En el libro Tipilambi, en el capítulo de Los Maes leemos: Scámpolo tenía ahora una amplia sonrisa y terminó soltando su risa al percatarse sentado en su butaca de multimedia, frente al escenario de la carpa del teatro. Entonces se dio cuenta de la posibilidad de que en ningún momento se hubiese movido de ahí. Más que todo, su reír manifestaba aceptación de cuanto ocurría; y tan abstraído estaba en su situación, en aquel medio que le envolvía, que no puso reparo alguno al notar, que en su butaca contigua sentado junto a él, estaba un boyero. -Sí, uno de esos que tiene y conduce carreta con bueyes- el cual, con simpleza de buen conversador le habló de esta manera: -En un principio fue la carreta la que recorrió la incipiente vía entre el centro del país y el golfo; hasta la Punta Arenas. Eran convoyes de carretas viajando continuo; cargadas de productos, sobre todo café de exportación. Desde más allá de Cartago, la primera capital, a la Boca del Monte en donde se asentaba Sanjosé, que llegaría a ser la urbe capitalina de mayor número de habitantes, pasando por Cubujuquí, que luego sería denominada Heredia, (apellido de un gobernador de la Capitanía General de Guatemala); por La Lajuela, llamada así por la piedra de laja de su río, y con el correr del tiempo, el vaivén del idioma denominó Alajuela, hasta la Punta de Arena (Puntarenas). Y es que la carreta típica costarricense se caracteriza por estar adornada con dibujos de lindos colores. No existían dos carretas pintadas de igual forma, cada una de ellas era una obra de arte. Urías Céspedes, un artesano de carretas, afirma que: "Era un gusto escuchar la música que hacían aquellas carretas cuando se encaminaban juntas dos o tres. Las "viejillas" reconocían la carreta de sus esposos a más de quinientas varas (poco más o menos unos 400 metros). Continúe esta lectura aquí... |