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Guillermo (memo) y su novia Graciela (chela)
hicieron planes pa'casoriase (casarse)
en diciembre del año en que lo decidieron
(ahora no recuerdo si fue el año 1801 o 1701).
Lo que si recuerdo es que dentro de sus planes
siempre estuvo firme la idea de que el
le seguiría trayendo guayabas y piñas
del lotecito que cultivaba y ella,
le seguiría haciendo sus pulpas
para el desayuno y la merienda
que el llevaría a su trabajo de agricultura.
Otra cosa que también quedó clara,
es que vivirían en una esquina
del poblado donde alquilarían la casita
a Don Nicanor Vázquez, dueño de casi todo
el vecindario, pero la idea era "salir
del monte" para "aspirar nuevos aires"
y dar una mejor educación a los hijos
que tendrían y que, seguramente,
iban a ser muchos.
A Doña Chela le encantaba hacer pulpas
ya de guayaba o de piña; y gustaba también
dar a probar a su vecinas, la esposa
de Don Enrique y la de Ñor Roque.
Así fue pasando en tiempo y Don Enrique
y su señora encargaron a Doña Chela
por favor le vendiera pulpas y
lo mismo hicieron Ñor Roque y señora
al punto que Memo obtenía encargos
en el camino cuando lo veían pasar
con las guayabas y las piñas.
Entonces las pulpas dieron a Memo
y Chela (en menos de un año de casados)
connotación en su entorno y entonces
se dieron cuenta -según lo comemtaron
años después cuando compraron la casita
a Don Nicanor- que el negocio de hacer
y vender pulpas podría ser una excelente
ayuda económica para su hogar.
Como la pulpa es una conserva, es decir,
la fruta se cuece y luego esta pulpa
(llamada también jalea o mermelada)
se empaca y almacena, Memo y Chela
tenían potes a la espera de clientes.
Dos años después, muchos preguntaban
por el lugar en donde vendían pulpas
y, ante tal insistencia, Memo puso un día
el letrero en la ventana: Pulpería;
a la vez que acondicionó la sala de la casa
con estante y urna. Al poco tiempo,
otro estante y el rótulo "Pulpería"
fue pintado arriba de la ventana,
pa'que fuera más visible y no tuvieran
que preguntar tanto quienes deseban
comprar y probar las pulpas de Memo y Chela.
Pero este asunto no terminó aquí;
en realidad fue la parte embrionaria
porque, un día, otro agricultor que cosechaba
frijoles le pareció oportuno hablar con Memo,
y le propuso poner en la pulpería un saco
de frijoles para que así, si alguno
de los que compraban pulpas tenía necesidad
de frijoles pues, los compraría ahí mismo,
en la pulpería. Y poco a poco, sucedió
lo mismo con el arroz, la mantequilla
y todos aquellos productos comestibles.
No habían pasado diez años cuando Memo
ya se había dado cuenta que su vida
era el comercio. En la pulpería había
de todo, en pequeña escala, pero de todo;
hasta alfileres. La familia creció
con la pulpería. Las hijas de Chela
ahora hacían las pulpas y los muchachos
atendían la pulpería en sus horas libres,
sea, cuando no estaban estudiando,
o ayudando a Memo en las labores del campo.
Y esta etapa dió su fin cuando Memo
vendió la finca. Se la vendió a un familar
que le entregaba las pulpas empaquetadas.
Doña Chela por ese tiempo ya estaba
más ocupada en atender a sus nietos
y ya existían algo así como agentes
vendedores que visitaban la pulpería
ofreciendo los nuevos productos
que era menester tenerlos en el haber
para satisfacer a los clientes.
De la venta de pulpas al abastecededor
fue algo que sucedió tan rápido
que esta historia de los primeros pulperos
pasó sin importancia a sus descencientes.
La pueba está en que usted le pregunta
a los costarricenses el por qué
los abastecedores se llaman pulperías
y ninguno (salvo que nos haya leído)
podrá informarlo. Y es que de esta historia
sólo quedó el nombre.
Y aunque la mayoría de los pulperos
se quedaron con su negocio chico,
los que crecieron y llegaron a tener
grandes establecimientos volvieron
luego a comprar fincas (o siempre
las tuvieron, no se deshicieron de ellas),
y han siguido siendo pulperos
Las pulperías en Costa Rica
Abastecedores de productos comestibles localizados en barriadas y pueblitos son denominados pulperías en Costa Rica. Son pequeños establecimientos comerciales atendidos por una o dos personas y por lo general es un negocio familiar; ya quedan pocos, han venido siendo sustituidos por Abastecedores atendidos por personas de origen chino. Era usual, en el siglo pasado, que al propietario se le llamara pulpero y a la esposa "esposa del pulpero" y así sucesivamente a la madre e hijos.
Aun en este siglo es usual oir decir en algunos poblados: vamos a la pulpe aunque el establecimiento tenga el nombre de abastecedor o cualquier otro. Hace algunos años se consideraba que los grandes supermercados llegarían a eliminar a las pulperías pero, la pequeña propiedad que siempre ha caracterizado al costarricense, aunado esto a la segmentación de mercados, hace que prevalezca por la comodidad del usuario que busca un trato un tanto personal en la despensa localizada a la cercanía de su casa, en su vecindario, en su barriada.
De cómo se inició, y por qué se denomina pulpero y pulpería, es lo tratado en este segmento.
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