón enunciaron que no podían ser las cosas de otro modo y, las de hecho, enunciaron que aún siendo las cosas de una manera, bien podrían ser de otra. Fue entonces cuando Millennia habló dentro de la gran bóveda y su voz retumbó de la roca a la torre de mando de los pensamientos de Scámpolo
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