Millennia.

Del Capítulo Segundo del Libro Tipilambi de Eric Díazserrano


En el punto donde se unen
tangente, radio y curvatura
Millennia implantó su voluntad.
Entonces, ella en el punto
y siendo parte del mismo,
escogió la dirección que conducía
directamente al centro.

Siempre lo hacía.
Sólo le bastaba decidir su dirección,
de manera que fuera satisfactorio
a sus intreses; y trasladaba
el punto haciéndole tomar
ya la recta o la curva,
y aún así, podía decidir siempre
volver a cambiar o no,
dado que, en su espacio infinito,
siempre estaba en punto de tangencia.

Solo que ahora había escogido
llegar hasta el propio centro y,
encontrándose a menos de un millón
de kilómetros -que en el tiempo cubriría
]en unos tres egundos- fijó su atención
en la roca, la cual se empezó a abrir
para dar paso al visitante.
Inmediatamente que apercibió traspasar
la abertura, lanzó coordenadas imaginarias
para minorar la velocidad
y mantener su punto
en tangencia preconcebida
casi al azar,
pero con la seguridad de haber llegado
a donde se había propuesto.
No obstante parecía no tener prisa
de llegar hasta el propio centro,
sino más bien disfrutaba
la calidez de la inmensa roca
y su oscuridad, mientras desde el centro
se vislumbraba ya un haz
de luminosidad, que se hacía intenso
en la medida en que se acercaba
hasta él, y la oscuridad
entonces no fue.

Millennia montó sobre un ange de luz
y de inmediato fue
hasta la misma selva tropical
que llega hasta la propia playa,
en donde las arenas quedan
cubiertas en la pleamar.
Es como si el mar invadiera la costa,
pues llega a besar la planta
al pie de las palmeras,
al tiempo que el palmar mueve
sus penachos al viento y el sol dibuja
sus siluetas en la arena.
Y cuando el mar se aleja,
queda la inmensa playa
en donde van llegando los negros,
que jubilosos se entregan
a su exótico carnavalito
en noche de luna plena.

Millennia se aunó otro ange que,
imantado se alojó en el conocimiento,
en el mismo centro de la roca espacial.
Y como cualquier conocimiento
es de un sujeto sobre un objeto,
y esa dualidad es
una separación completa;
de manera que el sujeto
es siempre sujeto y el objeto
siempre objeto (si se fundieran
no habría conocimiento),
y no obstante no puede pensarse
el uno sin el otro,
Millennia se alojó en el sujeto,
al momento de salir de sí mismo
para hacerse dueña del objeto,
sea, captando al objeto
mediante el pesamiento y,
de inmediato, en un juego divertido,
se alojó en el objeto,
para ver y sentir la relación
desde el otro lado (se venía
con el objeto hacia el sujeto
para imprimirse en él),
de tal forma que se encontraba presente,
como en punto de tangencia,
al momento en que se produce
la modificación en el sujeto,
mejor dicho, en el pensamiento mismo.

Millennia sabía que una vez establecida
la correlación, es trascendente
por irreversible, mediatizada
por el pensamiento, y si
el conocimiento concuerda,
se establece un criterio.
Para Millennia y Scámpolo,
fue el criterio de la verdad.

Y como el conocimiento verdadero
nos da dos tipos de verdades;
las de razón enunciaron
que no podían ser las cosas
de otro modo y, las de hecho,
enunciaron que aún siendo las cosas
de una manera, bien podrían
ser de otra.

Fue entonces cuando Millennia
habló dentro de la gran bóveda y su voz
retumbó de la roca a la torre de mando
de los pensamientos de Scámpolo .
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