Printemps

Del Capítulo Tercero del Libro Tipilambi .

La mañana amaneció más temprano
que de costumbre para Printemps
que vio el angelus dar en su ventana
y por función casi automática,
se adentró en la ducha
imaginando algunos tópicos
de su audición programada para primera hora.


En realidad su pensamiento estaba dirigido
a los alimentos que ordenaría mientras
escuchara la exposición matinal, en donde
atendería las señas faciales y toda otra
que acostumbran a hacer las personas,
cuando es obvio que entienden -o no-
cuanto su percepción asegura
en cada palabra que se escucha.
Scámpolo se miro a sí mismo
un tanto extrañado porque,
vio en perspectiva como hacía menos
de un segundo se encontraba
hablando solo como en una bóveda
y ahora asistía a un lugar
que le parecía sumamente bello,
y no por el paisaje sino más bien
por lo sencillo de la decoración
y porque se sentía algo así como..
¡ Si, eso era ! Desarrollo.

Lo constató porque vió que Printemps
poseía dones natos,
como su habilidad de penetración
en el lenguaje que va más allá
de las palabras, y que el escucha distingue
por las entonaciones y sus variables
que hace el interlocutor,
sin que ésto impida a Printemps
deparar cuanto hay en la mesa
(sus finas manos recorren
los platillos sin interrumpir),
hacer gestos o señalar para que
sus compañeros pongan al alcance
de su mano las viandas algo lejanas,
(Scámpolo le cedió una cuchara)
y sin perderse detalles, sus ojos van
resplandeciendo cada vez más,
a manera que va saboreando
y diciendo ¡ajá!, ¡ujúm!,
y en fin, todas aquellas señales
que permiten a los otros
fluir su mensaje, y a ella,
disfrutar al máximo cada instante que vive.

Aquí es en donde siempre he querido estar
- pensó para sí Scámpolo-
Sabía que este lugar existía
pero todo me lo ocultaba...
¿ Cómo fue que abrí esta puerta
para encontrar mi espacio ?

No tuvo chance para continuar
en sus pensamientos porque Printemps
combinaba las palabras
en forma similar a la combinación
de los números naturales, con lo que,
lanzaba preguntas cual tesis,
sostenía posiciones inesperadas
como antítesis, empleaba simbolismos
lógicos, análisis preconcebidos,
formas indubitables para hacer creer
o afirmar coherencias, que a veces
eran sutilezas de lo que ella llamaba
haber alcanzado la primera mitad;
por lo tanto deducía que la otra mitad existía,
era en potencia.

Y entonces no era posible abstraerse
de su égida. Fue cuando Scámpolo
deparó un poco más en esta persona
en cuyo mundo ahora se encontraba
y sentía como si fuera parte del mismo
desde mucho tiempo atrás.

Le pareció sí, que los estudios realizados
por Printemps le habían dado algunos
instrumentos y bosquejos necesarios
para alcanzar tríadas:
alto, ancho y profundidad;
tesis, antítesis y síntesis;
mayeútica, dialéctica y lógica;
pero que ella, de lo más profundo
de ella misma, brindaba a todos
análisis, indubitabilidad y espacio.

Scámpolo dedujo entonces que a Printemps
le era fácil entrever en una conversación
para deducir pasado o antecedentes
-presente inmediato o circunstancial- y de ahí
vislumbrar lo que es posible capturar,
negociar, hacer, alcanzar; como quien dice:
tríada al cuadrado, la suma de éstas
y en fin, todas las posibilidades que se dan
de la combinación del símbolo máximo
de comunicación: 0123456789.
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