Las personas nos comunicamos diariamente mediante el uso de la lengua, hablada y escrita, en forma similar lo hacemos también mediante gestos, incluso silencios. Estos diversos códigos y lenguajes regulan las relaciones de tránsito, comerciales o interpersonales y es la semiología la ciencia que estudia esos procesos de la comunicación humana. La semiología estudia signos y símbolos, de manera tal que los gestos de una persona durante una conversación resultan de gran ayuda para comprender mejor lo que corresponda y aún para corroborar afirmaciones. El Capítulo Tercero del libro Tipilambi de Eric Díazserrano nos ofrece un detalle práctico de esto. La mañana amaneció más temprano que de costumbre para Printemps que vio el angelus dar en su ventana y por función casi automática, se adentró en la ducha imaginando algunos tópicos de su audición programada para primera hora. En realidad su pensamiento estaba dirigido a los alimentos que ordenaría mientras escuchara la exposición matinal, en donde atendería las señas faciales y toda otra que acostumbran a hacer las personas, cuando es obvio que entienden -o no- cuanto su percepción asegura en cada palabra que se escucha. Scámpolo se miro a sí mismo un tanto extrañado porque, vio en perspectiva como hacía menos de un segundo se encontraba hablando solo como en una bóveda y ahora asistía a un lugar que le parecía sumamente bello, y no por el paisaje sino más bien por lo sencillo de la decoración y porque se sentía algo así como.. ¡ Si, eso era ! Desarrollo. Lo constató porque vió que Printemps poseía dones natos, como su habilidad de penetración en el lenguaje que va más allá de las palabras, y que el escucha distingue por las entonaciones y sus variables que hace el interlocutor, sin que ésto impida a Printemps deparar cuanto hay en la mesa (sus finas manos recorren los platillos sin interrumpir), hacer gestos o señalar para que sus compañeros pongan al alcance de su mano las viandas algo lejanas, (Scámpolo le cedió una cuchara) y sin perderse detalles, sus ojos van resplandeciendo cada vez más, a manera que va saboreando y diciendo ¡ ajá !, ¡ ujúm ! y en fin, todas aquellas señales que permiten a los otros fluir su mensaje, y a ella, disfrutar al máximo cada instante que vive. Continúe esta lectura aquí... |