Detalle del libro Evasiva Verdad. Eric Díazserrano Es a Parménides (Siglo -VI) a quien se le ocurre el principio de pensamiento que no falla: "El ser, es; el no ser, no es. Y todo lo que sea salirse de esto es descabellado, es lanzarse a la sima del error. Es así como descubre el principio lógico del pensamiento humano. Podemos afirmar acerca del ser una porción de cosas: Que es único, no pueden haber dos; sólo uno porque, suponiendo que hay dos, pues, entonces lo que distingue a uno del otro "es" en uno y "no es" en otro. Pero además es ilimitado, infinito. Dicho de otro modo, no está en ninguna parte, porque de estarlo tendría límites: ¿Qué habría allende esos límites? El "no ser". Por consiguiente debemos también suponer el "ser" del "no ser", allende el "ser", y si no tiene límites, no está en ninguna parte y es ilimitado. Pero hay un tanto más; El ser es inmóvil; no puede moverse porque moverse es dejar de estar en un lugar para estar en otro. ¿Pero cómo puede predicarse del "ser" (el cual, como acabamos de ver es inmutable e ilimitado), el estar en un lugar ? Porque estar en un lugar supone que el lugar en donde se está es más amplio, más extenso que aquello que está en un lugar. Por consiguiente el "ser", que es lo más extenso, lo más amplio que hay, no puede estar en ningún lugar, y a la vez no puede dejar de estar en un lugar. Por tanto el movimiento consiste en estar, estando; en dejar de estar en un lugar para estar en otro; por lo tanto, el ser es inmóvil. En verdad ya había encontrado Parménides bastantes cosas pero, evidentemente, no podía ocultársele que el mundo tal y como se ofrece a nuestros sentidos es completamente distinto de este ser único, inmóvil, ilimitado, inmutable y eterno. Las cosas (como se nos ofrecen) son lo contrario: movimientos, seres múltiples que van y vienen, que se mueven, que cambian, que nacen y que perecen. No podía ocultársele, pues, la oposición en que su metafísica se hallaba frente al espectáculo del universo. Y entonces, con ese sentido de coherencia que tienen los niños (y en este caso Parménides es el niño de la filosofía), saca valientemente una conclusión: Su teoría de los dos mundos: un mundo sensible y un mundo inteligible. El fragmento anterior es parte del Capítulo Cuarto del libro Evasiva Verdad de Eric Díazserrano. Curiosamente quien nos habla es Tomás de Aquino en un análisis de los aportes filosóficos de los sabios de la antigua grecia. Continúe esta lectura aquí... |